El nuevo aeropuerto de Lisboa, un debate "urgente" desde hace medio siglo

Paula Fernández

Lisboa, 6 ago. “Urgente” es la palabra que más se repite en Portugal para hablar del nuevo aeropuerto de Lisboa, pero el debate sobre su localización se alarga desde hace medio siglo mientras la infraestructura actual es escenario de caos y el turismo denuncia las pérdidas que este retraso genera para el sector.

La primera discusión sobre la relocalización del aeródromo de Lisboa, situado en Portela, a pocos kilómetros del centro de la capital, se remonta a 1969, cuando en plena dictadura salazarista se creó un gabinete para analizar opciones. Más de medio siglo después, el proyecto sigue parado, pero los problemas aumentan.

A los inconvenientes de estar en una zona urbana -ruido, vibraciones y hasta el peligro de tener aviones volando bajo sobre los edificios- se suma el aumento del tráfico aéreo que registra el aeropuerto, que ya ha alcanzado su capacidad máxima: en Lisboa no caben más aviones.

Antes de la pandemia se tuvieron que rechazar nuevas rutas y el ministro de Infraestructuras, Pedro Nuno Santos, admitió que en 2023, cuando el turismo culmine su recuperación, se repetirá el problema.

En las últimas semanas se han cancelado centenares de vuelos, y aunque se apunta a “limitaciones” en otros aeropuertos internacionales, los expertos no dejan de mencionar la falta de respuesta y personal del aeropuerto.

El avance del proyecto depende de una cuestión, sobre la que no hay consenso: ¿dónde se construirá?

AL NORTE O AL SUR DEL TAJO

Durante décadas se han sugerido lugares tanto al norte del Tajo -Alverca (a 25 kilómetros de Lisboa) y Ota (48)- como al sur -Montijo (30) y Alcochete (35)-.

Incluso el ya existente aeropuerto de Beja, a 170 kilómetros, se ha mencionado como opción.

Por ahora, el sur parece mejor posicionado. Infraestructuras llegó a aprobar recientemente una orden ministerial para avanzar con una ampliación provisional en Montijo y un nuevo aeropuerto definitivo en Alcochete.

Pero la orden detonó una crisis en el Gobierno del socialista António Costa. El primer ministro argumentó que fue aprobada sin su conocimiento, la revocó e insistió en que las grandes infraestructuras tienen que acordarse con la oposición.

Aun así, parte de los expertos apuntan a Alcochete como la mejor opción si se piensa a largo plazo.

“Es una solución que puede ser desarrollada con ventajas para la economía global del país”, explica a EFE el ingeniero civil Luís Picado Santos, del Instituto Técnico de Lisboa.

En Alcochete hay capacidad para asumir un potencial aumento de pasajeros, mientras que Alverca y Montijo, apunta, se verían perjudicados en pocas décadas por la subida del nivel del mar, por las mareas del estuario del Tajo.

Pero trasladar el aeropuerto a Alcochete probablemente implicaría otras grandes obras públicas: un tercer puente en el Tajo y una conexión ferroviaria de primer nivel.

“No ofrece la comodidad del aeropuerto actual, que está en el centro de la ciudad, pero si está bien servido con transporte público de gran capacidad y velocidad elevada no será un problema”, asegura el experto en Transportes y Vías.

Sí llevaría a un aumento de costes “muy significativo”, al que podría ayudar el negocio inmobiliario en los terrenos del actual aeropuerto cuando se cierre, afirma.

Los defensores del norte no se rinden. La plataforma HUB Alverca- Portela reclama desde hace años que se apueste por esta alternativa doble y varias regiones han pedido este verano que el nuevo aeródromo se sitúe al norte de Lisboa.

“No se entiende una solución al sur del Tajo que obligue a la construcción de un nuevo puente que hará disparar los costes y que acentuará las asimetrías” en el país, denunciaron las regiones de Leiria, Coimbra y Viseu Dão Lafões en una carta remitida a EFE.

EL TURISMO PIDE RESPUESTAS

Mientras se rechazan rutas y se viralizan los vídeos de colas y maletas perdidas, el turismo pide respuestas.

La Confederación de Turismo de Portugal avisó recientemente de que, según un informe encargado a la consultora EY, aplazar una solución para el aeropuerto hasta 2027 implicaría pérdidas potenciales de 6.800 millones de euros para la riqueza del país y 27.700 empleos.

Si se espera hasta 2034 para tener la nueva infraestructura lista, las pérdidas irían hasta los 21.400 millones y los 40.000 empleos.

“Es el momento de decir basta y tomar decisiones”, urgió el presidente de la CTP, Francisco Calheiros.

El Gobierno socialista y la oposición conservadora siguen pasándose la pelota. Portugal espera.

“No es aceptable haber llegado aquí sin una decisión final”, lamenta Picado Santos, que sentencia: “El país ha sido perjudicado por la falta de decisión”. EFE

pfm/mar/amg


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