"Hay muchas cosas que los varones no pueden ver porque están empapados de patriarcado"

Rígidos, con el pensamiento polarizado en blancos y negros, seductores, sin alternativas al momento de afrontar un conflicto, extremistas, prejuiciosos: enumerar las características generales de los hombres que ejercen violencia de género, según los perfiles que trazan profesionales que los tratan, sirve para preguntarnos -y respondernos- por lo que subyace, por las razones que hay en el origen de sus conductas violentas. ¿O acaso algunos de esos rasgos escapa a las generales de lo que se considera un “macho”?

“A mayor arraigo a la ideología patriarcal, mayor riesgo de ser un hombre que ejerce violencia”, explica María Eva Sanz, especialista en Violencia familiar y coordinadora de grupos de asistencia a hombres que, derivados por la justicia o por voluntad propia, buscan ayuda. Asegura que, aun cuando se parta de la base de que todos las personas son distintas, existe bibliografía que permite categorizar a estos hombres por perfiles: “Nosotros trabajamos con los que presentan perfil “cíclico”, esos varones que no pueden resolver algunas cuestiones de conflicto en lo cotidiano, van acumulando esas tensiones en un proceso que parece una olla de presión sin válvula, y en algún momento estallan”.

Sanz es licenciada en Trabajo Social y en Psicología Social y fundadora de la asociación mutual “Grupo Buenos Ayres”, dedicada hace 17 años a trabajar con hombres y mujeres que ejercen y sufren, respectivamente, violencia de género. La asociación, a su vez, integra la Retem (Red de Equipos de Trabajo y Estudio de Masculinidades), en la que se acuerda una metodología de trabajo adecuada para cada tipo de caso. La estadística que ofrece es feliz: “Se nota un incremento de los asistentes a los grupos, hombres que quieren recibir ayuda para cambiar su presente. Hay una modificación en el contexto -cada vez se habla más del tema, hay mayor compromiso- y en el reconocimiento de que los varones también son victimizados desde la cultura, al momento de nacer, por los mandatos patriarcales tradicionales”.

—¿En todos los casos son hombres que han golpeado?

—Son hombres que ejercen violencia física, emocional, sexual, económica o social, que son los tipos de violencia que marca nuestra ley, la 26.485.

—¿Se puede trazar un perfil de un hombre que ejerce violencia?

—Es difícil determinarlo, porque todos los varones -y las mujeres- son diferentes. No hay una unidad para decir, estadísticamente, “Estos son de esta forma”. Pero hay rasgos que, más o menos, se han categorizado en tres tipos, a partir de bibliografía de otros países, porque en Argentina falta mucha estadística en relación a esto. Nosotros asistimos el perfil al que llamamos “cíclico”, esos varones que no pueden resolver algunas cuestiones de conflicto en lo cotidiano, van acumulando esas tensiones en un proceso que parece una olla de presión sin válvula, y en algún momento estallan”.

—O sea que no son violentos desde que nacen…

—No, ni todo el tiempo tampoco. Por eso, lo que tenemos que ir viendo es qué cosas acumulan estos varones, para ir poniendo esa valvulita en determinadas cuestiones, que baje la tensión y de esa forma no descarguen de una forma violenta, que además es selectiva, porque es una forma de descarga solo hacia la pareja. En el perfil cíclico no hablamos de una persona que ejerce violencia contra otros terceros. Es siempre hacia adentro de su familia y hacia adentro de su pareja, de forma selectiva.

—¿Y cómo se trabaja con estos hombres?

—Nuestra forma de trabajo está acordada con la Retem, la red de la que formamos parte. En una primera etapa, que sería un proceso de admisión, se ven las características del hombre, si se hace cargo y se responsabiliza por la conducta ejercida. También el grado de letalidad que tiene, si es peligroso, para proteger a la víctima y a los niños y niñas que estén en su entorno. Y este proceso de admisión termina con la firma de un compromiso de confidencialidad, donde el hombre nos autoriza a advertir a la pareja una posible situación de riesgo, en caso de que en el monitoreo semanal del grupo veamos que ese riesgo existe.

—¿Hay alguna manera de que las mujeres adviertan que el hombre con el que tratan puede ejercer violencia?

—Partimos de la concepción de que ninguna mujer busca hombres con estas características. Es la socialización, tanto de varones como de mujeres, desde la ideología patriarcal, la que hace que tomemos posiciones. Las mujeres, de menor poder; los varones, de mayor poder. A mayor adhesión a estos mandatos patriarcales, habría mayor riesgo de ser una mujer en situación de violencia o un hombre que ejerce violencia. Por ejemplo, algunos rasgos que se pueden identificar en hombres que ejercen violencia de género: rígidos, con pensamiento polarizado, en blanco y negro, no tienen alternativas a los conflictos, son muchas veces seductores. Es decir, no escapan a las generales de los varones patriarcales.

—¿Y entonces cómo debe enfrentar el problema la mujer?

