Gradas sin público y con más de 127 mil personas fallecidas por COVID-19 en Reino Unido. Así recibió Inglaterra un aniversario más del suceso que cambió la forma de asistir a los estadios en el fútbol británico, pues este 15 de abril se cumplieron 32 años de la tragedia de Hillsborough.
Los desastres ocasionados por aglomeraciones no eran novedad en ese entonces y ejemplos en el balompié hay muchos, pues la gran cantidad de masas que mueve este deporte han provocado que en distintas latitudes se haya replicado la terrorífica escena que ocurrió en entre el Liverpool y Nottingham Forrest.
Curiosamente, antes de que la ciudad de Sheffield fuera testigo de aquel evento que sumó 96 muertes y más de 700 heridos, en México, el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria contó una historia similar; con menos fallecidos en un juego de final de torneo entre dos equipos de alta popularidad.
El 26 de mayo de 1985, América y Pumas protagonizaban el Clásico Capitalino más importante de la historia. Se enfrentaban por primera vez en una final por el título de liga. En este caso, era el compromiso de vuelta y con la emoción al máximo entre los dos nichos de aficionados.
El partido de ida fue en el Estadio Azteca, terminó 1-1 con goles de Carlos Hermosillo para los azulcremas y Alberto García Aspe para los auriazules. La vuelta en Ciudad Universitaria prometía un espectáculo memorable y la expectativa provocó que miles de aficionados se abarrotaran ese domingo por la tarde en las afueras del Estadio México 68.
Durante los días previos se generaron boletos falsos por parte de revendedores y con el aforo completamente vendido, la cantidad de gente en el estadio provocó fallas en el protocolo de acceso a las gradas, por lo que aquella tarde ingresó un aproximado de 90 mil personas, cuando el límite de fanáticos oficial era de 73 mil.
El problema se dio en el túnel 29 del estadio, que daba acceso a la planta alta del pebetero, pues en esta zona se concentró gran parte del evidente sobrecupo y cientos de personas intentaron ingresar por todas las vías posibles.
La falta de seguridad hizo que algunos aficionados escalaran por encima del mural de Diego Rivera a un costado del túnel, quienes lograron colarse al lado correcto de las gradas; sin embargo, esto provocó que aquella zona estuviera más concurrida que el resto, por lo que la gente que intentaba ingresar por el túnel ya no tenía un espacio a dónde llegar.
Sin conocer lo que sucedía del otro lado del inmueble, el resto de aficionados continuó empujando para ingresar y ver el partido que estaba por comenzar, por lo que las pocas autoridades decidieron cerrar las puertas y dejar fuera del partido a miles de personas que todavía querían entrar.
La tragedia sacudió aquel túnel, pues cientos aficionados quedaron encerrados entre la puerta de acceso y el tumulto del lado de las gradas, quienes además se encontraban alterados por la amenaza de sacar del inmueble a quienes no tenían asiento asignado.
Entre empujones, golpes y sobrecupo, el túnel comenzó a quedarse sin oxígeno y varias personas quedaron aprisionadas. Finalmente tres menores de edad y cinco adultos perdieron la vida en aquel espacio que enjauló a los aficionados y que dejó más de 70 heridos.
Con polémica incluida, el partido se disputó con normalidad y terminó 0-0, por lo que se programó el juego de desempate dos días después en Querétaro, donde el América se proclamó bicampeón; sin embargo, en la historia quedó marcado el 26 de mayo de 1985 como una de las tragedias más grandes en el fútbol mexicano y el Estadio Olímpico Universitario cambió definitivamente las normas de acceso, ya que instauró varios filtros previos a los túneles finales.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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