Especial para Infobae de The New York Times.
MONTAÑAS GURGHIU, Rumania — En la profundidad de uno de los bosques protegidos más antiguos de Europa, trabajadores cargaban leña recién cortada en un camión de plataforma. Se dirigían a una fábrica que produce pélets de madera para abastecer la creciente demanda de energía que tiene Europa.
En toda Europa central, hay empresas que están talando los bosques y, en ocasiones, triturando árboles de varios siglos de antigüedad en nombre de las energías renovables. Todo esto es legal y, de hecho, hasta reciben subsidios gubernamentales, cuyo fin es ayudar a que la Unión Europea alcance sus metas relacionadas las energías renovables.
Pero en realidad, la madera que se quema podría ser todavía más contaminante que el carbón quemado.
Hace poco, los periodistas de The New York Times siguieron la carga de seis camiones hasta la fábrica y vieron cómo los troncos de una de las áreas de conservación más importantes del continente eran convertidos en aserrín.
Jamás se pensó que la madera fuera la base de la estrategia de energías limpias de la Unión Europea.
Cuando hace más de una década este bloque comenzó a subsidiar la quema de madera, se vio como un camino fácil hacia los combustibles renovables y un incentivo para que las casas y las centrales de electricidad no usaran gas ni carbón. Las virutas y los pélets se comercializaron como una forma de convertir el desperdicio de aserrín en energía limpia.
Esos subsidios dieron origen a un mercado próspero, al grado que ahora la madera es la mayor fuente de energía renovable en Europa, mucho más que la solar y la eólica.
No obstante, a medida que aumenta la demanda como consecuencia del desabasto de energía rusa, en la actualidad se talan árboles completos para usarlos como energía. Asimismo, cada vez hay más pruebas de que la apuesta de Europa por enfrentar el cambio climático usando la madera no ha rendido frutos.
Los bosques de Finlandia y Estonia, por ejemplo, que solían considerarse un recurso fundamental para disminuir el carbono de la atmósfera, ahora son el origen de tanta tala, que los científicos del gobierno los consideran emisores de carbono. El mes pasado, el gobierno de Hungría dejó de aplicar las reglas de conservación y permitió que se incrementara la tala en los viejos bosques.
Además, pese a que los países europeos pueden considerar la generación de energía con madera como una contribución hacia sus metas de energías limpias, el año pasado, la agencia de investigación científica de la Unión Europea señaló que la quema de madera liberaba más dióxido de carbono del que habría sido arrojado si la energía hubiera procedido de combustibles fósiles.
“La gente compra pélets de madera pensando que son una opción sustentable, pero en realidad, están propiciando la destrucción de los últimos bosques de Europa”, señaló David Gehl, de la Agencia de Investigación Ambiental, un grupo de defensa con sede en Washington que ha estudiado el uso de la madera en Europa central.
Esta industria ha crecido tanto, que los investigadores no logran seguirle el rastro.
Las investigaciones oficiales de la Unión Europea no pudieron identificar la procedencia de 120 millones de toneladas métricas que se usaron en todo el continente el año pasado, un vacío mayor al tamaño de toda la industria maderera de Finlandia. Los investigadores afirman que es probable que la mayor parte de esa madera haya sido quemada para generar calor y electricidad.
Se tiene programada para la próxima semana la votación del Parlamento Europeo en torno a un proyecto de ley que eliminaría la mayoría de los subsidios para esa industria y prohibiría a los países quemar árboles enteros con el fin de cumplir sus metas relacionadas con las energías limpias. Solo se consideraría renovable la energía procedente del desperdicio de la madera, como el aserrín y, por lo tanto, calificaría para recibir subsidios.
Sin embargo, muchos gobiernos europeos afirman que, debido a que se encuentra en riesgo el suministro de gas y petróleo rusos, ahora no es el momento de entorpecer una importante industria energética. En la República Checa, los manifestantes se han volcado a las calles, furiosos por los costos crecientes de la energía, y las autoridades francesas han advertido que este invierno habrá rotación de apagones.
En los documentos que han circulado entre los legisladores acerca del cambio de reglas propuesto, Letonia advirtió de “un posible impacto negativo en las inversiones y los negocios”. Dinamarca sostuvo que estas decisiones se deben dejar a los gobiernos nacionales. El debate se ve amenazado por un invierno sin la seguridad del gas ruso.
A medida que este debate se vuelve más intenso, los grupos ambientalistas usan nuevas herramientas para alegar que es momento de cambiar el rumbo.
Los expertos de la Agencia de Investigación Ambiental que trabajan con una amplia red de conservacionistas, han pasado casi un año explorando algunos de los bosques más antiguos del continente y colocando dispositivos de rastreo en los árboles. Han reunido datos sobre la ubicación de los camiones del gobierno y rastreado hasta los aserraderos los árboles de los parques nacionales y de las zonas de conservación. Han vinculado a los leñadores con las empresas que comercializan pélets de madera como un combustible neutro en carbono.
Descubrieron que el saqueo de los últimos bosques intactos de Europa para hacer pélets se ha convertido en una práctica muy extendida en Europa central.
El Times complementó los datos de ese grupo con registros de dominio público. Un reportero y un fotógrafo pasaron cuatro días caminando por los bosques de Rumania, los cuales representan dos terceras partes de las zonas boscosas vírgenes de la Unión Europea. En ese lugar, documentaron las talas y siguieron a los camiones que salían de los bosques ecológicamente vulnerables.
