Florencia Bonelli despliega una sonrisa brillante, enfundada en un abrigo blanco, al entrar a Infobae. Y la conversación sobre signos zodiacales brota como un manantial. “¿Vos también sos taurina?”, consulta la escritora argentina mientras sube en el ascensor, y su esposo ríe y confiesa que es de Virgo. El tema atraviesa todas las conversaciones y resulta inevitable. El estudio, los micrófonos, las luces. Todos consultan y comparten sus afinidades. En definitiva, las risas y las coincidencias se mezclan en esta improvisada clase magistral sobre astrología de la autora que lleva vendidos más de tres millones y medio de ejemplares. La conversación fluye.
“Es mi novela más sensible”, dice Bonelli sobre El hechizo del agua a Infobae Leamos. Ubicada en lo más alto del ranking de ventas desde hace varias semanas en Argentina y en la región, la autora referente del género histórico-romántico se sumerge en las aguas de la sensibilidad y se aleja de los conflictos bélicos, como en su libro anterior. La novela indaga sobre el autoconocimiento y la pregunta fundamental: ¿quién soy? La astrología, la magia del destino y las profundas reflexiones personales guían el relato. Pero también incluye elementos importantes en la trama como las adicciones, el dolor, el primer amor que vuelve, las señales y, por supuesto, el amor y las detalladas escenas eróticas a las que tiene acostumbrados a sus lectores.
La máxima sensibilidad del personaje principal, Brenda Gómez, una joven pisciana de 23 años, que no puede dejar de pensar en su primer amor, sobrevuela las casi 700 páginas. Y contrasta con el ritmo de vida alocado y de excesos en el que está involucrado Diego Bertoni, el joven líder de una banda de quien está enamorada sin poder evitarlo desde su infancia. Ese Diego que ella conoce desde pequeño dista mucho del que es hoy y, aunque su vida puede conducir al desastre, no puede arrancarlo de su cabeza. “Quiero que seas feliz con él”, suplica la abuela de Brenda. ¿El amor puede salvarlo todo?
El hechizo del agua completa su serie “Nacidas” (Nacida bajo el signo del Toro, Nacida bajo el sol de Acuario y Nacida bajo el fuego de Aries) y esta vez Piscis es el signo protagónico. La novela hechiza, sí. Y sucede todo lo que pasa con sus novelas anteriores: la profunda identificación. “Los escritores somos médiums”, afirma Bonelli y deja fluir entre las líneas de sus libros lo que los personajes quieren decir. Y, de un modo u otro, la autora de Bodas de fuego y de Indias blancas, toca el fuero íntimo de cada a través de sus historias y logra convertirse en un éxito rotundo de ventas, que lleva más de veinte años.
A pocas horas de su presentación en la Feria del Libro 2022 –este sábado a las 16.30– Bonelli confiesa que está ansiosa por su esperado encuentro con sus bonellistas: “Hace tres años que no nos juntábamos en la Feria, un poco de nervios siempre hay, no te lo voy a negar” Conoce a la perfección a sus lectores, detalla las repercusiones de la nueva novela, cómo se emocionaron y lo que viene en la presentación de El hechizo el agua en la sala José Hernández: “Para mí y para mis lectores, la Feria es una fiesta” Y la astrología se cuela en la conversación nuevamente: “estoy segura que ese día hay eclipse, espero que no me afecte.”
Miles de ejemplares ya se venden en la Feria y la firma de ejemplares, que tendrá lugar en el stand de Grupo Planeta, promete largas horas de cola. A pocos días de cumplir años, pide sus deseos: “Quiero aprender a estar siempre serena, algo casi imposible de lograr en este mundo. Estar tranquila. Serena. No tener miedo. Confiar en el cosmos. Confiar en que todo tiene un sentido”. Y deja fluir su máxima sensiblidad.
—En El hechizo del agua uno de los conceptos principales es el autoconocimiento y una de las principales herramientas que tiene para eso la protagonista es la astrología, que tiene mucho peso en este libro. ¿Qué podemos aprender de la astrología?
