Tokio, 19 dic. El Banco de Japón (BoJ) inició este lunes su reunión mensual de dos días, entre amplias expectativas de que mantenga su política monetaria de tipos ultrabajos a pesar de que la inflación en el país se encuentra en su mayor nivel en 40 años.
La reunión, la primera de las tres que quedan bajo el actual mandato de Haruhiko Kuroda como gobernador del banco central nipón, se produce entre filtraciones de que la administración del primer ministro japonés, Fumio Kishida, planea revisar un acuerdo adoptado con el BoJ hace una década cuando se produzca la sucesión.
El acuerdo atañe a la meta inflacionaria del 2 % del BoJ, fijada en el marco de su estrategia económica encaminada en 2013, y tendría el objetivo de flexibilizar su consecución, según indicaron fuentes gubernamentales a la agencia local de noticias Kyodo.
Kuroda se ha mostrado tajante en el mantenimiento de la política monetaria de la entidad crediticia que dirige, alegando que este es necesario para respaldar la todavía frágil recuperación económica, golpeada por el encarecimiento de las materias primas y la energía en el actual contexto geopolítico.
El gobernador del BoJ considera que la actual inflación en Japón, que se situó en el 3,6 % en octubre, su nivel más alto en 40 años, si bien continúa por encima de su meta, no se debe a los factores adecuados, como una subida salarial acorde, y por ello una subida de tipos a corto plazo no es una opción adecuada.
En este contexto, se espera que el Banco de Japón mantenga sus tasas de interés de referencia a corto plazo en el -0,1 %, mientras ajusta sus cuantiosas compras de fondos cotizados para mantener el rendimiento de los bonos estatales a diez años en torno al 0 %.
El banco central japonés se ha distanciado de sus homólogos en Europa y Estados Unidos, que han acometido este año una retirada de los estímulos adoptados por la pandemia de covid-19 y una agresiva subida de tasas que, aunque con más moderación, ya han adelantado que continuarán en principio el próximo año.
Esta divergencia ha motivado una fuerte depreciación del yen que, si bien ha contribuido a engordar las ganancias en el extranjero de los exportadores japoneses, ha encarecido notablemente sus crecientes importaciones y los costes de las empresas, y llevó a las autoridades niponas a intervenir la divisa varias veces este año.
El tono más moderado en EE.UU. y Europa ha aliviado en cierta medida la presión del yen, pero sus efectos secundarios persisten, un número mayor de empresas están trasladando el encarecimiento de costes al consumidor y la confianza entre los grandes conglomerados sobre la marcha de la economía nacional no levanta cabeza.
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