El caso Chocobar y el proyecto Bullrich

Sabido es que la persona que efectúa alguna acusación contra otra debe aportar las pruebas suficientes como para eludir la sanción que sufrirá, impuesta por la Justicia, a pedido de la otra parte. En el caso de Chocobar, un policía que se encontraba franco de servicio y fuera de su jurisdicción, le dio la voz de: “¡Alto, policía!”, incluso disparó con carácter previo dos tiros al aire, según declaración de Chocobar en sede judicial, con la cual la Fiscalía estuvo conteste en su inocencia.

Finalmente, el delincuente, que corría delante de él y portaba un cuchillo con el que había apuñalado a un turista, que yacía cubierto por su propia sangre, recibió el impacto final. Es más, el criminal habría sido atacado por el uniformado después de desoír la intimación para detenerse. Iba armado con el puñal con el que acababa de cometer un delito. ¿Y si hubiera  atacado con esa arma al policía? Con seguridad Chocobar habría ido a integrar la galería de servidores ultimados por la delincuencia.

El señor Chocobar procedió correctamente: si lo hubiera dejado ir o errado en el disparo, con toda seguridad estaríamos pensando: “Claro; ¿cómo no se iba a escapar (el delincuente) si era perseguido por un vigilante gordo? ¿Cómo no iba a errar el tiro? ¡Si ni para prácticas hay presupuesto!”. Cuando demostró su capacidad para “parar” a alguien que había intentado asesinar a un hombre para robarlo, lo procesaron y condenaron. ¿Alguien desea estar en la piel de Chocobar?

Por fortuna, esto cambiará si el Congreso aprueba el proyecto Bullrich que prevé la inversión de la carga probatoria en los supuestos en que hubiere actuado la policía. Esta doctrina, de la que el caso Chocobar fue el detonante, no solamente cambiará la posición de la Justicia y del derecho penal; servirá para dar luz verde a la sociedad, cansada de que las culpas recaigan siempre sobre los que visten uniforme. También habrá de servir para que muchos policías deseen estar en la piel de Chocobar.



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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