— Lo que podemos aprender es que no es lo que nos enseñaron o lo que pretendían que creyésemos: una cosa de superstición. Yo creía eso. La astrología me encuentra a mí a los casi 40 años. Durante 40 años creí que era cosa de supersticioso, de ignorante, porque naciendo en un hogar como el mío, muy católico conservador, la astrología era una cosa de ignorantes y supersticiosos.
—¿Entonces?
— Como todo en mi vida, me llegó a través de un libro y me doy cuenta que muy lejos de todo eso. Es una ciencia milenaria, una herramienta de autoconocimiento. Entonces, cuando vos tratas de encajar el modelo ya preestablecido por una sociedad tan cruel como la nuestra y no encajas, sufrís y padeces, la astrología de repente te dice no, viniste configurado para ser esto, no trates de ser esto otro porque no va por ahí. Siempre pongo el ejemplo que si naciste perro vas a ladrar si naciste gato vas a maullar. Cuando nosotros somos una cosa y tratamos de encajar en otra el sufrimiento es terrible. La astrología nos da esa serenidad de saber que soy así porque así me configuró Dios, el cosmos, como te guste llamarlo.
— ¿Qué aprendiste?
— Que era una persona completamente distinta de lo que todo el mundo quería que fuera. De chiquita te tratan de modelar para que encajes en todo. Los padres lo hacen para evitarnos sufrimientos, para que no nos hagan bullying, para que no seamos la rara avis, pero en realidad tenemos que ser lo que somos. Lo auténtico del ser es eso: respetar la naturaleza. Pero para respetarla primero la tengo que conocer. Porque nunca me enseñaron eso. Y eso es lo que nos da la astrología.
— ¿Cómo reaccionó tu familia a ese cambio?
— Mi familia no se enteró que yo me dedicaba a escribir hasta que el libro estaba en las librerías. La única que lo sabía era mi hermana Carolina.
— ¿Qué pasó cuando se enteraron?
— Cuando se enteraron que ya estaba el libro en la librería estaban fascinados. Pero se hubiesen asustado mucho si yo les decía dejo mi carrera de contadora, a mí me iba muy bien, yo trabajaba bien, ganaba bien, estaba contenta y ellos lo sabían. Si yo les decía dejo esta maravilla a los ojos de una sociedad que lo único que quiere es la certeza, el sueldo mensual y todo eso, por dedicarme a suicidarme prácticamente porque escribir novelas románticas hace 20 años atrás en la Argentina era un suicidio. Si yo le decía eso a mis padres se iban a asustar. Y no quería. Decidí transitar este camino que no podía frenar. En aquel momento de astrología no sabía nada, ni siquiera sabía que era tauro, así que yo me guiaba por este instinto, esta pasión que me llevaba a escribir y escribir y escribir. Y el día que estuvo Bodas de odio, que fue el primero en las librerías, mi hermana me llama y me dice, ella está en Córdoba, me dice Flor te lo pido por favor, el libro está en las librerías, el papi y la mami no saben nada, deciles.
— Decías que hace 20 años era un suicidio prácticamente escribir romántica. Hoy, en pleno siglo XXI, la romántica es uno de los géneros que más vende, ¿por qué crees que pasa eso?
— La vida no tiene ningún sentido y el amor es lo único que se lo da. Nacemos, nos matamos, nos matamos para ser algo, y después nos morimos. ¿Pero qué le da esa cosa que te da ganas de levantarte todas las mañanas? El amor. Es esa cosa que los científicos no saben bien qué es que nos provoca esta alegría, estas ganas de vivir, estas ganas de estar acá. Los seres humanos queremos contactar con eso, necesitamos ser amados, sobre todo para aprender a amar. Porque está en la naturaleza humana, no hay mucha explicación. El amor es un misterio.
— ¿Crees que cambió el prejuicio sobre la literatura romántica?
— Supongo que no. Hay mucha gente que tiene prejuicios. Yo soy muy prejuiciosa.
— Hablábamos del autoconocimiento y si hay algo que tienen tus libros son las escenas de sexo. ¿Qué rol juega la sexualidad?
