
Hace ya unas cuantas semanas que Alberto Núñez Feijóo asumió que no iba a ser presidente del Gobierno. Había ganado las elecciones, sí, pero era plenamente consciente de que no sería capaz de reunir los apoyos necesarios para sacar adelante su investidura, un fracaso que se confirmó el pasado 29 de septiembre. El líder popular sabía que no había nada que rascar y no le hizo falta llegar hasta ese momento para ponerse el traje de líder de la oposición. Y lo hacía con una estrategia clara y un objetivo en mente. Feijóo se propuso aumentar desde la calle la presión contra Pedro Sánchez y la teórica amnistía que plantean los socialistas para los encausados del procés a cambio de un acuerdo para mantenerse en la Moncloa. Era la única vía que podría permitirles forzar una repetición electoral y frustrar unas negociaciones con los independentistas que avanzan pese al ruido. Feijóo lo intentó primer en Madrid y este domingo, a las puertas de una semana que se antoja clave para el acuerdo entre el PSOE y Junts y ERC, lo ha hecho en Barcelona.
El dirigente popular, arropado por muchos de sus barones, participó en la concentración contra la amnistía convocada por Societat Civil Ciudadana, desde donde acusó al PSOE de “hacer negocio”. “Está haciendo un negocio, que es la presidencia del Gobierno, después de perder, por siete votos independentistas. Ni Cataluña es un negocio ni la presidencia se puede vender ni transaccionar en base a una decisión reaccionaria como es faltar a la igualdad de los ciudadanos ante la ley”, denunció.
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Antes de que se iniciase la marcha, que reunió al menos a 50.000 personas, según la Guardia Urbana –los organizadores sitúan la asistencia en 300.000– Feijóo tachó la amnistía como una “cacicada impropia de una democracia”. “No se trata de una amnistía que busque la reconciliación, lo que busca exclusivamente es la presidencia del Gobierno. No se trata de una amnistía
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