Algo extraño se sentía en el ambiente. Los resultados positivos maquillaban algunas muecas de fastidio o miradas de reojo. El equipo no terminó de remontar vuelo futbolístico hasta el partido ante San Lorenzo, justo después de que se produjera un quiebre -y desahogo- en el vestuario de Boca.
El primer fogonazo fue cuando Carlos Tevez tomó la palabra y le apuntó a Guillermo Barros Schelotto: “Sabía que traía a Zárate para sacarme a mí”. El Mellizo se marchó del club, pero los futbolistas se vieron obligados a convivir. E inconscientemente, Gustavo Alfaro alimentó esa disputa personal al declarar que veía a ambos en la misma posición, detrás del 9.
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Fue el DT el que renovó la confianza del Apache desde su primera conferencia de prensa. Aunque, en la práctica, no terminó de definir cuál de los dos era el titular. En general, ubicó a Tevez con Benedetto y a Zárate con Wanchope Ábila. La cargada agenda de principio de 2019 que contó con partidos de Superliga y Copa Libertadores, más los postergados del año anterior, llevó a Alfaro a la rotación. En el mientras tanto, también los evaluó juntos: situación inesperada.
Después de la “limpieza” de fin de año, los referentes de Boca que sobrevivieron son Tevez, Darío Benedetto, Nahitan Nández y Carlos Izquierdoz. La preponderancia de Zárate adentro de la cancha le hace asomar la cabeza, al igual que algunos de los nuevos como Iván Marcone y Lisandro López.
Y el camino de un grupo que inició la reconstrucción luego de la derrota en Madrid empezó siendo sinuoso por la guerra de egos adentro del vestuario.
El vestidor visitante de la cancha de Defensa y Justicia fue un hervidero en el entretiempo. El equipo había sido arrollado por el rival en los primeros 45 minutos y no hubo respuestas físicas ni anímicas. Los protagonistas hicieron una lectura oportuna que devino en una autocrítica evidenciada por insultos al aire y más de un golpe de impotencia a puertas y paredes.
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En el complemento, Boca mostró una mejor versión y el gol de Tevez cambió su semblante. No le sobró nada, pero el sacudón, al término de la primera mitad, había ayudado a despertar.
Llegó otro triunfo a domicilio ante Unión en Santa Fe, que acomodó en la tabla a un elenco que había quedado afuera de la lucha por el título luego del traspié con Atlético Tucumán en la Bombonera. Y hubo otro tanto de Tevez. Y nuevamente Carlitos compartió minutos en cancha con Zárate. Las fichas comenzaron a caerle y Alfaro se amigó con la idea de ponerlos a ambos. Pero esa idea maduró una semana más tarde.
Para el debut en la Libertadores frente a Jorge Wilstermann, mandó de entrada a Tevez y el que esperó en el banco fue Zárate (ingresó justamente por el Apache faltando 20 minutos para el final). Alfaro compartió el cálculo lógico de cada Copa: ganando los tres de local y sumando de visitante, la clasificación a octavos de final estaría asegurada.
Boca no jugó con todas las luces y Tevez, tras la acción, marcó la cancha en una entrevista: “No nos confiemos con que hay que ganar los tres partidos en casa y nada más. He escuchado que tenemos que ganar eso para clasificar y es mentira. No hay que especular, hay que ganar todos los partidos“. El 10 había hecho el análisis con sus compañeros de equipo y pareció apuntarle al DT aunque, en la misma nota, lo respaldó: “Es importante la confianza que me da. Desde que llegó, siempre me puso ahí arriba y trata de que el equipo se adapte a uno. Para mí eso es muy importante”.
Cuando el cartel electrónico mostró su dorsal en Bolivia, Tevez salió de la cancha muy caliente y a puro insulto. Alfaro, de usual postura conciliadora, optó por el diálogo después de la expedición por Cochabamba, en la que hasta hubo algún encontronazo entre referentes.
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En el fútbol local aún quedan reminiscencias de lo que fue el doble comando del equipo de Jorge Sampaoli durante el Mundial de Rusia y tal vez por eso muchos especulan con que “a Alfaro le arman el equipo”. Nada está más alejado de la realidad: después de la carajeada de Tevez, el entrenador lo sentó en el banco ante San Lorenzo. No apeló a represalias, simplemente empleó sus facultades de estratega.
Y la actitud de Tevez luego del encuentro en Bolivia deja a las claras por qué lleva la cinta de capitán y es una de las voces cantantes en el vestuario. “El míster (técnico) lo tiene bien claro, el que mejor esté va a jugar por el bien de Boca”, declaró al término del 1-0 con Defensa y Justicia. Y esto que dijo en público también lo remarcó delante de Alfaro y sus compañeros internamente.
El cónclave entre capitán y DT no fue el único. “Después de Bolivia hubo un quiebre en el equipo donde se hablaron muchísimas cosas, nos dijimos muchas cosas en la cara”, reveló Tevez concluido el 3-0 ante Deportes Tolima el martes pasado. Trascendió que el careo entre los integrantes del plantel xeneize había sido en el viaje al altiplano, aunque el dato fue erróneo. La charla íntima fue en Casa Amarilla antes de enfrentar a San Lorenzo.
“De ahora en más, este es el equipo que vamos a buscar. El de San Lorenzo y éste (por el que enfrentó a Tolima). No importa quién juegue, vamos a buscar lo mejor para Boca”, fue otra de las frases fuertes de Tevez. Y Zárate corroboró todo al día siguiente: “Se dijeron cosas muy positivas en la cara, que es lo que más importa. Todos hablaron, casi todos. Obviamente los más jóvenes no; aportaron al escuchar y entender lo que está pasando. Pero muchos jugadores que no hablaban o no decían las cosas, se soltaron. Eso ayuda a que el grupo esté más fuerte y unido”.
Paradójicamente, Tevez y Zárate fueron protagonistas de un contragolpe de manual en el tercer tanto contra el conjunto colombiano. La combinación exacta de los tiempos en cada pase unió la técnica y fuerzas de Benedetto, Villa, Carlitos y Mauro para liquidar el pleito. Incluso los generadores de juego naturales se turnan a la hora de ejecutar las faltas. Su abrazo después del 3-0 retrató su relación futbolística actual.
Durante la catarsis del plantel de Boca hubo de todo. Recriminaciones, puntos de vista opuestos y disputas de poder. Pero las impurezas quedaron de lado por el bien común. Ante la cámara, luego del 3-0 ante San Lorenzo, Zárate dio alguna pista de uno de los temas principales que se tocaron: “Lo que importa es la actitud y correr”. El equipo lo hizo notar frente al Ciclón y, sobre todo, en el segundo tiempo contra el Tolima.
Se pueden permitir fallos en defensa, errores en el mediocampo o falta de gol, pero lo que no se negocia es la parte actitudinal, algo que hasta llegó a preocupar a la dirigencia (¿y también a la barra brava?). El plantel de Boca se sentía en falta y se propuso, de ahora en más, ser homogéneo en ese sentido. Es el único sendero por el que entienden que se sentarán las bases del resurgimiento.
FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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