— La sexualidad es una de las cosas más importantes del ser humano y siempre la han controlado. La Iglesia Católica ha sido una gran controladora de la sexualidad de la humanidad. No nos olvidemos que la Iglesia Católica hasta la generación de mi madre les controlaba todo. Nosotras recién empezamos en los 60 a hacer una gran revolución. Es fundamental la cuestión sexual. Primero es la forma en que nos reproducimos, ya está, básico. Más allá de eso que es muy básico es una cosa que le da mucha alegría al ser humano. Mucha felicidad para mí cuando está hecho con amor, obviamente. Y está en tu carta, está ahí. Venus es el signo que rige todo eso.
— ¿Te excitas cuando escribís escenas de sexo?
— No. Cuando una escribe está tan atenta a que quede todo bien claro porque uno tiene una escena en la cabeza. Yo la veo muy claramente. Pero ¿cómo hago yo para transformar eso al código, al lenguaje escrito y para que otra persona que no está en mi cabeza lo entienda y entienda cada movimiento? Estoy tan atenta a no equivocarme, a hacer todo bien. Pero no me pasa, para nada. Pero me encantan cuando me cuentan: “mi marido está agradecido con tus libros” o “volvimos a tener pasión en mi pareja después de 20 años de casados”, “me resolviste un problema de frigidez”. Eso me lo han dicho muchísimo.
— Otro de los grandes temas del libro es el primer amor, como La Tía Cósima, tu libro anterior. ¿Por qué nos pesa tanto el primer amor? ¿Estamos buscando eso en las otras relaciones?
— Sí, porque ese primer amor viene con toda la magia. Luego la vida te endurece. El sufrimiento, los problemas, ver el sufrimiento de los otros y nos va haciendo más cínicos. Emprender una relación romántica en ese estado de cinismo y de dureza a veces no es lo ideal. Y cuando uno inicia en aquel momento, 13, 14, 15 años, somos todavía muy puros. Todavía guardamos algo de esa inocencia porque el amor es inocente, es aceptación, es perdón. El amor es todo lo inocente que no vemos en el mundo. Entonces nos gusta volver, quiere volver a conectar con esa inocencia y pureza.
— ¿Por qué?
— Porque no te da miedo. Si te movés en un mundo de tiburones -como es el mundo-, te da miedo. Estás siempre alerta. En cambio, cuando te movés en un lago con patitos como cuando éramos más chicos, no tenés miedo, estás tranquilo, estás relajado. Creo que eso es lo que buscamos.
— Brenda, el personaje principal, atraviesa muchísimas situaciones de profundo dolor. ¿Qué venimos a aprender del dolor?
— En esta dimensión venimos a sentir dolor, es dolor puro. Primero es una dualidad. Los sabios dicen que hay otros planos en donde no hay dualidad, donde no hay polos. Acá tenemos feo/lindo, malo/bueno, enfermedad/salud. Esa tensión permanente en la que vivimos no te genera nunca paz, estás tironeado de un lado al otro. Eso es dolor permanente. Vinimos a sufrir, es así. Entonces lo que estamos tratando los seres humanos es de encontrar esa paz interior. Dificilísimo. Lo logran muy pocas personas. Ahora hay todo un movimiento de meditar, de tranquilizarnos, pero en realidad esta es una dimensión donde se viene a sentir el dolor, a tocar el dolor.
— También tocás un tema delicado: las adicciones, ¿por qué?
— Porque es algo con lo que convivimos todo el tiempo. Hay gente cercana, que conocemos y la adicción es parte del sufrimiento humano. Es justamente esa necesidad que tienen muchos de evadirse del dolor. Y es muy neptuniano, es muy pisciana la adicción. Pero en general Piscis tiene que cuidarse mucho de eso. Y la gente que tiene Neptuno muy mal ubicado en la carta tiene que tener mucho cuidado, tiene que saber que cuenta con esa debilidad, que puede caer. Yo digo que es muy difícil ser pisciano en este mundo tan hostil. Es como ser un patito nadando en una pileta llena de cocodrilos. El patito es piscis y está muerto de miedo. Por eso sufren tanto. ¿Y qué hacen? Y me evado, me quiero ir. Entonces consumo cocaína. El alcohol es una cosa muy pisciana también. Entonces como es tan común, como es tan de la naturaleza humana, necesité tocarlo y Brenda necesitaba hacer esa experiencia. Ella como pisciana tenía la capacidad de sentir el dolor del otro. Porque cuando uno ve un adicto muchas veces tenemos prejuicios. O no.
