El sindicalismo argentino, bajo la mirada de una antropóloga británica: “En este país es mucho más fácil hacer un paro"

Sian Lazar es una antropóloga británica y profesora de la Universidad de Cambridge que desde hace años estudia los movimientos sociales y el sindicalismo en Latinoamérica.

Su último libro Cómo se construye un sindicalista (Siglo XXI) es un estudio etnográfico sobre la vida cotidiana y la militancia de dirigentes y delegados de los dos principales gremios de trabajadores estatales de Argentina: UPCN y ATE.

Tradiciones familiares, vocación política y el doble estigma social que enfrentan por ser sindicalistas y empleados estatales.

-¿Por qué decidiste estudiar el sindicalismo en la Argentina? En Inglaterra tienen la tradición más antigua de sindicalismo del mundo…

– El sindicalismo británico no es muy parecido, no es el mismo objeto de estudio, es sindicalismo pero lo de Argentina es muy particular. En mi caso tiene que ver con mi trayectoria personal, me interesé mucho en los movimientos sociales de América Latina e hice mi trabajo doctoral en Bolivia, en El Alto, donde me reuní con las juntas vecinales, pero también con la federación de gremialistas, que es el sindicato de los que venden en las calles. El sindicalismo en sí me interesó como parte de un movimiento social, entonces si quiero investigar el sindicalismo latinoamericano la tradición de Argentina es muy importante.

– ¿Cuál dirías hoy por hoy que es la principal diferencia entre el sindicalismo argentino y la tradición el de Inglaterra?

– Por una parte el ambiente legislativo, las posibilidades de actuar políticamente. Acá los sindicatos tienen más peso político, cultural y social que en Inglaterra. Además, allá es muy difícil por ejemplo hacer un paro, o hacer una movilización que sea legal. Es muy difícil…

(Crédito: Santiago Saferstein)
(Crédito: Santiago Saferstein) (Santiago Saferstein/)

– Claro, porque existen muchas trabas legales.

– Sí, por eso. No hay protección tampoco para los delegados sindicales. Por otra parte, la tasa de sindicalización en Inglaterra es muy baja. Hay también un desprecio al sindicalismo dentro de la sociedad, que existe acá también, por supuesto. Además, yo diría que en Inglaterra el activismo político es más individualista, no existen las mismas tradiciones colectivas, la sociabilidad que hay acá. Y otra cosa es que los sindicatos más fuertes en Inglaterra están muy vinculados al partido Laborista. Entonces eso es diferente como propuesta política, no son tan autónomos como los sindicatos de acá.

– ¿Incluso los sindicatos que son históricamente peronistas sentís que son más autónomos que los británicos?

– Los británicos son autónomos en cuanto a sus cosas gremiales, pero en la actuación política no hay mucha expresión fuera del partido Laborista. Mientras que, yo diría que acá el peronismo engloba muchos peronismos, entonces los sindicatos se crean como poderes autónomos, con vínculos obviamente. No sé si el partido Justicialista puede dictar lo que hacen los sindicatos.

– De acuerdo al tiempo que pasaste con tantos delegados y con dirigentes, ¿sindicalista se hace o sindicalista se nace?

– Eso me parece un lema muy interesante, mucha gente me ha dicho esto sobre el peronismo: se nace, no se hace. Justo esa es la pregunta central del libro y la respuesta es que son las dos cosas. Se nace o se siente una suerte de vocación de servicio, de un compromiso político, pero también puede llegar desde los padres, los tíos, las tías. También se hace mediante la acción política, los debates dentro de la junta interna de la delegación, las marchas, las asambleas y el trabajo sindical en sí.

– En el libro hablás sobre los mecanismos que tiene el mismo sindicato para reforzar ciertos valores que reproducen el compromiso militante…

– Es muy interesante, hay una suerte de dialéctica en los dos sindicatos que tienen talleres de formación. UPCN tiene una escuela de formación sindical a la que asiste mucha gente, tienen cursos muy interesantes. ATE también tiene sus responsables de formación, los talleres y todo eso. Hay una dialéctica: viene un delegado con ciertos valores como la vocación de servicio o el ser peronista y dentro de los talleres refuerzan todo eso diciéndole “sos así, sos un sindicalista, a pesar del estigma dentro de la opinión pública, tenés ese compromiso político con el otro”. Al mismo tiempo que se enseñan diferentes estrategia, cómo hablar…

(Crédito: Santiago Saferstein)
(Crédito: Santiago Saferstein) (Santiago Saferstein/)

– Sí, saberes prácticos.

