El poder de la bucket list: Mariana Fabbiani comparte su lista de deseos pendientes

Mariana Fabbiani comparte su lista de deseos pendientes, se sumó al movimiento #bucketlist
Mariana Fabbiani comparte su lista de deseos pendientes, se sumó al movimiento #bucketlist

Por Verónica Salatino

Una lista de experiencias o logros que una persona espera tener o cumplir durante su vida“. Esa es la definición de bucket list, según Axel y Ash, dos emprendedoras que se lanzaron a la aventura de motivar a miles de personas y a sumarse a este movimiento que invita a crear una vida más conectados con el deseo propio.

“¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?”, preguntan desde el cuaderno que diseñaron especialmente para que, quienes así lo quieran, anoten sus 101 anhelos todavía pendientes, pero no por eso olvidados.

Así, poco a poco, cada día más y más adeptos a cumplir sus sueños comparten sus experiencias mediante el hashtag #bucketlist: desde asistir a la fiesta de blanco en Nueva York, hasta conocer a un panda, tirarse en paracaídas, probar un sabor nuevo o visitar algún destino, la lista es infinita y la motivación, constante.

Claro que no es algo que haya comenzado con este libro, ni con las redes sociales ni tampoco con la recordada película de Jack Nicholson y Morgan Freeman, The Bucket List (que en Argentina se conoció como “Antes de partir”), en la que los protagonistas, ya adultos, se enteraban de que estaban en sus últimos días de vida, y decidían armar una lista de cosas pendientes que querían hacer antes de morir, lo que los llevó a pasar los mejores meses de sus vidas.

Con ese espíritu, pero sin esperar a darnos cuenta de que el paso por este mundo se nos termina pronto para hacer lo que realmente deseamos, sentarse a armar un listado de asignaturas pendientes, anhelos, deseos, experiencias o logros por cumplir puede convertirse en lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos.

El hecho de sentarse a armar una lista de deseos es algo que los terapeutas a veces les damos como tarea a los pacientes, justamente para que puedan tomarse su tiempo y sintonizar con lo más profundo de sí mismos“, explica la licenciada en psicología Silvina Lifschitz.

“Desde una corriente un poco más existencial que la psicoanalítica, esto permite conectarse con el yo superior, con aquello que no es fácilmente asequible a la conciencia y que sólo una mirada interior puede hacer florecer; y el hecho de plasmarlo por escrito ayuda a tener una conexión con eso y a que se torne algo realizable, que pueda volverse real”, suma la psicóloga, quien además es astróloga, instructora de yoga y meditación, y terapeuta de regresión de memoria.

Armar un lista de deseos para conectarse con uno mismo (Shutterstock)
Armar un lista de deseos para conectarse con uno mismo (Shutterstock)

Volver a la esencia

Conectar parece ser la clave. Pero, ¿con qué? ¿Con el cosmos? ¿Con el universo? ¿Con los demás? ¿Con algún gurú mágico? No, nada de eso. Se trata de conectar con quienes fuimos, pero al parecer olvidamos; con lo que siempre quisimos, aquello hacia donde apuntábamos en los primeros años de vida, pero en el camino nos distrajimos.

Tener claro qué es eso que tengo pendiente o que deseo cumplir en mi vida y todavía no logré es algo que, en general, viene luego de alguna crisis existencial, que tiene que ver con darse cuenta de que estuvimos durante muchos años detrás de deseos que no son propios, sino que son imposiciones sociales a veces, y hay un momento en la vida en el que ya cumplimos con ese objetivo impuesto y nos damos cuenta de que, tal vez, produce satisfacción, pero no felicidad o plenitud. Ahí aparece la necesidad de repensar algunas cuestiones pendientes”,explica el licenciado en psicología Esteban Mongiello, miembro de Adineu (Asistencia, Docencia e Investigación en Neurociencias).

Estos asuntos pendientes están relacionados con nuestra esencia, “con aquella persona que eras cuando eras niño”, en palabras de Mongiello. ¿Qué querías hacer cuando todavía no tenías la mente llena del “deber-ser” y soñabas a lo grande? ¿Qué anhelabas cuando creías que no había obstáculos que pudieran detenerte o cuando la mirada ajena no era un concepto a tener en cuenta?

“¡Bailar en puntas!“, responde sin dudar Mariana.”Estudié clásico de chica, pero mi maestra nunca me dejó ponerme las puntas porque decía que no estaba preparada. Nunca iba a estarlo, ¡pero lo voy a hacer!”, se explaya sobre el punto 2 de su bucket list. ¿El primero? “Viajar sin fecha de regreso. ¡Amo viajar!”.