Aunque no está prohibida la tala en los bosques protegidos de Europa, se les pide a los gobiernos que lleven a cabo evaluaciones ambientales para garantizar que esa tierra se preserve. Pero los especialistas señalan que esas evaluaciones son poco comunes. El año pasado, el Tribunal de Cuentas Europeo alertó sobre estos bosques supuestamente protegidos cuando muchos de ellos se encontraban en “un estado de poca o mala conservación”.
Ahora, después de subir 670 metros por el macizo de Ceahlau en Rumania, se ve en la parte de abajo un camino con restos de madera, una cicatriz por uno de los últimos bosques viejos de Europa donde solía haber árboles de 200 años de antigüedad.
Adentrándose en la montaña, los trabajadores cargaban leña en un camión que decía Ameco, uno de los productores de pélets más grandes de Rumania. “La producción de pélets ofrece la posibilidad de usar los desechos de la agricultura y la silvicultura”, explica la empresa en su sitio web. Los costales de pélets llevan una etiqueta que dice que estos proceden exclusivamente del aserrín y las virutas de la madera.
Los periodistas del Times vieron que en las trituradoras de Ameco metían árboles procedentes de los bosques protegidos de Rumania.
Esta empresa también afirma que cuando su producto se quema, no emite gases de efecto invernadero. Los científicos han calculado que, en realidad, por cada unidad de energía, la quema de madera libera más gases de efecto invernadero que la quema de gas, petróleo e, incluso, carbón.
Ameco no nos concedió ninguna entrevista. En un correo electrónico, un gerente de ventas de Ameco negó que la empresa talara bosques ecológicamente vulnerables. Cuando el Times contestó que los reporteros habían visto seis camiones llenos que procedían de eso sitios y que los propios datos de embarque de Ameco señalaban que había cientos más, respondió otro representante de la empresa, quien reconoció la existencia de estos embarques, pero aseguró que todos eran legales.
Se supone que los propietarios de los bosques, estatales o privados, deben remplazar, en un periodo de dos años, los árboles talados con árboles nuevos para ayudar a equilibrar el ciclo de carbono. Pero con el paso de los años, los grupos ambientalistas han demostrado que esto no siempre se hace así. Los periodistas del Times vieron franjas muy extensas de tierra que se habían registrado como taladas hacía varios años, pero donde no se había vuelto a plantar nada. En algunos casos, quizás por la degradación del suelo, los retoños murieron.
Los reporteros también vieron un camión no registrado que transportaba madera, el tipo de tala que ayuda a explicar por qué los investigadores europeos no pueden identificar el origen de tanta leña. La Agencia de Investigación Ambiental descubrió casos constantes de embarques no registrados. En ocasiones, los embarques estaban subvalorados o se registraban pesos de carga idénticos durante varios días consecutivos.
Esto podría calificarse como tala ilegal en Rumania. El Ministerio de Medioambiente de ese país no respondió a las preguntas por escrito relacionadas con estos embarques, el cambio de ley propuesto y la industria de los pélets en general.
La Agencia de Investigación Ambiental rastreó leña que procedía de bosques ecológicamente importantes hasta diez fábricas de pélets y tres centrales eléctricas en Rumania, Bulgaria, Eslovaquia y Polonia.
Bioenergy Europe, una asociación de empresas, señaló que los problemas eran poco frecuentes. Si la madera se tala de manera correcta y sustentable, esta sigue siendo importante en una época en que es urgente que Europa encuentre fuentes internas de energía renovable, comentó Irene di Padua, directora de políticas de ese grupo.
“En Europa, todavía podemos aumentar nuestra capacidad de manera sustentable”, añadió.
Esta asociación se opone a recortar los subsidios o a cambiar la manera de definir la energía limpia. Si la Unión Europea ya no considera que la energía proveniente de la madera quemada es neutra en carbono, de inmediato hará que muchos países dejen de alcanzar sus objetivos de energías renovables.
Eso tendría consecuencias importantes para países como Italia, el mayor consumidor de pélets de madera en el continente. Más de una tercera parte de su energía renovable proviene de la quema de materia vegetal. Durante años, el gobierno italiano ha ofrecido deducciones fiscales para promover la compra de estufas que usan pélets.
En otros países hay oportunidades fiscales parecidas, así como otros incentivos económicos para los productores de madera. Si la nueva propuesta entra en vigor, tal vez esos incentivos ya sean ilegales.
No obstante, aun cuando el Parlamento Europeo apoye un cambio, los detalles se deben definir en negociaciones con los gobiernos nacionales.
Los gobiernos de Alemania, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo han dado muestras de querer poner fin a los subsidios. La mayoría de los demás países no se han pronunciado.
Aunque los grupos ambientalistas son optimistas, incluso quienes respaldan con mayor firmeza el cambio de reglas reconocen que la crisis energética rusa ha complicado la política. A lo largo del último año, los precios del gas natural han aumentado diez veces y muchos europeos temen no poder darse el lujo de calentar su casa este invierno.
“Necesitamos una mayor autosuficiencia y más energías renovables a nivel interno, no menos”, escribió el mes de mayo en Twitter Antti Kurvinen, ministro de Agricultura y Silvicultura de Finlandia. “Yo impulsaré totalmente la energía forestal”.
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