— ¿Y por eso ella soporta todo en el amor? ¿Hay que tolerar todo por amor?
— Sí, le aguanta todo, pero lo ama profundamente. Sí, son grandes tolerantes. Sí, piscis es un signo muy tolerante. Pero sobre todo yo creo que ella lo ama porque ella sabe que él es un ser humano hermoso. Hay momentos cuando uno tiene que saber decir basta en una relación porque la persona no es hermosa. El otro es un psicópata y ahí no hay ninguna posibilidad de rescatar eso. Diego era una persona profundamente herida, que quería acallar ese dolor con la droga y el alcohol y Brenda lo sabía. Ella sabía el hermoso ser humano que era. Ella lo quería rescatar y sabía que estaba ahí escondido detrás de todo ese dolor.
— Diego, el personaje principal masculino, también le sugiere a Brenda abortar. ¿Por qué decidís poner una escena así?
— Porque sería típica de una persona como Diego, una persona que vive en el miedo. Diego vive en el pánico. Le tienen pánico a la vida esas personas. Necesitan drogarse para no ver la vida. Imaginate lo que es que se tengan que hacer cargo de una vida, si no pueden hacerlo de la suya. Era obvio que él iba a decir eso, es lo lógico, es matemático. Hubiese sido ridículo que no se lo dijera, inesperado, poco verosímil.
—¿El éxito trae felicidad?
— No, te trae tranquilidad. No, felicidad no. La felicidad te la da otra cosa, nada que ver, al contrario. Te la dan las cosas más sencillas que se te puedan ocurrir. Yo soy feliz si escribo, si leo, si estoy en mi casa con mi marido viendo una película. No te voy a negar que siento una gran alegría cuando estoy en la Feria con las chicas, eso es obvio. Pero no es por el éxito, es por el contacto.
— Vendiste 3 millones y medio de ejemplares, ¿cuál es tu hechizo?
— Soy lo que estás viendo, soy esto, así me muestro. Y tengo una pasión por lo que hago que no tenés idea. Yo siempre le digo a la gente que busquen su pasión. Porque es difícil atravesar esta vida. Es triste si no tenemos algo que nos haga levantar todas las mañanas. Ese es mi hechizo, yo hago lo que me apasiona. Tuve la suerte, la dicha, la bendición de poder dedicarme a esto y vivir de esto, que no es fácil. Yo sé que le tengo que agradecer mucho al cosmos por eso.
Fragmento de “El hechizo del agua”:
Volviendo a Buenos Aires. Como es arriba es abajo.
Domingo 7 de julio de 2019.
El chico debía de tener unos quince años, dieciséis a lo sumo, y viajaba solo a juzgar por el cartelito con el logo de Iberia que llevaba al cuello y que rezaba «Menor no acompañado». Iba sentado a su lado en la clase turista del vuelo Madrid-Buenos Aires que aterrizaría dentro de unas horas en Ezeiza.
Al principio no le había prestado atención, absorta en la idea de que no llegaría a tiempo a su ciudad natal. Algo, no obstante, la distrajo. Se trató del fondo de pantalla del celular del adolescente, una foto, la cara sonriente del cantante Diego Bertoni, líder de la banda de rock argentina DiBrama, que encabezaba los rankings de los países hispanohablantes.
¿Por qué seguía sorprendiéndola que le sucedieran cosas insólitas? Con el Ascendente en Acuario, regido por el planeta Urano, más conocido como «el loco», su vida había estado y estaría signada por eventos inesperados y, sobre todo, desconcertantes, muchas veces dolorosos. In- tentó quitarle importancia y se convenció de que no resultaba tan disparatado que un adolescente tuviese la foto del ídolo juvenil del momento. El fondo de pantalla desapareció para dar vida a Spotify. Le extrañó que tuviese conexión a Internet, un servicio que se pagaba caro en los aviones.