De eso se trata esta conexión con el deseo más esencial; de soñar, sí, pero también de recordar aquello que alguna vez anhelamos con fuerza y de recuperarlo para hacerlo realidad.

“Desde la neurosis, a veces como seres humanos evitamos encontrarnos con esa concreción del deseo. Plantearse una meta y seguir hasta conseguirla tiene que ver con esa determinación de un anhelo decidido y realizado. Una vez que uno empieza a sintonizar con esa dimensión, logra concretar sus metas con más frecuencia porque cuando rompe el temor a plasmar sus ideas y alcanza un objetivo, comienza a tener un cierto ejercicio que puede repetir”, profundiza Lifschitz.

Para Mongiello, además, lo importante de ponernos una meta y cumplirla es también sentir que nos reivindicamos frente a nosotros mismos. “Es una manera más de acercarnos a esa esencia, pero no tenemos que confundir y presionar a esa lista, ponerla en el lugar de que eso es el reencuentro con nosotros mismos, sino entender que son objetivos que nos ponemos para seguir sosteniendo nuestro eje y que eso nos permita estar más y mejor conectados con los demás, porque en la medida en que logramos nuestros objetivos, aumentamos nuestro sentimiento de eficacia con nosotros mismos, y esto eleva nuestra confianza y hace que nos relacionemos mejor con los otros”, añade el psicólogo de Adineu.

(Shutterstock)
(Shutterstock)

Movimiento #bucketlist

Están quienes deciden aventurarse a cumplir sus sueños sin compartirlo más que con sus allegados, pero también están aquellos que se sumaron al entusiasmo de muchos otros, en diferentes puntos del planeta, y comparten sus metas alcanzadas -o, incluso, aquellas que todavía no lograron- a través de diferentes redes sociales, bajo el hashtag #bucketlist, o a través de blogs con infinitos seguidores.

Uno de ellos es Sebastian Terry, quien en 100things.com.au publicó su lista de 100 deseos, muchos de los cuales ya realizó, compartió con todos sus followers y tachó de su listado. Apostarle $1000 al negro en la ruleta, casarse con una extraña en Las Vegas, pasar una semana en silencio, conocer a otra persona que se llame como él, o meditar son apenas algunos de los objetivos que ya alcanzó.

En esa misma web, Sebastián invita a que cada uno arme su propio listado de deseos, ofrece herramientas, videos y su propio hashtag (#WhatsOnYourList) para seguir haciendo crecer esta comunidad de soñadores (y realizadores).

Sin embargo, los especialistas, si bien ven con buenos ojos el contagio y la motivación colectiva, advierten sobre algunos riesgos que esto puede generar: “Que esto sea un movimiento compartido, por un lado suma porque ver que otros pudieron alcanzar algo, a pesar de las dificultades y obstáculos, ya sean internos o externos, inspira a otros y los ayuda a ir por eso. Por otro lado, resta si entramos en una especie de cultura de creer que podemos con todo, pero no podemos lidiar con la frustración de que no se logre, además de quedar demasiado pendientes de la mirada de los demás”, aclara la psicóloga e instructora de meditación.

“Cuando lo compartís en las redes, se pierde un poco esa esencia de vivirlo para uno y muchas veces se traslada al aplauso externo o la felicitación simplemente. Si lo comparto, no tengo que perder de vista que se trata de un objetivo mío, personal, y nada de lo que venga de afuera debería alterarlo”, suma Mongiello, quien hace 2 años decidió reconectar él mismo con sus deseos e ir detrás de uno de los puntos de su propia lista de pendientes: escalar el volcán Lanín, para lo que estuvo 9 meses entrenándose. “Lo interesante de ponernos estos objetivos es que sabemos para qué lo hacemos, pero en el camino nos vamos dando cuenta de otras cosas, vamos descubriendo por qué ese deseo estaba tan atrás, relegado, y estábamos desconectados de él. En ese círculo de conexión, podemos aumentar nuestro sentimiento de confort con nosotros mismos”, finaliza el especialista.

Según escriben Axel y Ash en su cuaderno “My Bucket List”, sólo tenemos 960 meses en este mundo (siempre y cuando lleguemos a los 80 años). ¿Qué esperamos para vivir la vida que estamos imaginando ahora mismo? ¿Ya empezaste tu lista de deseos y pendientes?

https://www.masmariana.com/



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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