El bando conservador iraní a punto de la implosión antes de las presidenciales

La elección presidencial iraní de junio podría llevar a la implosión del bando conservador tras un largo proceso de desmoronamiento del ala derecha de la República Islámica.

Antes del anuncio de los candidatos autorizados a presentarse el 18 de junio, la prensa apuesta a un duelo entre el conservador “tradicional” Ali Larijani, presidente del Parlamento de 2008 a 2020, y el ultraconservador Ebrahim Raissi, jefe de la autoridad judicial.

Aunque el inicio del divorcio al interior de la corriente conservadora se remonta al cuestionamiento por parte del Movimiento verde de 2009 de la reelección del presidente populista Mahmud Ahmadineyad, la firma del acuerdo de Viena sobre el tema nuclear iraní en 2015 fue lo que llevó a la ruptura.

Con una connotación peyorativa, el término “conservadores” (“mohafezekaran” en persa), ya casi no es utilizado en Irán.

Aparece en la prensa a partir de 1997. Hasta entonces, solo se conocía a la “derecha” y la “izquierda” en el interior de la “línea del Imam”, los partidarios del ayatolá Jomeini, fundador de la República Islámica, que dirigían el país tras la eliminación de las otras fuerzas que participaron en la revolución de 1979 (marxistas, liberales, nacionalistas…).

A partir de 1988-1989, años caracterizados por el fin de la guerra entre Irán e Irak y la muerte de Jomeini, la derecha es la que gobierna.

La diferencia ideológica esencial es sobre la intervención del Estado en la economía: la izquierda es favorable al intervencionismo, la derecha es menos estatista.

Pero en 1997, el “izquierdista” Mohammad Jatami gana la presidencial y lanza su política de reformas, basada en una distensión con Occidente.

– “No soy diplomático, soy revolucionario –

“La derecha, que ha sufrido una derrota contundente en las elecciones, se reconstruye progresivamente”, dice a la AFP el historiador Jafar Chiralinia. El movimiento se renueva con jóvenes que se dicen “principistas”.

“Se consideran adeptos a los principios de la Revolución de 1979, lo que significa que la otra corriente, la de los reformadores, se apartó de los valores defendidos por la Revolución” (atención a las clases populares, antagonismo frente a Occidente, primacía del islam), explica Farchad Ghorbanpour, periodista independiente.

En la denuncia del gobierno Jatami se destaca entonces un cuadragenario que encabeza la televisión estatal: Ali Larijani.

En la presidencial de 2005, la victoria sorpresa de Ahmadinejad, candidato anticorrupción casi desconocido, contribuye a que en su contra se acerquen una gran parte de los conservadores tradicionales y los reformistas.

La crisis post-electoral de 2009 marca el nacimiento de la corriente denominada ultraconservadora. Los interesados se definen como “revolucionarios”, en referencia a una fórmula del guía supremo, el ayatolá Alí Jamenei: “No soy diplomático, soy revolucionario”.

Se oponen a los conservadores tradicionales, a los que acusan de ser “los guardianes del statu quo”, Larijani el primero, a quien acusan de “silencio”, lo que para ellos es aprobación de la “sedición” del Movimiento verde.

Pero tampoco ahorran críticas para Ahmadinejad, a quien no perdonarán haberse opuesto abiertamente al  ayatolá Jamenei durante su segundo mandato.

– “Otro Rohani” –

Conservadores y ultras no pueden impedir la victoria del moderado Hassan Rohani en la presidencial de 2013.

Desde su posesión, los “principistas” se movilizaron contra su política de apertura con Occidente, acusándolo de subastar los intereses nacionales.

La firma del acuerdo de Viena, con la aprobación del Guía, cambia la situación: los conservadores centristas como Larijani, adhieren al pacto, ratificado en el Parlamento bajo su dirección. Los “revolucionarios” mantienen su línea.

“Larijani no es más que otro Rohani”, muestra desde hace días un fotomontaje ultraconservador que mezcla los rostros de ambos.

La retirada de Estados Unidos del acuerdo y el restablecimiento de las sanciones estadounidenses contra la República Islámica bajo la presidencia de Donald Trump en 2018 devolvió energía a los ultras, pues se referían al fracaso del gobierno Rohani y a la violenta recesión.

A medida que se acerca la elección y cuando la reactivación del acuerdo de Viena es objeto de negociaciones, algunos ultras han moderado sin embargo sus ataques contra el pacto, teniendo en cuenta la autorización del Guía a las negociaciones.

En el plano de las ideas, Raissi y Larijani deberían enfrentarse más sobre el asunto de la economía y el lugar de Irán en el mundo, pues el primero aboga por un sistema casi autárquico y la desconfianza con Occidente, mientras el segundo aboga por cierta distensión y una economía más abierta.

Larijani lanzó el miércoles una apertura sobre el asunto de las “libertades sociales”, un espantajo para los ultras, pero que él considera de “gran importancia”.

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