A fines de la primera guerra mundial surge la idea de realizar un festival en homenaje a Mozart y uno de los mentores fue Richard Strauss. Dato de color, una descendiente de este último, de agudísimo oído y conocimiento, desde muchos años frecuenta nuestro primer coliseo. Si bien luego fueron incluyéndose otros compositores al festival, lo cierto es que Salzburgo, cuna de Mozart, anualmente le rinde culto.
En la ocasión nos referiremos a la obra Le Nozze di Figaro, con música del nombrado Wofgang Amadeus Mozart, ópera en cuatro actos, sobre libreto de Lorenzo da Ponte, basado en la comedia homónima de Caron de Beaumarchais, representada el 20 de agosto de 2023 en el Haus für Mozart (casa para Mozart). 1580 espectadores (Sala llena).
La responsable de hacer latir el pentagrama fue la Filarmónica de Viena, con la conducción de Raphaël Pichon, joven y talentoso director de orquesta francés, además de cantante (cuerda contratenor), nacido en 1987 en París, que viene desarrollando una trayectoria ascendente. La Filarmónica sonó como si los compases de la obra los llevara en su ADN. Todos sus integrantes dieron cuenta de un conocimiento hasta el detalle y pusieron de manifiesto también su sólida formación. Hablamos de una de las orquestas más destacadas del mundo.
En punto a los personajes se refiere, Krzysztof Bączyk, polaco, joven cantante (cuerda bajo), fue un Fígaro acorde al papel y entonado.
El rol de Sussana correspondió a la francesa, sagitariana y también joven, pero experimentada Sabine Devieilhe, fina en la actuación y destacada soprano en lo vocal.
El barítono Andrè Schuen desempañó el papel del Conde de Almaviva. El artista mencionado, por muchos años se dedicó al violoncello. Por fin, terminó eligiendo la voz. Además de cantante de ópera, es un gran liederista y calificado mozartiano. Posee un especial timbre vocal que amalgama con el personaje generando una particular emoción. Esto último lo ha destacado en otras actuaciones también, por lo que podemos decir que es diálogo propio. Fue muy bueno su desempeño desde todo punto de vista.
La joven soprano guatemalteca Adriana González, dio vida a la Condesa de Almaviva, que comenzó con el “Porgi amore” en el pianísimo, para luego brillar con clase y estilo en la gran aria “Dove sono i bei momenti”. La revista especializada Salzburg Exclusiv le dedicó un artículo a doble página con fotos en la que menciona sus premiaciones y expresa pone de resalto su fina voz lírica y destacada musicalidad. Coloca a la joven intérprete como una de las cantantes más prometedoras de su generación.
La mezzosoprano Lea Desandre, fue el Cherubino. Nacida en Francia en 1993, se interesó primero por la danza y luego, a instancias de su profesora de canto, a los 12 años integró el coro de la Ópera de París. Luego siguió sus estudios y actuó en diferentes teatros con muy buena repercusión. Además, recibió diferentes distinciones.
Su desempeño en la ópera que comentamos fue excelente. La gracia y agilidad con la que se movió en el escenario evidencia su temprano paso por la danza. Perfecta en su entonación y con el timbre un poco grave de su cuerda, logró una sobresaliente perfomance y recibió el unánime reconocimiento del público.
Jorn Hinnerk Andersen tuvo a su cargo la conducción del coro que con afinación y coordinación realizó una labor destacada y la escenografía rompió con los cánones tradicionales, presentándose como despojada, dejando espacio para el lucimiento de las individualidades.
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