Álvarez de Toledo siempre ha sido un verso suelto dentro del Partido Popular y, lejos de molestarle, para ella no hay mayor cumplido. “¿Suelto de qué? En la política española infravaloramos el pensamiento crítico, la discrepancia no es sinónimo de deslealtad”, dijo, en agosto de 2020, después de que Pablo Casado la destituyera como portavoz en el Congreso.
Días antes, había dado una entrevista a El País, con polémicas declaraciones, que fue la gota que rebalsó la paciencia del otrora líder popular, quien día sí y día también recibía reclamos de los barones del PP para cesarla cuanto antes. “Basta ya de este tipo de espectáculos en el Congreso”, llegó a exigir públicamente Alberto Núñez Feijóo, quien por entonces se contaba entre sus mayores detractores, tras uno de los tantos cruces parlamentarios con los que la portavoz incendiaba las sesiones cada semana.
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Sin embargo, todo aquello ha quedado en el pasado. En esta nueva era en Génova pocos son los que recuerdan a Casado y, este jueves, Feijóo ha optado por olvidarse de las maneras de Álvarez de Toledo y darle otra oportunidad al designarla portavoz adjunta en el Congreso. La legislatura que inicia se prevé sumamente bronca y el líder del PP sabe que precisará toda la artillería de la que dispone el partido, pocas armas mejores que la diputada a la que no le tembló la voz para, desde el estrado, llamar terrorista al padre de Pablo Iglesias.
¿El segundo resurgir de Cayetana?
Si bien aún se desconoce a ciencia cierta qué tanto protagonismo tendrá Álvarez de Toledo en esta nueva etapa, lo cierto es que este será el segundo retorno de la hispano-argentina a la primera línea del partido, quien dio el portazo por primera vez en 2015, disconforme con el gobierno de Mariano Rajoy que, a su juicio, había “despreciado la política”. Estas discrepancias la llevaron incluso a pedir el voto para Ciudadanos en las elecciones generales de 2016, cuando los populares buscaban continuar en La Moncloa.
Álvarez de Toledo siempre ha sido identificada con el ala dura del Partido Popular, ese cuyo principal referente es José María Aznar. De hecho, forma parte del patronato de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), centro de investigación presidido por el expresidente y considerado el Think Tank del sector más conservador de los populares. No por nada su fichaje por parte de Casado se entendió entonces como la vuelta a escena del aznarismo, tras los años de liderazgo de Rajoy.
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Tras su caída en desgracia, Álvarez de Toledo rechazó dejar su acta de diputada y prefirió ser la cara visible de la oposición interna a su exjefe. En numerosas ocasiones, desde su apartada banca en el Congreso, criticó las decisiones de la dirección de su formación e incluso llegó romper varias veces la disciplina de partido, por ejemplo, cuando votó a favor en la primera moción de censura presentada por Vox contra Pedro Sánchez. Igualmente, llegó a coquetear con el Ciudadanos de Inés Arrimadas, con quien compartía posiciones comunes respecto a Cataluña.
En su segundo exilio popular, Álvarez de Toledo escribió Políticamente Indeseable, libro en el que denuncia “la degradación del oficio de la política” y a la que, a lo largo de las 520 páginas de la obra, se compromete combatir. Quizá fue esta promesa hecha sobre papel, y no tanto la sed de venganza, lo que la llevó a posicionarse -al igual que todo el aznarismo- del lado de Isabel Díaz Ayuso cuando estalló el escándalo por las acusaciones de corrupción contra la presidenta de Madrid por parte de la propia dirección del partido. Tampoco a nadie le sorprendió que fuera de las primeras en pedir públicamente y sin reparos la cabeza de Casado.
Sorpresivamente, durante los primeros meses de Feijóo al frente del Partido Popular, mantuvo un perfil relativamente bajo a pesar de haber chocado en numerosas oportunidades con el otrora presidente de la Xunta. Este silencio se vio recompensado con un lugar en la listas por Madrid en las últimas elecciones, que le permitió revalidar su banca en el Congreso. No obstante, durante las infructuosas negociaciones para la investidura del líder popular, fue de las que levantó la voz en contra de un posible acercamiento con Junts. En el PP asumen el riesgo que supone un verso suelto, resta saber si la tercera etapa política de Álvarez de Toledo es la vencida.
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