Aturde el silencio. La frase que alguna vez escribió Andrés Larroque, funcionario bonaerense y espada política de La Cámpora, bien puede usarse para describir lo que pasó en las últimas horas con el kirchnerismo y las elecciones presidenciales brasileñas. En el Frente de Todos pasaron de ilusionarse con una victoria en primera vuelta de Luiz Ignacio Lula Da Silva ante Jair Bolsonaro, a la indiferencia y la parsimonia.
Las banderas de “Cristina Candidata” o “Cristina 2023″ que podían desplegarse si anoche había una victoria contundente y un “Lula Presidente”, no llegaron a ondear producto de un resultado que no figuraba en las previsiones. La oposición en Argentina celebró el resultado y que la definición pase al 30 de octubre, cuando Brasil vuelva a las urnas para el balotaje. En el camporismo reinó el hermetismo.
El triunfo ajustado del líder del PT frente al actual presidente confirmó que Brasil registra una polarización extrema entre la izquierda y la derecha que no registraron las encuestas. La post pandemia y las consecuencias económicas de la invasión rusa a Ucrania dejaron países en crisis y sociedades fracturadas. Son fenómenos cuyas consecuencias los sondeos de opinión no logran captar con fidelidad, menos cuando se proyectan escenarios electorales.
Los deficientes pronósticos de una victoria en primera vuelta en Brasil, con una diferencia entre el primero y el segundo que algunos llegaron a estimar en hasta 14 puntos, había ilusionado a sectores del cristinismo con la posibilidad de subirse a un “efecto Lula”.
Conscientes de la escasa eficacia de las encuestas, desde el entorno más cercano de la vicepresidenta pusieron reparos en subirse al operativo clamor que se agitaba en sordina para una eventual postulación. Tan es así que una fuente con acceso al despacho de la vicepresidenta había advertido a Infobae: “Si gana Lula, vamos a estar contentos porque es uno de los nuestros. Pero la decisión sobre el futuro de Cristina, incluso una candidatura, no va a depender sólo de eso”,
Es que era una tentación comparar a Lula -que estuvo más de un año preso por una condena por corrupción- con la situación de la vicepresidenta, que enfrenta varios procesos penales también por actos criminales cometidos durante el ejercicio de la primera magistratura. La causa Vialidad es la más ruidosa y que se encuentra en etapa de juicio oral, pero no es la única. “Son sobrevivientes del lawfare”, había equiparado un kirchnerista que habló con este medio en reserva.
Con el resultado puesto, 48,26% a 43,09%, y segunda vuelta obligada, Alberto Fernández publicó en Twitter: “Felicito a mi querido Lula Da Silva por su triunfo en primera vuelta y hago llegar mi sincero respeto al pueblo de Brasil por su profunda expresión democrática”. Ese mensaje fue retuiteado por el canciller Santiago Cafiero. De Bolsonaro, que obtuvo más de 51 millones de votos, no hubo referencia.
Es una manifestación singular la del presidente, que expresa su compromiso con el principio de no intervención en asuntos internos de terceros países, sobre todo cuando hay elecciones en las que surgen denuncias, como las de Nicaragua o Venezuela.
A contrapelo de la felicitación de Alberto Fernández, Cristina Kirchner siguió desde Buenos Aires las alternativas de las elecciones brasileñas, pero no publicó ninguna declaración sobre el resultado. Durante el día, dirigentes de La Cámpora, como el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, habían retuiteado el mensaje de la cuenta del propio Lula “Hoy es el día de la democracia”.
Hasta entrada la madrugada, ni De Pedro, ni Larroque, ni la cuenta de La Cámpora se habían referido a los resultados de las elecciones brasileñas.
Se trata de un silencio sugestivo, habida cuenta que en off y también en público, se habían expresado a favor del ex sindicalista metalúrgico que va por su tercera presidencia. El propio Máximo Kirchner dijo en un discurso que pronunció el sábado en Morón que, 20 años de su primer mandato “para Lula quizás sea el comienzo de un nuevo proceso político”.
No fue el único caso. El mismo sábado, la senadora cristinista Juliana Di Tullio incluso, habló de una eventual candidatura: “Si fuera por ella no quiero que sea (candidata). Ya está, nos dio todo. Si me preguntás por mí, por vos, por tus pibes y los míos, quiero que sea. ¿Quién va a ser sino? No quiero una fotocopia, no quiero alguien que se parece, quiero que sea Cristina”.