—No creemos que haya una sola forma de salir del problema. De hecho, la denuncia no es la primera instancia muchas veces. Es el reconocimiento de una situación de victimización, el acompañamiento, la red de sostén que tiene que tener para que cuando haga la denuncia y se active el aparato judicial, realmente encuentre la resolución al problema. Yo creo que la mujer, para darse cuenta, lo que tiene que hacer es un trabajo con ella, con su estereotipo femenino, para realmente asumir el lugar de igualdad que tiene con el varón. Al asumirla, va a ir viendo que hay cosas que no le cierran, hasta decir “No, realmente este muchacho no es para mí”. El tiempo que permanezca con esa persona es lo que a nosotros nos marca la mayor necesidad de una asistencia específica con esa mujer. Muchas mujeres que ya están en una situación de asumir su igualdad plena con los varones, en la primera cita dicen ya “No, este muchacho a mí no me gusta”. Otras están cuarenta o cincuenta años a su lado.

—Si todos están sometidos a la misma ideología patriarcal, ¿por qué algunos hombres son violentos y otros no?

—La estructura y la ideología del patriarcado favorecen a todos aquellos que quieran abusar de su poder. Obviamente, no todos los varones que han sido formados en esta misma ideología ejercen su poder abusivamente. Siempre les decimos a los varones que ellos reconozcan cuándo están en situación de poder en relación a otras personas, no solo con las mujeres sino con otros hombres, inclusive. Cuando uno tiene mayor poder, y se da cuenta y reconoce esa situación, tiene que ser más responsable de no abusar.

—¿Cómo se explica que a un hombre muy machista no se le ocurra levantarle una mano a su mujer, o a quien sea, y que otro igual de machista sea capaz hasta de matar?

—El muy machista siempre va a ejercer violencia, desde mi punto de vista, aunque no sea física. Esto también tenemos que ayudar a pensarlo, como parte de la sociedad: no es solo violencia física lo que está en juego. Hay violencia extorsiva, violencia emocional, hay violencia en el manejo del dinero. Los micromachismos, por ejemplo, reconocidos recién en los últimos años, tienen que ver con todo lo que se le adosa a las mujeres por ser mujeres, y que se entiende como natural. El cuidado familiar, por ejemplo, que sean las mujeres las que cuiden si un hijo está enfermo, si un familiar adulto está enfermo, los abuelos… Todo el tema del cuidado es un micromachismo. Si los varones empiezan a hacerse cargo de esto vamos a ir equilibrando, desde la familia, toda la sociedad.

—¿Hasta qué punto se puede modificar esto en un hombre violento?

—En esto tenemos que ser cuidadosos. Nosotros alcanzamos cierto grado de recuperación de los varones porque empiezan a llenar los puntos ciegos que tienen en relación a su posicionamiento como tales, como varones. Porque hay muchísimas cosas que los varones en general no pueden ver: están empapados de patriarcado. Cuando lo ven, empiezan a modificar su manera abusiva de tratar a las mujeres, o incluso a otros hombres. Esto es un proceso que dura mucho tiempo. El mínimo que nosotros requerimos es un compromiso semanal durante un año.

—¿Y qué puede hacer la pareja de un hombre que decide pedir ayuda en estos grupos? ¿Cuál es su rol?

—Cuando un hombre ingresa en este tipo de asistencia es indispensable que las mujeres, o ex parejas, también estén en una asistencia específica para mujeres. Porque los cambios de él van a modificar la relación que tiene con ella. Y ella también está metida en el patriarcado, en esta ideología y en esta sumisión. Entonces, la mayor protección que tienen las mujeres es el equipo de asistencia a mujeres. No es la asistencia que haga el varón. Y nosotros en ese caso tenemos este compromiso de confidencialidad para advertirle el peligro en los momentos en que el varón está con mayor letalidad.

¿El consejo siempre es que se alejen de una persona así?

Sería fantástico que todas las mujeres rápidamente pudieran alejarse, pero la realidad es que todas no pueden porque hay dependencia emocional. Hay que hacer una reconstrucción de la femineidad de esa mujer, en una asistencia específica, para que realmente pueda tomar conciencia de su lugar -como mujer- en esta sociedad patriarcal.

—En la Argentina, cada treinta horas una mujer es víctima de un femicidio. ¿Cómo vislumbrás este problema dentro de diez años?

Mi esperanza es que a mayor articulación de la sociedad y mayor compromiso de todos los sectores que tienen que intervenir, los femicidios tiendan a descender. Sabemos que es como un péndulo: fue siempre hacia el machismo y va a tener que ir, lamentablemente, hacia el otro extremo para equilibrar. Pero tengo esperanzas por lo que estamos viendo. Estamos salvando muchísimas vidas. En cuanto empecemos a ver la cantidad de mujeres que están saliendo de la victimización, vamos a decir con esperanza que, con el tiempo, los femicidios van a ir descendiendo.

—O sea, estamos mal, pero vamos bien…

Yo diría que estamos bien en la medida en que la sociedad se va comprometiendo cada vez más, en todos los sectores. Porque este problema es algo multisectorial, se necesita del aporte de varios frentes. Es decir, aunque la Justicia se active decididamente, por ejemplo, no puede actuar sola. Es una construcción colectiva que debemos abordar entre todos. Y también hay mucho mito. Hay creencias erróneas en relación al trabajo con varones. Y yo puedo asegurar que muchos de los varones que vienen obligados por la Justicia, después de cuatro años de tratamiento, hasta agradecen al juez que los obligó a venir. Y eso también es esperanzador.

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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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