Cuando a alguien, pertenezca a la disciplina que sea, se le apoda El Filósofo, significa que merece ser escuchado y que puede servir de ejemplo a las generaciones tanto presentes como venideras. Es el caso de Eliud Kipchoge, el keniata que se ha convertido en el nuevo ganador del Premio Princesa de Asturias de los Deportes gracias a su destreza en el maratón. La más portentosa de la historia, según los entendidos: podría llevarle a convertirse en el único hombre con tres oros olímpicos en la distancia si se impone, como ya hiciera en Río 2016 y Tokio 2020, en París 2024.
Kipchoge y la velocidad estuvieron predestinados a entenderse desde bien temprano: los tres kilómetros que había entre su casa y la escuela los recorría, sin excepción, corriendo. Una vez que terminó los estudios de secundaria, a los 14 años, tuvo claro que se dedicaría en exclusiva al atletismo. Eso sí, la prueba que le marcó para siempre tardaría un tiempo en embelesarle. Su debut internacional, en 2002, sería en el cross, que le daría su primer oro mundial en 2003, como sub-20. Ya con los profesionales, los 5.000 metros se convertirían en su modalidad fetiche.
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El africano triunfó en esta especialidad: campeón del mundo en 2003, bronce olímpico en Atenas 2004, plata mundialista en 2007 y de nuevo subcampeón, en este caso olímpico, en Pekín 2008. Tampoco le fue mal en los 3.000 metros, con un bronce mundial en pista cubierta en 2006. Un año en el que también se impuso en tierras españolas, ya que se llevó la icónica San Silvestre Vallecana. Una lesión isquiotibial le apartó de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. El mazazo de no poder representar a Kenia haciendo lo que más le gusta supuso un antes y un después en su trayectoria: aquel percance le llevó a cambiar su hoja de ruta y empezar a correr maratones.
La gran leyenda de los 42,195 kilómetros
En 2013, Kipchoge concluyó segundo en Berlín: apenas era la segunda vez que competía en un maratón, y este se trata de uno de los más prestigiosos del mundo. Acabaría ganándolo en 2015, cuando estrenó su palmarés en otra cita de relumbrón como Londres. Anteriormente, en 2014, había conquistado otro major como Chicago. En 2016, llegaría su primer oro olímpico como maratoniano, que revalidaría cinco años más tarde (a consecuencia de la pandemia).
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Entre las carreras por excelencia, sólo se le resisten Boston y Nueva York: van cinco triunfos berlineses (también venció en 2017, 2018, 2022 y 2023), cuatro londinenses (volvió a cruzar primero en 2016, 2018 y 2019) y uno tanto en Chicago como en Tokio (2022). Unos números extraordinarios teniendo en cuenta que ha corrido 21 maratones en su vida. Kipchoge llegó a poseer el récord del mundo (dos horas, un minuto y nueve segundos) desde septiembre de 2022, en Berlín, hasta este mes de octubre, cuando su compatriota Kelvin Kiptum se lo arrebató en Chicago (dos horas y 35 segundos).
Pero el momento por antonomasia de la era que está marcando en el maratón llegó en 2019, cuando paró el cronómetro en una hora, 59 minutos y 40 segundos en Viena. Algo nunca visto, aunque su registro careció de oficialidad: todo estaba preparado para que Kipchoge hiciese una marca estratosférica, con ‘liebres’ (corredores de apoyo) que le privaban de ser afectado por el viento y un vehículo que iba exponiendo cómo era su desempeño.
Con un calendario maratoniano que nunca ha sobrepasado las dos citas por año hasta la fecha, el gran objetivo futuro de la leyenda es haber ganado más maratones que nadie en los Juegos Olímpicos. De conseguirlo, superaría a dos mitos como el alemán Waldemar Cierpinski y, palabras mayores, el etíope Abebe Bikila. El primero pasó a los anales en 1976 y 1980. El segundo, en 1960 y 1964. No contento con haberles igualado, Kipchoge quiere elevar la marcianada a límites insospechados.
“Su destreza estratégica en las carreras y su capacidad de concentración”, que le han hecho merecedor del sobrenombre filosófico que le acompaña, conquistó al jurado del Princesa de Asturias de los Deportes. Las hazañas deportivas que pueblan su currículum han sido primordiales para que Kipchoge se llevase el galardón, pero no su único punto fuerte: “Desarrolla una importante labor social a través de la fundación que lleva su nombre, que se dedica a facilitar el acceso a la educación infantil y a la protección del medio ambiente”.
Gran deportista, pero sobre todo gran ser humano, Eliud Kipchoge reconoció, en su primer agradecimiento por haber sido premiado, que quiere “dejar un legado en este mundo a través del deporte de correr, ya que un mundo en el que la gente corre es un mundo más pacífico, más feliz y más sano”. A sus 38 años, ya lo ha conseguido, pero todavía quiere más.
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