El doloroso combate de familias tunecinas para repatriar a los hijos de yihadistas

Taheyya ha visto crecer, a través de WhatsApp, a cinco de sus nietos, nacidos en Siria, donde su padre se sumó a las filas de un grupo yihadista. Esta abuela tunecina espera un día poder abrazar a los tres supervivientes, bloqueados por la  guerra.

Desde hace tres años, recorre ministerios y oenegés para intentar repatriar a una niña de tres años y dos niños de cinco y seis. El mayor, herido en la cabeza, necesita cuidados médicos.

Los otros dos murieron por falta de cuidados en los campos de desplazados. Su padre, el hijo de Taheyya, viajó en 2012 a Siria donde ingresó en el grupo Estado Islámico (EI) y murió en 2018.

“Son nuestros nietos. Lo único que pedimos es poder hacernos cargo de ellos, que vivan en otro lugar que no sea la guerra, la miseria y la ignorancia”, explica Taheyya, que, como otras personas entrevistadas por la AFP, prefiere no dar su nombre, por miedo a las represalias contra los niños.

En una carpeta, conserva como oro todo lo que está relacionado con sus cortas vidas: fotos de niños enfermizos o heridos, documentos de identidad entregados por el efímero califato del EI, cartas oficiales….

Como ella, decenas de familias, aferradas a un puñado de pruebas de vida, intentan repatriar a al menos 140 menores tunecinos bloqueados en zonas de conflicto, donde los padres son sospechosos de haberse unido a los yihadistas.

El Observatorio Tunecino para los Derechos y Libertades da cuenta de 104 menores en Siria, casi todos en campos de refugiados. De ellos, tres cuartas partes nacieron ahí y tienen menos de seis años. Otros 36 se encuentran en Libia, a cargo de la Media Luna Roja o en manos de las milicias.

– Sin poder abrazarles –

Los tunecinos constituyen uno de los mayores contingentes de yihadistas extranjeros en Siria, Irak y Libia desde 2011, unos 3.000 según las autoridades.

Aunque la opinión pública es reticente al regreso de estos niños, el presidente Kais Saied dio esperanzas a las familias al hacer regresar de Libia en enero a seis huérfanos, y prometer “acelerar la repatriación” de los otros.

Por su parte, la administración kurda, que controla una parte del nordeste de Siria, donde están instalados varios campos de desplazados en los que se encuentran familias de yihadistas tunecinos, indicaron que no habían recibido ningún pedido de repatriación por parte de Túnez.

El hijo de Taheyya, nacido en una familia de clase media de Kairouan (centro), es uno de los primeros que se fue para Siria.

Cocinero de la marina mercante, superviviente en un secuestro perpetrado por piratas somalíes, se sumó a grupos que luchaban contra el régimen sirio. Luego abrió un restaurante en Raqa, bastión del EI. Murió a finales de 2018, intentando huir, según su familia.

“Me pidió que me hiciera cargo de sus hijos”, explica su hermano, que viajó dos veces a Turquía, al lado de Siria, sin conseguir recuperarlos.

Los tres niños viven en un campo de refugiados en la frontera entre Siria y Turquía, con su madre, una joven siria, que se casó cuando sólo tenía 14 años.

“Hablamos cada dos o tres días, cuando la cobertura lo permite, pero estuvimos varios meses sin tener noticias”, cuenta Taheyya. “Nunca he podido abrazarlos”

Como ella, Fethia busca a los hijos de su hija, arrastrada a Siria en 2013 por un marido que formó parte de los grupos que luchaban contra el régimen de Damasco. Ella murió en un bombardeo a mediados de 2019, y los huérfanos, de cuatro y siete años, están en un campo de desplazados.

“No van a la escuela y tienen problemas para comer. Me pone enferma”, se lamenta esta abuela, que no ha recibido ninguna fotografía de los niños desde hace dos años.

cnp/agr/mdz/es/mb



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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