
Este viernes se juega uno de los partidos clave del fixture que enfrenta el ministro de Economía, Sergio Massa, para cerrar el programa financiero del año sin desequilibrios en el mercado de deuda en pesos que generen un nuevo episodio de inestabilidad cambiaria e inflacionaria como el que tuvo lugar en junio pasado y que terminó con la salida de Martín Guzmán del palacio de Hacienda a principios de julio.
La Secretaría de Finanzas, a cargo de Eduardo Setti, saldrá a colocar deuda en moneda local hoy. El objetivo de cortísimo plazo es renovar vencimientos por casi $165.000 millones. Esto es, colocar deuda nueva para pagar por la que vence y evitar que los pesos que están estacionados en instrumentos de deuda del Tesoro nacional se vuelquen al mercado recalentando precios y cotizaciones paralelas del dólar. Y, además de refinanciar lo que vence, conseguir colocar más deuda para ayudar a cubrir parte del déficit de las cuentas públicas sin tener que pedirle al Banco Central que emita los pesos que faltan.
Contando la de hoy, quedan cinco licitaciones de deuda programadas en lo que resta del año. En total, en esas cinco fechas enfrenta vencimientos por cerca de $420.000 millones. Y necesidad de financiamiento extra -es decir, necesidad de conseguir crédito por encima de esos $420.000 millones- por unos $384.000 millones más. Entre refinanciamiento de deuda que vence y nueva deuda a colocar, Setti tiene que convencer a dueños de $800.000 millones de colocarse en instrumentos en pesos durante el verano y buena parte del 2023.
Pesos en la mira
Las dificultades que viene sufriendo Massa para mantener la capacidad de financiarse en pesos se vuelven cada vez más críticas a medida que los vencimientos de las letras y bonos que emite empiezan a caer cerca de las fechas estimadas para las elecciones presidenciales del año próximo. El temor a una saturación del mercado local de pesos y el crecimiento de la otra deuda en pesos, la que coloca en forma de Leliq el Banco Central a los bancos, es uno de los temores principales del mercado ante un eventual cambio de Gobierno.
Gabriel Torres, analista de Moody’s, hizo sus advertencias esta semana.
“Nuestro escenario base es que el Gobierno consigue refinanciar sus vencimientos en pesos, pero la alternativa a ese escenario es que en caso de que algún evento complique el panorama y empuje la inflación del 100% actual al 150% el Gobierno se vea obligado a tomar alguna decisión que nosotros consideraríamos un default”, dijo el especialista.

El mismo día otra calificadora de riesgo, S&P, le bajó la nota a la deuda argentina. Pero no a toda: la rebaja recayó sobre la deuda en pesos.
El interés por cómo va a hacer el Gobierno para conservar la capacidad de financiarse en moneda local, por lo tanto, es generalizado. La semana pasada, a través de una oferta de canje de deuda logró administrar parte del problema. La Secretaría de Finanzas ofreció canjear $1,5 billones por bonos duales que cubren contra la inflación y la devaluación -la variable que más se mueva-, aunque logró canjear $931.000 millones que representan el 61,4% del monto total en juego. La movida redujo vencimientos para este año, es decir, facilitó la tarea de futuras licitaciones aunque una importante participación de entidades públicas relativizó los resultados.
La expectativa en el mercado entonces es que la solución tendrá que ser política. Nuevas ofertas como la del canje de la semana pasada son esperables, aunque probablemente no para cubrir vencimientos de este año sino los que se están acumulando en enero febrero. Una que convenza a los tenedores privados de aceptar papeles con vencimiento más allá de las elecciones del año próximo y del cambio de Gobierno. Pero, para ello, se va a necesitar mucha generosidad por parte del Tesoro y un compromiso por parte de los bancos, fondos y otros grandes inversores privados.
La consultora 1816 estima que desde el 12 de octubre Pesce tuvo que emitir $286.000 millones para sostener los precios de bonos en pesos que abandonaban inversores corporativos
Para lo que queda del año, mientras tanto, en el entorno de Massa confían en recurrir a fuentes de financiamiento del sector público todavía sin tocar y en analizar vencimiento por vencimiento cuáles son los inversores corporativos que se pueden atraer para poder conseguir refinanciar todo lo que vence y los en tornos $380.000 millones extra que se necesitan.
Mientras tanto, es el Banco Central el que -como sucede habitualmente- está encargado de mantener la calma. Ante la lenta pero constante salida de inversores corporativos de títulos en pesos, que se movieron a papeles de deuda en dólares y explican la suba de tipos de cambio financieros como el contado con liquidación, la entidad conducida por Miguel Pesce tuvo que salir a “sostener la curva”. Es decir, para evitar un desplome de los precios como el de junio pasado, el BCRA salió a compra títulos en pesos.
La consultora 1816 estima que desde el 12 de octubre Pesce tuvo que emitir $286.000 millones con los que atajó los bonos en moneda local que abandonaban inversores. Compara con más de $1,3 billones que debió emitir en junio y julio para el mismo fin, en una situación que fue mucho más extrema que la actual.
La licitación de hoy
La operación de hoy se enfrenta a vencimientos $164.233 millones, explicados en un 73% por el pago de interses del Bonte 2027. Para lograr, Finanzas ofrece una Letra de Liquidez con vencimiento al 16 de diciembre, sólo para fondos comunes de inversión y a una tasa nominal anual del 69%, una Letra a Descuento que vence el 31 de marzo 2023 y un nuevo Bono Badlar que vence el 23 de noviembre de 2027.
Los instrumentos clave son los últimos. La Letra a Descuento va a tener demanda por parte de inversores privados si paga una tasa del 87% al 89% nominal anual, como en la licitación pasada, según operadores del mercado.
Pero el grueso va a recaer en el nuevo bono Badlar, diseñado para agradar a los bancos.
“Lo más interesante de este nuevo instrumento (…) es que paga tasa Badlar multiplicada por un escalar de 0,7. Así, a la Badlar actual pagaría una tasa de 48%, por encima de la tasa nominal anual máxima de 43.25% que ofrece el TY27. ¿Por qué esta comparación? Creemos que este nuevo bono estuvo ideado para los bancos, posibilitando que también puedan utilizarlo para integrar el 5% de los encajes de plazos fijos, cajas de ahorro y cuenta corriente”, sintetizó Portfolio Personal Inversiones.
La expectativa de operadores y funcionarios es que los bancos salven el día. Con el papel estrella orientado a que las entidades puedan integrar encajes -con una suba de tasa de unos 10 puntos porcentuales en comparación con emisiones similares previas-, la previsión es la de una licitación que renueva los vencimientos y “algo más”. Esto es porque si bien el interés de los bancos está garantizado, también hay un tope a la cantidad de encajes que necesitan integrar por lo que la sobresuscripción no puede ser enorme y la necesidad de obtener resultados importantes quedará para próximos partidos.
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