Georg Haas, de la búsqueda de nuevas regiones sonoras al alegato antifascista

La primera vez que Georg Friedrich Haas se topó con la música de John Cage fue a través de la radio, en la época en que hacía el servicio militar. Escuchó las Sonatas e interludios que Cage compuso para un piano acondicionado mediante la introducción de tuercas o trozos de caucho entre sus cuerdas: lo que se conoce como “piano preparado”. “Cage me reveló la posibilidad de intervenir en un dispositivo instrumental dado y transformarlo en base a criterios individuales”, confiesa Haas. Esa ambición, todavía ilusoria para un conscripto, se fue haciendo realidad en la obra profusa que el compositor austríaco comenzó a desplegar a partir de la década de 1980. In vain (2000), la pieza que podremos escuchar el próximo miércoles en el Teatro Colón, ilustra a la perfección esta voluntad de conquistar nuevas regiones sonoras. El director y compositor Erik Oña estará a cargo de este importante estreno latinoamericano, al frente de un conjunto formado por músicos argentinos y el Kammerensemble Neue Musik de Berlín, que llega a la Argentina gracias al apoyo del Instituto Goethe.

Georg Friedrich Haas (Graz, 1953)

Haas se propuso expandir las posibilidades sonoras, sobre todo en el terreno de lo que se llama “microtonalismo”. En la música tradicional, el intervalo mínimo que solemos manejar entre dos sonidos es el de semitono, por ejemplo el que va de un do a un do sostenido. La microtonalidad explora escalas formadas por intervalos menores a un semitono, como cuartos, sextos y otras fracciones en que puede dividirse un tono. Presentes en la música india y árabe, y en la de Europa oriental, los microtonos no penetraron en la notación de la música culta hasta el siglo XX, a través de una constelación de compositores excéntricos que fundaron una tradición esencialmente discontinua. El checo Alois Hába fue uno de sus cultores a partir de la década de 1920; otros pioneros fueron el ruso Iván Wyschnegradsky y el mexicano Julián Carrillo.

Alois Hába (1893-1973), Iván Wyschnegradsky (1893-1979) y Julián Carrillo (1875-1965): tres figuras fundamentales del microtonalismo

Con la excepción de su Concierto para violín, la mayor parte de las obras de Haas recurren al microtonalismo. En 1999, fue invitado al Festival de Salzburgo a dar una charla bajo el título “Más allá de los doce semitonos”. En esa ocasión, sostuvo que la noción de microtonalidad sólo tiene sentido si la contraponemos a un sistema de referencia como el tonalismo habitual: una vez que dicho sistema se ha vuelto obsoleto, podemos explorar sin prejuicios las alturas del sonido, según las necesidades de la composición. Reafirmando esa autonomía, Haas rechazaba los rótulos con que tratamos de encorsetar su música: “Soy un compositor”, aclaraba ya por entonces, “no un microtonalista”.

Una obra de Adolf Wölfli (1864-1930), pintor suizo que inspira la primera de las óperas de Haas

El catálogo de Haas incluye no menos de ocho óperas.  La primera, muy breve, está dedicada a la figura del pintor suizo Adolf Wölfli, prócer o mártir del Art Brut que vivió y murió en una clínica psiquiátrica. La segundaNoche– combina textos de Hölderlin, poeta fundamental en el sistema literario de Haas (y en el de mucha música contemporánea). Otras dos óperas, más recientes, cuentan con libretos del conocido dramaturgo noruego Jon Fosse. Son incontables las piezas que Haas escribió para diversas combinaciones instrumentales, desde la delicadeza de un solo para viola d´amore hasta la exuberancia de Aproximaciones limitadas, para seis pianos microtonales y orquesta. Si varias de sus composiciones recurren a la electrónica, otras retomaron el principio barroco del concerto grosso, es decir, la oposición entre un grupo de solistas y el resto del ensamble orquestal: inusualmente, en el primero de estos conciertos, el concertino queda a cargo de un grupo de trompas alpinas.

Trompas alpinas en el primer “Concerto grosso” de Haas. Foto: Astrid Ackermann, 2014

En diálogo con la tradición, la obra de Haas propone una recapitulación vertiginosa, pero reflexiva, de la historia de la música europea. En Tria ex uno, se homenajea la polifonía renacentista de Josquin des Prés. La admiración por Schubert  se evidencia en Torso, instrumentación para gran orquesta de una sonata incompleta de ese compositor. En Siete espacios sonoros, Haas se atreve a entreverar su música con la del Réquiem de Mozart, pieza angular del canon que sale reivindicada en su condición inconclusa y fragmentaria. Sin olvidar la magnífica Sueño de una noche de verano, donde se reelaboran motivos de Mendelssohn: ni homenaje irreverente ni pastiche posmoderno, esta obra puede entenderse como un refinado tributo bajo la forma de una música metamorfoseada.