Todo ese fervor que unía “Lula Presidente” con el operativo clamor por “Cristina 2023″ se fue enfriando cuando empezaron a aparecer los primeros datos oficiales. A medida que se publicaban los resultados y se confirmaba que Bolsonaro no sólo no perdía por más de 10 puntos, sino que ganaba en lugares tan emblemáticos como el corazón industrial de San Pablo, el hermetismo se fue profundizando.
Es que se fue confirmando lo que analistas avezados habían anticipado: un masivo “voto vergonzante”, de brasileños que no decían que votarían a Bolsonaro o directamente mentían. Según las primeras interpretaciones de esos mismos especialistas hubo un silencioso reconocimiento a la gestión económica que instrumentó el ministro Paulo Guedes, con baja inflación -los últimos dos meses incluso se registró una mínima deflación- caída del desempleo y planes sociales más eficaces.
El contraste entre la economía brasileña y la argentina no puede ser mayor. De allí que se entiende la declaración de Bolsonaro cuando tuvo que reconocer su derrota ante el candidato del PT: “El cambio puede ser para peor, fíjense en Argentina, Colombia, Venezuela, Chile y Nicaragua. A todos los países que migraron hacia la izquierda les fue peor”.
Para evitar esa comparación, Lula la semana pasada expresó en un encuentro con empresarios una opinión crítica sobre la administración argentina. Tuvo el doble objetivo de tomar distancia y enviar una señal al electorado y a los mercados de que no seguirá el modelo de economía dirigista que aplica la Casa Rosada.
Reacciones políticas
Lo cierto es que el resultado tuvo diversas repercusiones en la política doméstica. El gobernador bonaerense Axel Kicillof -que suele sintonizar con mayor fidelidad el pensamiento de la vicepresidenta- publicó una foto de él con Lula y la frase: “Felicitaciones al pueblo de Brasil por la jornada democrática”. Mientras que el ministro de Economía, Sergio Massa, difundió por sus redes una imagen similar con la leyenda: “Inmenso Lula”.
También se expresaron ministros como Gabriel Katopodis (Obras Públicas), Daniel Filmus (Ciencia, Tecnología), Jorge Taiana (Defensa) o Jorge Ferraresi (Desarrollo Territorial) y Victoria Donda (Inadi), entre otros.
En un comunicado, la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio expresó que “felicita al pueblo brasileño por una nueva muestra de fortaleza de su democracia” y agregó: “Las relaciones entre nuestros países tienen una importancia estratégica y anhelamos en los próximos años poder fortalecer juntos una potente alianza, empezando por el Mercosur, que mantenga a nuestra región y al Atlántico Sur como zona de paz, comprometida con los valores de la democracia y los derechos humanos”.
El embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, habló con Infobae después de conocerse los resultados y contó que durante todo el día le estuvo enviando información sobre las alternativas y la marcha de los comicios. Aunque aclaró que no estaba previsto un viaje a ese país de funcionarios, se pudo saber que en Buenos Aires se especuló durante la tarde con un viaje por la noche si los resultados confirmaban las previsiones de las encuestas. Con los primeros datos oficiales, el plan fue desactivado.
De todos modos, el ex candidato presidencial, ex ministro y ahora diplomático resaltó que Alberto Fernández tiene una relación, además de política, de afecto personal con el líder del PT. Ese vínculo es el que lo llevó, incluso, a visitarlo en la cárcel de Curitiba donde estuvo preso durante más de un año cuando todavía no había asumido, un gesto que le generó una inquina con Bolsonaro, que aún persiste.
En el gobierno argentino confían en que Lula no tendrá inconvenientes en conseguir los votos que le faltan para imponerse en la segunda vuelta y que dependerá, más de acertar con la estrategia, evitar los errores propios o forzar los ajenos. Consideran que Bolsonaro es el que corre con más riesgos y su estrategia tiene límites para conseguir acortar la distancia de más de 6 millones de votos que lo separa de su rival.
Fiel a su estilo, Scioli planteó: “Este fue un gran día para la democracia de Brasil y de América Latina. Más allá de todo, más allá del resultado, lo importante para Argentina es que con Brasil se viene una nueva etapa de una profunda integración, no tengo dudas de eso”.
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