Fue campeón con Independiente, pasó por Boca, pero se retiró a los 31 años y administró un balneario: “No tenía ganas de volver a pisar un estadio”

Alejandro Barberón
La Porota Barberón en su etapa como jugador del Rojo y en la actualidad

“Es una lástima que Independiente se haya venido tan abajo. En Boca jugué porque soy hincha, pero en el corazón se lo llevó el Rojo. Y mi corazón hoy está muy dolido y sufre mucho, porque el Rey de Copas está pasando por una mala situación en todos los sentidos”. Compungido se mostró Alejandro Barberón, ídolo de la institución de Avellaneda, donde ganó tres títulos en nueve años, entre ellos, la Copa Libertadores 84 y la Intercontinental de ese mismo año.

El ex delantero -nacido en Lobería, a 452 kilómetros de Buenos Aires- compartió cancha con Néstor Clausen, Enzo Trossero, Carlos Enrique, Ricardo Giusti, Jorge Burruchaga y Ricardo Bochini en el mejor Independiente del último medio siglo.

“Tuve la suerte de estar en la época dorada del Rojo y no sólo por los triunfos, sino también en la parte humana, con directivos ejemplares”, recordó el atacante que vistió en 240 oportunidades la casaca roja, al cabo de dos periodos, siendo el primero entre 1978 y 1982, y el segundo entre 1984 y 1988.

A Barberón (sucesor en su momento de Daniel Bertoni) se le cumplió el sueño juvenil de jugar en el club de sus amores en 1988, cuando cruzó el Riachuelo detrás del técnico José Pastoriza y el volante Claudio Marangoni. La Porota era wing izquierdo, mismo puesto y distintas características que Jorge Alberto Comas, aunque la complejidad del desafío no iba a privarlo del gusto de vestir la azul y oro.

“El pase a Boca fue por dos motivos. Primero, porque en Independiente no encajaba en la idea de juego de Jorge Solari, ya que trajo a Alfaro Moreno, y la rompió. El segundo fue porque de chico era hincha de Boca y mi sueño era jugar en ese club”, reveló el hombre de 63 años.

Tras 33 partidos oficiales y convertir un gol con la camiseta xeneize, Barberon se retiró como profesional siendo muy joven, a sus 31 años y producto de las lesiones y de una artrosis que lo perseguían desde hacía tiempo. “Yo quería dejar el fútbol, y no que el fútbol me dejara a mí“, se sinceró en dialogo con Infobae.

-¿Qué es de su vida, Alejandro?

-Viviendo en Necochea desde el 2000. Me fui dos años a Perú entre el 2003 y 2005, pero cuando volví ya me quedé para siempre. Es mi lugar en el mundo, con playa, parque y tranquilidad.

-¿A qué se dedica?

-Hasta el año pasado estuve dirigiendo al Villa Díaz Vélez, un club de esta localidad que hace ocho años está en Primera División de Necochea. A principio de esta temporada pasé a dirigir al Ministerios, pero a raíz de unos problemitas personales por la muerte de mi papá, tuve que dejar todo y renuncié, ya que no me sentía con ganas de seguir. Ahora estoy trabajando en la parte deportiva en el Colegio de Abogados de esta ciudad balnearia. Estoy en la parte organizativa del torneo amateur interprofesional. Trabajo de lunes a viernes y los fines de semana descanso, estoy bien.

-Durante su carrera, ¿pudo hacer un buen colchón de dinero para vivir cómodo?

-No, porque en mi época no se pagaba mucho como ahora; hoy se manejan otros valores. Lo noto cuando hablo con ex compañeros que la están pasando mal y fueron figuras e ídolos de Independiente. Algunos invirtieron y les salió bien, otros no corrieron con la misma suerte. Siempre fui un tipo que me gustó disfrutar de la vida y lo sigo haciendo, trato de hacer lo que me gusta y diviertirme para sentirme bien. Lo mismo me pasó con el fútbol, que lo abandoné a los 31 años.

-¿Por qué tan joven?

– No me sentía bien ni me divertía yendo a entrenar. Dije: “Llegó el momento de abandonar” y tuve que dejar. En la vida me pasa lo mismo, trato de pasarla lo mejor posible y de ser feliz.

-¿Es feliz?

– Imposible serlo todo el tiempo. Para ser feliz todo el tiempo la gente que te rodea tiene que estar bien. Es decir, la falta de algún ser querido o los problemas de uno u otro te llevan a no ser feliz todo el tiempo, pero tengo salud que es lo más importante, sobre todo a esta edad. Es muy importante sentirse bien, trato de pasarla bien con los chicos que trabajo en el Colegio de Abogados, que me hacen sentir más joven.

-¿En qué lugar pone al fútbol en tu vida?

