'El cazador jorobado de Cuenca', un dinosaurio que vivió hace 130 millones de años protagoniza una muestra en Alcalá

El Museo Arqueológico y Paleontológico de la Comunidad de Madrid, ubicado en Alcalá de Henares, acoge desde este jueves la exposición ‘Cazadores de dragones’, un recorrido por la historia de los dinosaurios y por la labor de los primeros paleontólogos que los estudiaron, desde la Inglaterra victoriana hasta la actualidad, pasando por el oeste de Estados Unidos y el desierto de Gobi, Tanzania o la Patagonia argentina.

El gran protagonista de este muestra –que podrá verse de forma gratuita en el patio central del museo– es un ejemplar terópodo de unos seis metros que vivió hace 130 millones de años que vivió en la actual provincia de Cuenca.

Se trata del ‘Concavenator corcovatus’ (‘el cazador jorobado de Cuenca’), un dinosaurio terópodo de unos seis metros de longitud que vivió hace unos 130 millones de años en el Cretácico Inferior en la actual provincia de Cuenca y del que se puede contemplar el fósil y una recreación en vida.

Se trata del fósil más grande descubierto en el yacimiento de Las Hoyas, y el más completo y mejor preservado de los terópodos de tamaño medio-grande encontrado en Europa.

Cierra la galería una sección dedicada a las nuevas tecnologías aplicadas al estudio de los animales del pasado remoto, y que han provocado en los últimos años una auténtica revolución en el conocimiento en esta materia.

La exposición reúne fósiles de dinosaurios y permanecerá abierta al público hasta el próximo 12 de enero. En ella se narra la historia de su descubrimiento y el trabajo de las personas que hallaron sus fósiles y realizaron investigaciones sobre estos animales fascinantes.

El consejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid, Mariano de Paco, ha asistido a la presentación de la muestra acompañado por la alcaldesa de Alcalá de Henares, Judith Piquet; el director del Museo, Enrique Baquedano, y su homólogo del Parque de las Ciencias de Andalucía, en Granada –entidad coorganizadora de la muestra–, Luis Alcalá Martínez.

La visita inaugural ha sido guiada por los comisarios José Luis Sanz García, catedrático de Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), y Francisco Ortega Coloma, profesor titular de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

Según subrayan sus responsables, esta selección de fósiles permite contemplar diferentes especies de dinosaurios y entender cómo los avances en su conocimiento científico se han ido reflejando también en la cultura popular, fruto de la fascinación que provocan desde su hallazgo.

LA LABOR PIONERA DE LOS PALEONTÓLOGOS

La exhibición subraya la labor pionera de los paleontólogos y revela la evolución del conocimiento científico. ‘Dinosaurios de leyenda’ es la primera parada de la exposición, en la que se repasan las más antiguas interpretaciones que se dieron a los hallazgos de huesos.

En la sección ‘Cuando la paleontología encontró a los dinosaurios’ se detallan los primeros estudios científicos. Éstos corrieron a cargo de William Buckland (1784-1856), Gideon Mantell (1790-1852) y Georges Cuvier (1769-1832), que interpretaron los primeros hallazgos como restos de lagartos gigantes, hasta que en 1841 Richard Owen asignó por primera vez la palabra ‘dinosaurio’ (lagartos terribles) a este grupo de nuevas especies.

‘La guerra de los huesos en el lejano oeste’ está dedicada a la competencia que establecieron en la segunda mitad del siglo XIX dos paleontólogos norteamericanos, Othniel Charles Marsh (1831-1899) y Edward Drinker Cope (1840-1897).

Se incluyen algunos fósiles procedentes de la Formación Morrison, en Montana (Estados Unidos). Las primeras décadas del siglo XX quedan reflejadas en la dinosauriología de aventura. Fue entonces cuando distintas instituciones organizaron grandes excavaciones en lugares exóticos, como en Tendaguru (Tanzania).

De esta época son los trabajos de Barnum Brown (1872-1963). A lo largo de su carrera, excavó los primeros cinco esqueletos de Tyrannosaurus Rex. Ya en la segunda mitad del siglo XX se produjo un cambio de paradigma en su interpretación como animales torpes y pobremente adaptados, prácticamente destinados a la extinción.

Fueron los trabajos de John H. Ostrom en 1969 y de Robert T. Bakker en su obra ‘Dinosaur renaissance’ los que impulsaron conceptos como el origen dinosauriano de las aves actuales, o la posibilidad de que algunos fuesen animales de sangre caliente.


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