El veto presidencial y el "costo político" como eufemismo

Desde hace días se escucha y lee profusamente “costo político” como la forma en la que la población rechazaría este acto que es una demostración de la profundización de un ajuste que se encuentra en niveles siderales. Sin embargo, se trata simplemente de un eufemismo que encubre el deseo de que las graves consecuencias que sufren los sectores populares frente a una serie de medidas económicas que solo desbarrancan las condiciones de vida de las masas sea dirimido en un escenario electoral para el que falta, todavía, más de un año. Se trata de un operativo conjunto de la fracción macrista que gobierna, la fracción peronista que “juega” tibiamente a la oposición y los medios centrales, que tratan de instalar esa proyección. Y de las direcciones sindicales que una tras otra se escudan en un inmovilismo desolador. Ni qué decir del kirchnerismo, que apuesta a la consigna: “Hay 2019” como todo bagaje político. Si bien el arco que posibilitó el ajuste macrista empieza a mostrar algunas fisuras, también es cierto que demuestra a cada paso los límites de sus planteos políticos.

Los principales responsables del inmovilismo de los sectores laboriosos se encuentran en las cúpulas burocráticas de los sindicatos, enfrascados en una rosca que hace quedar a Vandor como un ácrata de principios del siglo XX (hay que recordar que, al menos, Vandor llamaba a “golpear”, es decir, tomaba medidas para luego negociar, mientras los miembros del triunvirato, los dirigentes de los gremios y toda esa runfla solo se interesa en engrosar sus fortunas personales y tomar el té en las oficinas del ministro Jorge Triaca). Frente al aparato político y comunicacional que ataca a los docentes que paran y “toman de rehenes a los niños”, en lugar de ver que es el Gobierno el que toma de rehenes a los maestros con salarios de miseria y ofrecimientos paritarios irrisorios. Sin embargo, en Neuquén, luego de una huelga de 42 días, logró que los salarios se actualicen trimestralmente de acuerdo con el índice de inflación del IPC y un bono de 4 mil pesos. Esto quiere decir que la lucha, que expresó la rebelión docente de modo más acabado, obtuvo sus frutos. Los cuatro paros esporádicos del kirchnerista Baradel no lograron más que propuestas del Gobierno de María Eugenia Vidal que no son más que burlas.

(Una digresión: la gobernadora María Eugenia Vidal expresó su profundo odio de clase contra los sectores menos favorecidos del mismo modo que lo hacían, sin tapujos, los conservadores de las primeras décadas del siglo XX. “¿Y llenar la provincia de universidades públicas cuando todos sabemos que nadie que nace en la pobreza llega a la universidad?”, despachó frente a los miembros del Rotary Club, que aplaudieron sus palabras. Para Vidal, un “pobre” no puede llegar a la universidad. “Nadie”, remarcó. La red social Twitter se pobló de testimonios de personas de origen humilde que se graduaron en las universidades, a la vez que las cifras demostraron que los graduados de las universidades de la provincia son, en su mayoría, primera camada de graduados universitarios en sus propias familias. Las declaraciones de Vidal, que en otro eufemismo fueron calificadas “como un acto de honestidad para llamar a un debate sobre el tema”, merecerían de por sí un paro de la docencia).

Todo el arco sindical, desde el K hasta los de la CGT, dicen “paro” pero luego esconden la cabeza. Los Moyano, Hugo padre y Pablo hijo, habían dicho: “Si hay veto, hay paro”. No lo hay. Por el contrario, el camionero está negociando en el despacho de Triaca el aumento salarial camionero. Si lograra algo para sus compañeros, el paro otra vez desaparecería del horizonte. La CGT no aprendió de la movilización en la que la triada burocrática fue expulsada del escenario y su atril, tomado por los manifestantes. No es que deberían aprender, sino que no aprenden más.

Por eso es necesario, para hacer frente a la catástrofe, no postergar las medidas para acabar con el ajuste. Medidas para lograrlo sobran: desde la reimposición de las retenciones (cuyo valor de regalo a los empresarios que las gozan es mayor que el déficit fiscal que mentan todo el tiempo los personeros del Gobierno) hasta la nacionalización de las empresas energéticas para dejar de que el pago de las tarifas de servicios esenciales y la nafta redunden en ganancias siderales para los dueños de los emporios y hambre para el pueblo. No hay que esperar a las elecciones. El tiempo es hoy. Y es un tiempo clave. 



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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