Especial para Infobae de The New York Times.
LAS VEGAS — Carlos Padilla caminó a su camioneta “pick-up” con un bolso al hombro que estaba repleto de literatura de campaña y una agenda para moldear el futuro de Estados Unidos. Fue veinte días antes de las elecciones de medio mandato y Padilla, un chef pastelero, se dirigía a la sede de la Unión de Trabajadores Culinarios Local 226.
La reunión a la que acababa de asistir fue mitad sesión de negocios, mitad mitin político. Hubo consignas con energía (“¡Dos, dos, seis!”, “Si votamos, ¡ganamos!”) y discursos de políticos que pedían el apoyo de los 400 meseros, cocineros, garroteros y encargados de limpieza que estaban reunidos. Al igual que Padilla, todos pasarían el resto del día tocando las puertas de los votantes en una ciudad que desde hace tiempo ha sido un eje electoral en este estado pendular y en otros.
Incluso en el mundo de la mano de obra organizada, los trabajadores de la hospitalidad nunca han sido una gran fuerza. Sin embargo, las visitas de campaña a la sede del sindicato por parte de candidatos presidenciales (Barack Obama, Hillary Clinton, Joe Biden) a lo largo de los años dan fe de la identidad inusual de este local: el poder político.
La fuente de ese poder son los 60.000 miembros del sindicato, quienes trabajan en los restaurantes, bares, casinos y hoteles que impulsan las economías de Las Vegas y Reno, ambas en Nevada. Gracias a contratos negociados por el sindicato, disfrutan de una seguridad laboral y estabilidad financiera que son poco comunes en la industria de la hospitalidad. Los salarios de los miembros promedian los 26 dólares por hora, según representantes del sindicato, y reciben aumentos cada año. Los empleos cuentan con prestaciones como seguro de salud, capacitación gratuita para avanzar en su carrera e incluso ayuda para hacer el pago del enganche de una casa.
Padilla, de 53 años, está entre los cientos de miembros que toman días libres pagados (otro beneficio contractual) para hacer campaña a favor de los candidatos que el sindicato apoya.
Padilla comentó: “Soy miembro del sindicato desde hace 29 años. Cualquier cosa que me han solicitado hacer para ayudar, la he hecho”.
El sindicato local (cuyos miembros a menudo lo llaman solo la Culinaria o 226) no siempre se ha impuesto en las contiendas del estado pendular. Sin embargo, la diversidad de sus miembros incluye distritos electorales que los profesionales políticos creen que tienen acceso al poder. Alrededor del 55 por ciento de los miembros son mujeres y el 45 por ciento son inmigrantes. El miembro promedio se representa como una mujer latina de 44 años.
Otra gran ventaja es su experiencia en campañas puerta a puerta. El ejército de trabajadores de la hospitalidad dentro del sindicato ya ha tocado en más de 750.000 puertas esta temporada de campaña, según líderes sindicales, quienes creen que pueden influir en la elección a favor de los candidatos en gran medida demócratas que apoyan en la actualidad. Muchos candidatos luchan por su vida política, la más notable es la senadora Catherine Cortez Masto, quien está en una cerrada contienda contra el aspirante republicano Adam Laxalt que podría determinar qué partido controla el Senado.
Al cuestionarles sobre cómo contrarrestarían la capacidad del sindicato de cambiar la decisión de los votantes, los representantes de la campaña de Laxalt respondieron con un comunicado que culpaba a los demócratas de la inflación y los altos precios de la gasolina. En el documento, se leía: “Pelearé por impuestos más bajos y lucharé contra los cierres del gobierno y los mandatos que dejan sin empleo a los trabajadores”.
Una excepción a la inclinación del sindicato hacia los demócratas fue su respaldo a Brian Sandoval, un republicano, en su campaña de reelección de 2014 por la gubernatura. Sandoval no estuvo de acuerdo con su partido en temas importantes para el sindicato, tales como la reforma migratoria y la Ley de Atención Médica Asequible.
Ningún republicano en la legislatura estatal votó por dos proyectos de ley recientes respaldados por el sindicato y relacionados con la pandemia: uno que brinda protecciones en el lugar de trabajo para trabajadores de la industria de la hospitalidad y otro que garantiza su derecho a regresar a sus antiguos trabajos.
Jon Ralston, un periodista veterano de Nevada especializado en política, opinó que, para ganar una elección de medio mandato que parece favorecer a los republicanos, los demócratas de Nevada necesitan que el sindicato aumente la cantidad de votantes demócratas que acudirán a las urnas en el condado de Clark, que incluye a Las Vegas.
En un mensaje de texto, escribió: “Es así de sencillo” y agregó que el sindicato “tiene los recursos humanos y la experiencia para hacerlo”.
Padilla comenzó como chef pastelero en Treasure Island, un casino y hotel, hace casi 30 años, tras mudarse a Las Vegas desde Flagstaff, Arizona. Empezó a interesarse en el trabajo del sindicato cuando su cuñado, un trabajador acerero, lo llevo a un mitin. Padilla mencionó: “Resultó que era la Culinaria la que organizó el mitin. Estaba impresionado”.
En los últimos dos años, Padilla ha pasado más tiempo realizando campañas de puerta en puerta que horneando pan o pastelitos. En la antesala de las elecciones de 2020, cuando lo despidieron de su trabajo debido a los cierres por la pandemia, el sindicato le pagó para que hiciera campaña puerta a puerta.
Ted Pappageorge, el secretario-tesorero del sindicato, indicó que elegir aliados para cargos públicos fortalece la mano del sindicato cuando negocia en nombre de sus miembros. “No hacemos cosas sindicales para poder ganar en la política. Hacemos política para poder ganar en contratos sindicales”.
Pappageorge expresó que el sindicato está especialmente motivado este ciclo electoral, ya que los contratos de cinco años con empleadores de la gran mayoría de sus miembros en Las Vegas concluirán el año próximo. Manifestó: “Vamos a tener negociaciones realmente difíciles. Creemos que podríamos tener huelgas”.
El sindicato también está presionando a los políticos locales para que apoyen un programa que busca combatir el costo en rápido ascenso de la vivienda. Rocío Leonardo, de 30 años, un ama de llaves en el Aria Resort & Casino que llegó a Las Vegas cuando era niña y es originaria de Guatemala, señaló que el año pasado los caseros aumentaron la renta mensual de la casa que comparte con su esposo y cuatro hijos de 900 a 1400 dólares.
Leonardo declaró: “Pensé que era un error”.
Padilla, que tiene tres hijos, comenta los costos de vivienda con todos los votantes que puede. Cuando los caseros aumentaron 400 dólares al precio de su alquiler, afirmó que ellos le dijeron: “No hay ninguna ley en Nevada que indique que no pueden incrementar la renta tanto como lo deseen”.
Durante un breve descanso de hacer campaña puerta a puerta, sacudió su cabeza con incredulidad. Aseguró: “Debido a eso, tomo esta elección muy en serio. Siempre hay una lucha”.
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