Especial para Infobae de The New York Times.
(Science Times) ; (The Well Newsletter)
¿Cuán sano es el aire de tu lugar de trabajo?
Es una pregunta que muchos nos hacemos ahora para protegernos de la COVID-19. Sin embargo, la calidad del aire en interiores también es algo de lo que deberíamos hablar mucho después de que termine la pandemia. Porque la calidad del aire de tu lugar de trabajo no solo puede influir en el número de días que debes ausentarte del trabajo por estar enfermo, sino que incluso puede afectar el funcionamiento de tu cerebro.
Un nuevo estudio demuestra que la mala calidad del aire en interiores está asociada a sutiles deficiencias en una serie de funciones cognitivas, incluida nuestra capacidad de concentración y de procesamiento de la información. La investigación, publicada en Environmental Research Letters, dio seguimiento a 302 trabajadores de oficina en edificios comerciales de seis países (Estados Unidos, el Reino Unido, China, India, México y Tailandia) durante 12 meses.
Los científicos utilizaron monitores para medir la ventilación y la calidad del aire al interior de los edificios, incluidos los niveles de partículas finas, que incluyen el polvo y las partículas minúsculas procedentes del tabaco, los productos de limpieza y la contaminación del aire exterior que se filtra en las edificaciones. Se les pidió a los trabajadores que utilizaran una aplicación para realizar pruebas cognitivas periódicas durante la jornada laboral. Las pruebas incluían problemas matemáticos sencillos, así como un complicado juego de colores y palabras llamado prueba de Stroop, en el que una palabra como “azul” o “púrpura” se imprime en tinta verde o roja (la prueba te pide que nombres el color de la tinta, pero nuestro cerebro quiere leer la palabra en su lugar). Puedes hacer la prueba de Stroop en línea en faculty.washington.edu/chudler/words.html).
El estudio reveló que los oficinistas de los edificios con la peor calidad de aire en interiores tendían a obtener peores resultados en las pruebas de habilidad mental. Aunque el efecto no era drástico, los hallazgos se suman a un creciente conjunto de pruebas que sugieren que el aire que respiramos afecta a la salud del cerebro.
“Este estudio analizó cómo varios factores del ambiente interior tienen un impacto inmediato en nuestra función y desempeño cognitivos”, explicó Joseph Allen, director del programa Harvard Healthy Buildings y autor principal del estudio. “Este demuestra que el aire que respiras en tu escritorio en ese momento tiene un impacto en cuán bien piensas”.
En el pasado, el control de la calidad del aire en los edificios se centraba en la eficiencia energética y la comodidad, y no prestaba mucha atención al control de las infecciones o la salud general de los trabajadores. No obstante, la pandemia ha hecho que muchos lugares de trabajo se fijen más en la calidad del aire interior. La buena noticia es que muchos de los cambios que se están realizando para prevenir la propagación de la COVID-19 son las mismas mejoras que se deben implementar para mejorar la calidad general del aire en relación con la función cognitiva y la productividad de los trabajadores.
“Ahora se valora lo mucho que influye el ambiente interior en nuestra salud”, dijo Allen. “Los edificios saludables”, comentó, no deben pensarse solo como “algo que hacemos durante esta pandemia o una crisis”.
Y añadió: “Tiene que ser la nueva normalidad, no la excepción, de cara al futuro”.
En general, querrás saber que tu edificio renovó sus filtros de ventilación con unos MERV 11 como mínimo, pero es preferible usar los MERV 13, que es un indicador de la eficacia de la filtración. También querrás saber si los administradores del edificio tomaron medidas para aumentar el aire exterior o si han añadido limpiadores de aire portátiles al espacio. Desconfía si alguien te dice que el sistema de ventilación del edificio no se puede mejorar o que está utilizando una tecnología nueva que no ha sido probada.
Allen señala que incluso añadir un purificador de aire portátil con un filtro HEPA en el centro de la sala puede lograr una diferencia significativa en las oficinas con sistemas de ventilación menos eficientes. La clave para elegir un purificador de aire es seleccionar el dispositivo adecuado para el tamaño del espacio. Allen aconseja que, para un lugar de trabajo normal, se elija un purificador de aire con una tasa de suministro de aire limpio, o CADR por su sigla en inglés, de 300 por cada 46 metros cuadrados de superficie, lo que equivale a cambiar el aire de la sala cada 15 minutos.
Allen, coautor de un nuevo libro, “Healthy Buildings: How Indoor Spaces Drive Performance and Productivity”, señaló que se ha sentido animado al ver que, debido a la pandemia, más empresas y personas particulares se toman más en serio la calidad del aire en interiores. Hace poco, vio una vacante de una empresa grande que solicitaba un “jefe de edificios saludables” en la división inmobiliaria global de la empresa.
“Esto indica que las empresas serias están cambiando su manera de ver sus edificios y no están pensando en esto como algo excepcional mientras dure la COVID-19”, dijo Allen.
Aunque algunos detalles técnicos relacionados con la calidad del aire pueden resultar confusos, no hay que dejarse intimidar. No es necesario ser un experto en ventilación para determinar si las precauciones que toma tu empresa son adecuadas para mantenerte a salvo durante la pandemia y en el futuro.
“La presión proviene de los empleados, los padres de hijos que van a la escuela, los maestros; hay un mayor nivel de conciencia y experiencia”, afirmó Allen. “¿Cuántas personas hablaban de los filtros MERV 13 antes de la pandemia? Este conocimiento de que nuestros espacios interiores no han tenido el rendimiento esperado no va a desaparecer. Creo que, con justa razón, la gente está frustrada y harta”.
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