El compositor minimalista Steve Reich (Nueva York, 1936)

Pero en esta cortesía generalizada también entran figuras del siglo XX como Alexander Scriabin (otra orquestación, esta vez la de su novena sonata para piano) y Franz Schreker (citado en el Concierto para violonchelo), sin que falte el cumplido a György Ligeti. En su Homenaje a Steve Reich, Haas combinó la escritura microtonal con el minimalismo (es decir, la construcción a partir de la repetición tozuda de una célula musical, que evoluciona a través de modificaciones extremadamente graduales); otra de sus obras que recurre a un lenguaje similar es Anacronismo. Subrayemos, por último, la gran estima que Haas manifiesta por el italiano Giacinto Scelsi y su aristocrático énfasis en la sonoridad en cuanto tal, concebida como puro proceso que evoluciona instante tras instante.

El compositor italiano Giacinto Scelsi (1905-1988)

La obra que escucharemos el miércoles próximo está compuesta para un ensamble de 24 músicos e incluye vientos, arpa, piano, percusión, cuerdas y un bandoneón. Combina un lenguaje tonal con recursos microtonales y oscila entre secciones amesetadas –vastas planicies sonoras de acordes suspendidos– y otras donde reinan los motivos y escalas descendentes o los deslizamientos ascendentes bajo la forma de glissandi. Inmersión mediante, es una obra que tiende a diluir la distinción entre disonancia y consonancia (aunque no faltan, aquí y allá, algunas fricciones extremas entre sonidos). “A menudo su música tiende a volver audible las diferencias entre lo usual y lo posible”, escribe Bernhard Günther, algo que se aplica bien a los espejismos sonoros de in vain.

El Kammerensemble Neue Musik de Berlín

Lo interesante es que esta propuesta musical se combina con un diseño de iluminación: la luz de la sala fluctúa entre la máxima potencia y la oscuridad absoluta, sin que los músicos dejen de tocar durante poco más de una hora. Bastante pronto, los efectos lumínicos se volvieron un elemento constitutivo de la obra de Haas, algo que reforzó una pieza como Hiperión, concebido como un “concierto para luz y orquesta”, o el trío con piano En la luz. Conviene recordar el caso más radical de esta tendencia. Entre la decena de cuartetos de cuerdas que Haas compuso entre 1997 y el año pasado, se destaca el tercero: exige que los instrumentistas se distribuyan en la sala y toquen a oscuras y de memoria. La obra lleva un  subtítulo tomado de la liturgia católica de las Tenebrae, ritual de Semana Santa que se acompaña con la extinción gradual de la luz de las velas.

El juego de luz y oscuridad es central en la obra de Haas

Pero en in vain también aparece la inquietud política: hay que recordar que Haas compuso esta obra en el año 2000, bajo el impacto del triunfo de la ultraderecha austríaca. Esta preocupación se refleja en otras composiciones: el Concierto para percusión, por ejemplo, fue escrito durante la Guerra de los Balcanes y el Concierto para violonchelo y orquesta cita un ritmo de marcha de la armada prusiana. Aunque pueda interpretarse como alegato antifascista, in vain evoca una atmósfera de sombrío estancamiento. No es casual que en sus últimos minutos proliferen tantas escalas y motivos descendentes: como si la música misma capitulara frente al fracaso político y se desvaneciera en interminables espirales de decepción.

* El estreno latinoamericano dein vain” (2000), de Georg Friedrich Haas, tendrá lugar el miércoles 22 de noviembre, a las 20, en el Teatro Colón. Erik Oña estará al frente de músicos argentinos y el Kammerensemble Neue Musik de Berlín. El propio compositor estará presente en este concierto que cierra la temporada 2017 del Colón Contemporáneo.

** Georg Haas dará en Buenos Aires dos conferencias con entrada libre y gratuita: “Música y Sexualidad” (en el CETC, Pasaje Toscanini 1168, el 21 de noviembre a las 16) y  “Sobre la escritura de música política” (en el Salón Dorado del Teatro Colón, Libertad 621, el 22 de noviembre a las 17). En la primera de estas charlas, compartirá espacio con su esposa, la escritora y educadora sexual Mollenna Williams.

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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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