El desesperado pedido de una atleta argentina que clasificó a un Mundial y necesita medio millón de pesos para participar: “Vendí rifas para recaudar fondos”

Cristina Haug
La joven argentina necesita rcaudar fondos para participar del Mundial de powerlifting (Foto: @cristihaug99)

Cristina Haug nació en Bariloche, pero se radicó en San Martín de los Andes. Las maravillas del destino fueron determinantes para que siguiera los consejos de su madre y se dedicara de lleno a una vida asociada al deporte.

Durante su infancia sintió un profundo odio hacia la educación física, pero gracias a la natación transformó ese sentimiento en una pasión por las competencias y rutinas al aire libre. “Hace 10 años entendí la perspectiva que tiene el deporte con la búsqueda de objetivos y superación de marcas personales”, recordó en diálogo con Infobae. Y en la actualidad será la representante argentina en el Mundial de Powerlifting que se desarrollará en Suecia, aunque ello le demande un sacrificio económico extraordinario: necesita medio millón de pesos para pagar los pasajes.

Ella nunca estuvo federada como nadadora, pero su talento en aguas abiertas y piscinas cubiertas le permitió tener una notable producción en los Juegos Evita. Aquellos chapuzones representaron el punto de partida para afrontar nuevos desafíos, dado que en su cabeza siempre estaba la idea de agregar el ciclismo y las carreras peatonales para focalizarse en el triatlón.

Sin embargo, cuando se mudó a Buenos Aires para afrontar sus estudios universitarios en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) una lesión modificó sus planes. “Estaba entrenando por las calles porteñas y me fracturé una pierna por una vereda rota. A partir de ahí cambió mi forma de pensar”, explicó.

La extensa rehabilitación y las muletas la obligaron a detener su marcha momentáneamente hasta que pudo regresar a los entrenamientos. “Fue cuando empecé a dedicarme a los ejercicios de fuerza”, subrayó.

La convivencia entre la alta competencia y los libros forman parte de su agenda diaria. Mientras estudia la carrera de bioingeniería, Cristina Haug se esfuerza en el gimnasio con la única meta de superarse a sí misma. “A los 19 años me animé al powerlifting y hoy es algo que disfruto mucho, porque hay un aprendizaje emocional detrás de cada competencia”, aseguró.

Cuando se inició en la actividad de levantamiento de pesas nunca supo con claridad hacia dónde la llevaría el destino. “Con la exigencia de la facultad y los entrenamientos imaginé que sería algo recreativo”, confesó.

Su primera presentación fue en el Torneo Regional que la clasificó para el Campeonato Nacional. “Viajé a Corrientes gracias al apoyo del Centro de Estudiantes del ITBA y tuve la suerte de ser campeona nacional con los récords de la categoría” (NdA: 125 kilos en sentadillas, 52,5 en press banca y 135 en peso muerto).

Aquella consagración fue una motivación adicional para su trayectoria. A pesar de las dificultades que le impuso la pandemia, ella nunca bajó los brazos. “Estuve 5 meses sin poder entrenar a causa de la cuarentena, pero en agosto del año pasado pude volver a San Martín de los Andes y ahí retomé mi preparación”, aclaró. Sin torneos oficiales durante el 2020, la joven de 22 años consiguió la plaza para el Mundial debido al título que había conseguido en 2019, ya que todos los campeones de ese período fueron habilitados a participar de las competiciones internacionales.

Cristina Haug
Cristina Haug se inició en el deporte gracias a la natación (Foto: @cristihaug99)

El país anfitrión de la cita es lejano y costoso. “Con todos los problemas que se dieron en el último tiempo por el tema de la pandemia, se complicó la situación en los viajes. Pasó en muchos deportes; y como el powerlifting no es una disciplina olímpica, tampoco tengo un apoyo del Estado. La organización se hizo cargo de todos los gastos relacionados a la participación y al antidoping, pero todo lo que se refiere al pasaje y el hospedaje corre por cuenta de uno”, detalló Haug.

“Por suerte desde la Federación Internacional de Powerlifting (IPF) me comunicaron que voy a tener la posibilidad de utilizar el fondo de apoyo para tener hospedaje, pero me falta el dinero para el pasaje, que es muy complicado. Estuve haciendo rifas para recaudar, pero la realidad es que los precios son muy elevados. Como todo depende del día a día, no pude sacar tickets con tiempo por temor a que los cancelen por el contexto del COVID-19. Lamentablemente, tengo que sacar los boletos cuando ya están confirmados los vuelos, y las tarifas rondan entre los 500.000 y 700.000 pesos”, continuó.

La atleta patagónica cuenta con las dos dosis de la vacuna Sputnik, otra dificultad por las prohibiciones que implementaron varios países de Europa. Lugares como España, Italia o Francia ni siquiera permiten el ingreso para realizar una escala a las personas que tengan la inoculación rusa, y su arribo al estado nórdico debe ser a través de una vía más lejana. “Mediante mi cuenta de Instagram planifiqué varios sorteos con productos de mis sponsors y de amigos que tienen emprendimientos familiares como calzados, equipos de mate y gorros de lana. También me ayudó mucha gente de San Martín de los Andes con donaciones de artículos de 30 comercios para rifar. Es todo a pulmón, y a pesar de buscar los precios más económicos para poder cumplir mi sueño, todavía no alcanzo esas cifras”, deslizó con una mezcla de orgullo y tristeza.

A pesar de las adversidades, Cristina confía en llegar a Estocolmo a tiempo. “Quiero dejar atrás los miedos para ir a vivir esa experiencia. No creo que tenga chances de un podio, pero con las marcas que tengo hoy en día imagino que voy a estar en el estándar de las competidoras”. Durante sus últimas presentaciones logró levantar 140 kilos en sentadillas, 77,5 en press banca y 175 en peso muerto. Su progreso la hace sentir muy segura de lo que será su incursión por las tierras escandinavas, y estima que dicha vivencia le servirá para “madurar como deportista”.

Mientras tanto ella sigue entrenando cuatro veces por semana y acompaña sus esfuerzos con las exigencias de la facultad. “Al estar becada necesito responder los créditos que me exige el instituto”, aclaró la joven, que supo adaptarse a una vida entre los libros y la fuerza. “El primer año fue muy complicado. Fue difícil desde el punto de vista emocional y me llevó tiempo encontrar un equilibrio, pero ahora estoy acostumbrada”.

Así como en su infancia también incursionó en las Olimpiadas de Matemáticas, Tecnología y Medio Ambiente, la joven desea continuar quebrando desafíos para demostrar que su fortaleza no es solo física. Para ello deberá conseguir los recursos económicos porque su fecha límite para abordar el vuelo de la esperanza es el próximo 23 de septiembre. Ojalá pueda desplegar sus alas y llevar la bandera celeste y blanca al certamen nórdico. Todo dependerá de la solidaridad colectiva.

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