– Saberes prácticos, exacto, con esas cosas se fijan los valores. No es solamente dentro del espacio de la formación, sino también cuando están tomando café y cuando están hablando entre ellos. La otra forma en que circulan los valores y se refuerzan es también en la convivencia social, en las delegaciones, cuando discuten, cuando debaten ideas, cuando habla del otro sindicato. Si uno habla del otro refuerza el entendimiento de lo que uno es.

– ¿Las movilizaciones también colaboran en reforzar valores?

– Sí, porque son experiencias muy corporales. Si vas con los bombos, te entra el sonido en el pecho, y es también una forma de efervescencia. Eso refuerza que uno es parte de esa colectividad.

– ¿Cómo viven los delegados o los dirigentes gremiales este doble estigma de ser sindicalistas y empleados estatales?

– Sí, es una preocupación porque están trabajando para que funcione bien el Estado. Y el Estado también son ellos. Alguien me ha dicho: “Yo soy ciudadano argentino, entonces yo soy mi propio empleador”. No es fácil ser sindicalista en una esfera estatal porque no tenés exactamente el mismo “enemigo” que en el sector privado que es el gran patrón. Ahí tenés el patrón y los intereses son totalmente diferenciados…

– Está todo más claro.

– Mucho más claro. Mientras que si uno trabaja dentro del Estado uno es el Estado también. Yo los vi dentro de esa estigmatización defender su visión del Estado, defender la visión de un sindicalismo que pelea para el bien de la clase trabajadora, tanto estatales como un proyecto político también más amplio.

(Editorial Siglo XXI)
(Editorial Siglo XXI)

– Y con respecto a la corrupción, ¿suelen negarla, la minimizan o reconocen que es un problema grave porque los deslegitima?

– Depende de la situación. Me han contado pero lo dicen más de otro sindicalista, de los famosos “gordos”. Dicen: “Nosotros hacemos lo que podemos hacer y lo hacemos bien, lo hacemos de una manera profesional”. Obviamente que nadie me va a decir: “Somos corruptos”. Y además la corrupción en sí es algo muy interesante porque es una narrativa que tiende a decir más sobre la persona que está hablando que sobre la realidad. El corrupto siempre es otro. Y ese es el proceso de explicarlo y de construir también una identidad moral de uno mismo dentro del contexto colectivo. Entonces no es que uno niega la corrupción pero eso en mi experiencia es muy común por todo el mundo.

– A grandes rasgos, ¿cuáles son las principales diferencias entre los dos sindicatos que investigaste (UPCN y ATE)?

– UPCN es más negociador oficialista, pero también negocian desde una posición de fuerza, esa es la idea, no es negociar solamente por negociar. Es también verticalista, y para ellos esa organicidad les da fuerza. Mientras que ATE es más horizontal, más ligado a los movimientos sociales y con un discurso y una actuación más combativa. Y por otro lado, en el libro también hablo de la militancia y la contención, a procesos sociales de construir el ser sindicato, el ser colectivo y el ser individual. Yo diría que en la militancia los dos tiene mucho en común, entienden la militancia de manera bastante parecida. En cuanto a la contención ponen diferentes énfasis: UPCN en un proceso terapéutico de escuchar los problemas de los afiliados, de hacer actos culturales, de abrazar al afiliado y al delegado, de cuidarlo dentro de la Obra Social y de la delegación; y ATE pone más énfasis en las asambleas, las marchas, los debates políticos y todo ese tipo de cosas. No digo que UPCN no vaya a las marchas o que no hace asambleas, lo hacen pero no pone tanto énfasis en esa forma de acción combativa que ATE. Y ATE también negocia ciertas condiciones paritarias y no es que tampoco no hace los actos sociales y de cuidado. Es una cuestión de énfasis.

– ¿Algunas de estas características creés que es la que explica por qué en Argentina los sindicatos retuvieron tanto poder?

– Sí, para mí esa cuestión de la sociabilidad y de la construcción de la colectividad en el día a día es lo más importante. Eso es lo que no veo en mi país, esa forma de trabajo cotidiano de construcción política y social. Por otro lado, el estar dentro de una tradición histórica de largo plazo, de un sindicalismo muy importante con mucho peso político, y también de muchas trabas en los años 70. Toda esa experiencia histórica, ser parte de esa narrativa, también creo que da una suerte de fuerzas a los sindicatos y es muy importante para ellos.

Entrevista completa:

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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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