La decisión de la Corte Suprema de suspender las elecciones de gobernador en Tucumán y San Juan impactó de lleno en el oficialismo, que pasó rápidamente de la sorpresa a la decisión previsible: escalar en la batalla contra el tribunal. El tucumano Juan Manzur y el sanjuanino Sergio Uñac mantuvieron reuniones en continuado con sus equipos y hubo contactos -pocos, síntoma de relaciones que se han enfriado- con Olivos. Alberto Fernández volvió a la carga en el frente judicial y quedó flotando la idea de cierta sintonía para extremar la respuesta. El kirchnerismo pegó el tema con el discurso de “proscripción” de CFK. Los gobernadores, finalmente, mostraron juego propio, que es la señal común de los adelantos de elecciones en la mayoría de las provincias.
El desconcierto del principio en filas del peronismo se debió a la proximidad con los comicios -cinco días antes- pero además, según se dejaba trascender, a señales en otra dirección que habrían recibido desde oficinas de Tribunales. No es lo mismo que se decía en algún ámbito opositor. Pero la respuesta de cada gobernador estuvo atada al cálculo sobre el efecto local antes que a consideraciones de campaña nacional. Lejos de las provincias, algunas voces del kirchnerismo duro promovían desconocer el fallo de la Corte. Un desastre en todo sentido.
En cambio, existía coincidencia discursiva en un punto. Se trataba de adjudicar la decisión del tribunal supremo a una suerte de “operación” con sello opositor para desarticular el festejo peronista por posibles triunfos en los cinco distritos -había dudas al menos sobre uno de ellos- que agendaron comicios para el domingo que viene. Además de las dos provincias ahora sin elección de gobernador, Salta, Tierra del Fuego y La Pampa.
Más allá del discurso, la otra especulación metía todo en el barro de las peleas, aunque de otro modo. Una reacción atada al persistente intento de juicio político a la Corte en Diputados. Ese proceso, con nulas chances de avanzar más allá del tratamiento en comisión, decayó respecto de la trascendencia del comienzo, pero suma elementos para tratar de esmerilar a los cuatro integrantes del tribunal. Ahora, desde el kirchnerismo asoma la intención de agregar este tema como “causal” de juicio, para sostener la batalla.
La decisión judicial, casi en el umbral de las elecciones locales, fue cuestionada en todos los casos por el momento en que se produjo y por el impacto en los planes de campaña oficial, pero sin considerar los antecedentes. Eso al menos podría haber eliminado el factor sorpresa. Casi de inmediato con la difusión de la noticia, en medios judiciales y políticos eran repetidos datos de archivo: la decisión que en 2013 cerró el camino reeleccionista al santiagueño Gerardo Zamora, que buscaba un tercer mandato consecutivo, y las resoluciones que en 2019 frenaron al rionegrino Alberto Weretilneck y al riojano Sergio Casas, con continuidad en el poder alternando cargos de gobernador y vice.
Ahora, el peronismo expresó un discurso duro contra la Corte, aunque la respuesta práctica mostró matices diferentes. En Tucumán, se impuso el criterio de suspender la elección de todos los cargos en juego. El PJ consideró que la oposición de Juntos por el Cambio reclamaba mantener la votación de legisladores, intendentes y concejales para especular con un posterior debilitamiento de las chances del oficialismo en la disputa de la gobernación. En cambio, San Juan suspendió sólo la elección de gobernador. Nadie imaginó otra cosa.
El oficialismo esperaba iniciar su calendario electoral este domingo. El primer turno, en Río Negro y Neuquén, no le dejó nada o muy poco -alguna apuesta personal- a los espacios nacionales, que fueron divididos en los dos casos. Y el domingo pasado expuso su triunfo en La Rioja, con buena diferencia aunque por debajo de los registros históricos del PJ. Le fue mal en Jujuy, donde revalidó título el radical Gerardo Morales, y casi no figuró en Misiones, donde volvió a arrasar la coalición local gobernante y JxC se anotó en segundo lejano lugar.
En el tablero del oficialismo, las cinco elecciones previstas para el domingo próximo eran consideradas en conjunto como una ficha potente para oxigenar sus pretensiones nacionales. Es paradójico: los gobernadores peronistas despegaron las elecciones propias de la carrera presidencial, para no cargar con el desgaste de la gestión de Alberto Fernández y tomar distancia de la corrosiva interna, pero un encadenamiento de éxitos provinciales podría mejorar el panorama global del FdeT. Así, al menos, era evaluado el camino rumbo a las PASO.
El Presidente salió al cruce de la decisión judicial, y volvería a hacerlo hoy, con una declaración que expone otra vez la gravedad del choque directo del Poder Ejecutivo con la cabeza del Poder Judicial. Dijo que la Corte se “alineó” con la oposición y fue en contra del “proceso democrático y la autonomía de las provincias”. Agregó críticas a Mauricio Macri y prometió “acompañar a las provincias en sus reclamos”. Eso último podría interpretarse como una sintonía con los gobernadores, pero también como una factura a Manzur y Uñac por no haberlo acompañado en el impulso al juicio político.
El nuevo capítulo también comenzó a ser escrito por el kirchnerismo y no únicamente con una vuelta de tuerca que repone la idea de la “proscripción” de CFK, sino además para sostener la necesidad de unificar a la coalición detrás de un candidato de “consenso”, es decir, sin competencia interna en las primarias de agosto. De otro modo, Sergio Massa expuso también un cuestionamiento abierto a la opción de las PASO para coronar el candidato presidencial.
En tren de internas, JxC buscó mostrarse coordinado en respaldo de la decisión judicial sobre los casos de Tucumán y San Juan. Se pronunciaron Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Mario Negri, Maximiliano Ferraro, Ricardo López Murphy, María Eugenia Vidal, entre otros. Fuera de esa vereda, y con intenciones de nacionalizar su camino, el cordobés Juan Schiaretti, reclamó respetar las resoluciones de la Corte.
Todas las movidas para salir de las disputas domésticas se producen en un clima de crisis que, a la vez, es tomado como indicador de fastidio social frente a las disputas internas. El viernes, será anunciado el registro de inflación de abril. Se temen dos cosas: que esté en línea con el IPC anterior, que rozó los 8 puntos, y que el rubro de alimentos y bebidas esté por encima de ese promedio. La estadística porteña acaba de mostrar sus números: 7,8% en general y 10,4% en el renglón más sensible para medir pobreza e indigencia.
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