Los dedos del adolescente se movían con agilidad mientras buscaban entre las opciones ofrecidas. Ahora que lo estudiaba, se dio cuenta de que tenía el mismo corte de pelo de Bertoni: las sienes rapadas y la coronilla cubierta por un pelo castaño, lacio y bastante largo, que había atado en una coleta a la usanza del músico. Se preguntó si, al igual que Bertoni, a veces lo peinaría en un rodete. Y no tuvo duda de que, de no haber sido imberbe, habría llevado una barba espesa aunque bien recortada como la de su ídolo.
erró los ojos en un acto ineficaz que pretendía borrar los recuerdos. Inspiró para aquietar las pulsaciones, sin mayor resultado. Encendió el Kindle y se puso a leer el libro de la astróloga norteamericana Donna Cunningham, Sanando los problemas de Plutón. Iba recién por Plutón en la Casa II, cuando lo que le interesaba era llegar a la siete, la de la pareja. Apretó los labios, enojada. El chico a su lado no tenía nada que ver con la oleada de memorias y de recuerdos que estaba asaltándola. La azotaba cada día desde hacía mucho tiempo, demasiado tiempo, a decir verdad. Había estado a punto de leer Plutón en la Casa VII apenas comprado el libro la semana anterior. Y todo porque era su ubicación de Plutón, la de él.
El avión se sacudió brusca y repentinamente. El indicador del cinturón de seguridad se encendió con un pitido y a continuación la voz del comandante inundó la cabina para anunciar que atravesaban por una zona de turbulencias.
Abandonó el Kindle y buscó el cinturón. Notó entonces que el adolescente se sujetaba a los brazos del asiento y que fijaba la vista al frente con una mueca crispada. La presión que ejercía con los dientes se vislumbraba en el modo en que se le marcaban los músculos de la mandíbula.
La desbordó la compasión propia de su signo, el último del Zodíaco, el de la constelación de los peces, conocido como Piscis. Más que compasión, le había explicado Cecilia Digiorgi, su astróloga y mentora, ella, como hija de Piscis, experimentaba el dolor ajeno en su propio ser. Hipersensibilidad neptuniana la llamaba, porque el planeta Neptuno era el regente de Piscis.
—No es fácil ser pisciano en este mundo tan hostil, querida Bren- da —la había prevenido más de tres años atrás al leerle la carta natal—. Mejor dicho, es muy difícil —concluyó y subrayó el adverbio «muy».
Se ajustó el cinturón y apoyó la mano sobre la rígida del chico, que giró bruscamente la cabeza y le destinó una mirada de ojos despavoridos.
—Ya pasa —lo animó con una sonrisa—. Es solo un momento.
Un nuevo sacudón la despegó del asiento; de no haber estado sujeta habría caído fuera. No recordaba turbulencias tan brutales.
Quién es Florencia Bonelli
♦ Nació el 5 de mayo en Córdoba, Argentina.
♦ Estudió Ciencias Económicas pero decidió dedicarse de lleno a la escritura en 1999
♦ Publicó publicado más de 20 libros, entre ellos, Bodas de odio (1999), Marlene (2003), Indias blancas (2005), Lo que dicen tus ojos (2006), la bilogía “El cuarto Arcano” (2007), la trilogía “Caballo de fuego”, la “Trilogía del perdón”, la serie “Nacidas” y la saga “La historia de La Diana” y La Tía Cósima.
♦ Su obra fue traducida a varios idiomas.
♦Vendió casi cuatro millones de ejemplares y es la escritora argentina más vendida y leída.
La presentación
Cuándo: este sábado 30 a las 16.30
Dónde: En La Rural, Av. Sarmiento 2704, Sala José Hernández.
Firma: En el stand de Planeta (Número 917), Pabellón Verde, después de la presentación.
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