-Lo es todo. Gané campeonatos, triunfé con mi carrera, fui campeón del mundo con Independiente, me consagré con Boca y lo disfruté mucho. En mi vida, logré hacer lo que quise y viví de lo que a mí me gustaba. Soy un agradecido a Dios por todo lo que me dio. Por eso hoy estoy bien. La plata va y viene, y no me interesa ser millonario; vivo bien y con eso me alcanza. He dejado cosas porque no la pasaba bien, ya que quería vivir bien y a mi manera. Por suerte, el fútbol me permitió cosechar amigos.

-¿Cómo cuáles?

-Me dejó muchos amigos el plantel de Independiente campeón de la Copa Libertadores 84, que lo ganó todo. Tenemos un grupo de WhatsApp, donde seguimos chateando. Lo integran el profesor Carlos Kenny, Horacio Cirrincione, ayudante de campo del Pato Pastoriza, entre otros; son gente muy querida. También, Sergio Merlini, Jorge Clara, el Loco Sánchez, el Loco Enrique, Carlos Goyén, Olivera, Percudani, Ricardo Bochini, con quien hablo seguido; concentrábamos juntos y formamos una amistad.

-¿Cómo fue ser campeón del mundo con el Rojo de Avellaneda?

-Tengo el recuerdo de que ese año (1984) estaba jugando en el Millonarios de Colombia. Me vine de vacaciones a Necochea a visitar a mi familia y justo me enteré de que el plantel de José Pastoriza estaba de pretemporada en esta localidad balnearia. Un día, se me ocurrió ir a visitarlos, pasé por la concentración del hotel y el Pato me preguntó: “¿Qué haces acá?”. Le respondí: “Te vengo a visitar”. Entonces, me repreguntó: “¿Por qué no trajiste el bolso para entrenar?”.

Alejandro Barberón
Vistió en 240 oportunidades la casaca roja y fue campeón de la Libertadores y del mundo

-¿Qué le contestó?

-”Vine un mes de vacaciones Omar y estoy jugando en Colombia”. Inmediatamente, me respondió: “Yo te necesito en Independiente, porque vamos a salir campeones del mundo y quiero que estés con nosotros. Yo te lo arreglo”. Le aclaré que estaba muy bien en Millonarios, pero empezó a negociar y como teníamos una gran amistad, me convenció para que regresara. Al otro día, hablé con él y me pidió que viajara a Buenos Aires para firmar contrato en la oficina de la AFA en la calle Viamonte, donde me esperaba Pedro Iso, ex presidente de la institución. Al final, de un día para el otro me transformé en refuerzo del Rojo. Y, al final, se cumplió todo lo que Omar me adelantó.

-¿Fue el momento más destacado de su carrera?

-Sí, porque salimos campeones de América y del mundo. Fue el primer choque futbolístico que hubo entre un conjunto argentino y uno inglés, ya que superamos al Liverpool en Japón. Fue una muy linda experiencia y lo disfruté en todos los sentidos, los viajes, las concentraciones, los partidos; el grupo de jugadores era fantástico y daban ganas de ser parte. Fue una gran familia, integrada por los dirigentes, cuerpo técnico, jugadores, médicos y colaboradores.

-¿Fue el mejor momento del Rojo de su historia?

-Sí, igualmente venía de ganar la Intercontinental contra la Juventus en Roma 1973, final en la que Bochini marcó el gol de la victoria. Ese momento fue también muy bueno para el club de Avellaneda, pero el año 84 quedó en la historia por todo lo que ganó.

-Luego de Independiente, se fue a Boca Juniors. ¿Cómo se dio la transferencia?

-El pase a Boca fue por dos motivos. El primero, porque en Independiente no encajaba en la idea de juego de Jorge Solari, ya que trajo a Alfaro Moreno y la rompió. El segundo fue producto de mi operación en una de mis rodillas, ya que sufría artrosis y me lesionaba seguido. De chico fui hincha de Boca y mi sueño era jugar en ese club, entonces me di el gusto en 1989, ya que terminé mi carrera vistiendo la Azul y Oro. Así que se dio la chance y pasé.

-¿Notó algún cambio de un equipo al otro?

-El único cambio que percibí fue en la parte futbolística, porque en el Rojo teníamos una línea de juego en la que encajaba muy bien, pero cuando fui al equipo de la Ribera el esquema era otro y no me pude adaptar. Además, me lesioné mucho.

-¿Producto de la artrosis?

-Sí, porque luego de operarme de uno de mis tobillos no hice una buena recuperación y me apuré en volver a las canchas. Entonces, me lesionaba seguido. Nunca recuperé los cuádriceps como debería y vivía lesionado.

-¿Eso lo llevó a dejar el futbol?

-Sí, me cansé de estar lesionado, así que tomé esa decisión estando en Boca. Cuando dije que me retiraba, me vinieron a buscar del Everton de Viña del Mar con el pasaje en la mano. Además, me ofrecieron un muy buen dinero, un contrato por seis meses, pero les dije que no porque ya había tomado una decisión. Además, tenía muy en claro que el fútbol no me iba a dejar a mí, yo lo iba a dejar antes.

-¿Es cierto que mucho tuvo que ver una charla que tuvo con el Chapa Rubén Suñé para retirarse joven?

-Sí. Cuando jugaba en Boca hablaba con el Chapa Suñé que trabajaba en las Inferiores. Él había tenido un problema personal cuando el fútbol lo dejó a él. Entonces, yo no quería pasar por esa misma situación.

-Suñé intentó suicidarse luego del retiro. ¿Quería evitar eso?

-Sí. Él no se pudo recuperar psicológicamente del retiro y pasó por esa situación difícil, pero yo quería evitarla. El Chapa tuvo una caída desde un tercer piso. Cuando se recuperó, lo veía en la práctica medicado y sentado en el banco de suplentes, angustiado. A partir de una charla que tuvimos y por cómo lo observaba, tomé la decisión de abandonar el fútbol, ya que no quería pasar por esa misma situación. Igualmente, pude haber seguido, pero la decisión estaba tomada.

-¿Qué le dejó tu paso por el Xeneize?

-En Boca fui campeón de la Supercopa Sudamericana 89 y Recopa 90, pero me dejó más bronca que otra cosa. Bronca en el aspecto de que no pude rendir lo que me hubiese gustado, como lo hice en Independiente. Pero también me quedo con lo linda que es la hinchada boquense. Además, compartí cancha con Jorge Comas, Alfredo Graciani, Carlos Tapia, Diego Latorre, Walter Pico, Blas Giunta, Quique Hrabina, figuras del aquel equipo comandado primero por Pastoriza y luego por Carlos Aimar. Estuvimos cerca de ganar el torneo local 89. El club estaba bien institucionalmente, no tenía ningún problema. Pero Independiente es distinto.

-¿Por qué?

-Porque Independiente es como mi familia, prácticamente, y ahí las viví todas. En Boca jugué porque soy hincha, pero en el corazón lo llevo al Rojo de Avellaneda.

-¿Cómo está ese corazón, viendo la actualidad de Independiente?

-Mi corazón está muy dolido y sufre mucho porque el club está pasando por una mala situación en todos los sentidos. Tuve la suerte de estar en la época dorada del Rojo y no sólo por los triunfos, sino también en la parte humana, con directivos ejemplares.

-¿Lo llamaron algún vez de Independiente para trabajar?

-Una sola vez estuve hablando con Pablo Moyano en la sede de Camioneros porque me invitó a comer un asado y pensé que me iba a ofrecer trabajar en el club, pero no me lo propuso. Nunca me propusieron trabajar y me hubiese encantado porque amo Independiente. Tengo experiencia como entrenador, más allá de que no trabajé en ese cargo como profesional, sí en el fútbol amateur. Pero es una función que la podría desarrollar como ayudante de campo o entrenador, ya que tengo el curso hecho.

Alejandro Barberón
El ex delantero, con la casaca de Boca

-¿Lo sorprende que atraviese esta situación?

-Sí, pero lo que más me sorprende es que hace años se refuerza con jugadores de afuera y no saca chicos de la cantera, en puestos simples. No llego a entender cómo en Boca, River o Independiente no pueden sacar un marcador de punta derecho o izquierdo, son cosas inentendibles. Si no pueden subir de las Inferiores un marcador de punta, menos saldrá un centro delantero. El último que salió y explotó fue el Kun Agüero. Debutó por sus características, nadie lo trabajó. El Kun es el último ídolo y ya se retiró. Es una lástima que Independiente se haya venido tan abajo, pero creo que en algún momento habrá un cambio que provocará que vuelva a ser el equipo de gloria.

-Hablando de ídolos, ¿cómo fue jugar al lado de Bochini?

-Fue simple, hacía todo fácil. También, mi característica de juego, junto con Antonio Alzamendi por el otro lado, le venía muy bien al Bocha, con quien jugábamos de memoria. Mi estilo de juego me ayudó mucho a tenerlo al lado y disfrutar a Bochini

-Luego de colgar los botines, ¿a qué se dedicó?

-Con un socio administramos un balneario en Necochea. Desde que me retiré, me dediqué a eso. Aparte, estuve dirigiendo al Club Jorge Newbery de Lobería. Luego, entrené a Huracán de Tres Arroyos. Después me fui a Perú como director técnico. Y ahora estoy en el Colegio de Abogados.

-¿Cómo manejó el retiro?

-No me agarró un bajón anímico porque siempre estuve haciendo algo y gracias a Dios pude soportar todo; ni lo pensé. Desde que me retiré, volví una sola vez a una cancha de fútbol. Fue el año que cumplimos 30 años con Independiente de haber ganado la Copa Libertadores 84. En la previa al choque con Olimpia de Paraguay, estuve en el Libertadores de América y fue la única vez que pisé un campo de juego.

-¿Por qué no volvió como espectador a un estadio?

-No tenía ganas de pisar una cancha y por la distancia también, aunque cuando el Rojo jugaba en Mar del Plata tampoco iba. No tenía ganas de volver a pisar un estadio. Ya está, me retiré de todo.

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