El 88.008, 'qual piuma al vento'

Madrid, 22 dic (EFE).- Como todas las cosas buenas, se ha hecho esperar hasta el final: interpretado por el 88.008, el Gordo ha mantenido a su fiel público del Real conteniendo el aliento hasta el último acto, en el que una díscola manivela casi le arrebata el clímax tras saltarse varias veces el libreto.

Pocas veces se ha visto el patio de butacas lleno hasta la bandera hasta pocos minutos antes de que caiga el telón: el primer premio del Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad de este año ha sido el más tardío de la historia, sepultando así el récord que había batido su antecesor de 2014.

Más de cuatro horas de función han transcurrido hasta que el 88.088 ha hecho aparición; de hecho, los nervios al filo de las 13 horas eran ya tales que los asistentes amagaban con marcharse. “¡Que salga ya, que el público se va!”, vociferaban. A un paso estaban de reclamar la devolución de los décimos.

Hasta entonces, el espectáculo se había desarrollado con un orden exquisito: el madrugón había pasado factura a unos cuantos que, previsores, se habían llevado incluso cojines y mantas, pero la siesta matutina tampoco les ha durado mucho, apenas media hora, lo que han tardado en salir los primeros quintos durante la segunda serie.

Y entre los quintos, un cuarto; los protagonistas del sorteo iban saliendo ordenada y escalonadamente según su carga de euros a repartir.

Por allí se colaba mientras tanto Santiago Segura que, aunque no juega a la lotería porque ya se siente lo suficientemente “afortunado”, sí que ha “flipado” con los vítores entusiastas del público.

Hasta 16 días llevaba alguno de espera en la fila, como el cántabro Juan Manuel López, más conocido como el Obispo, que ha conseguido, por quinta vez, ser el primero en atravesar las puertas del Real. A su cita anual con la suerte tampoco han faltado ni el Quijote ni Sancho Panza ni Manoli, la casi nonagenaria que cada año muta de disfraz para asistir al sorteo y que hoy ha elegido el de cesta navideña.

Pasaba un minuto del mediodía cuando el primer peso pesado del elenco, el tercer premio, presentado por las niñas Ainhoa y Rosario, ha salido a escena, para regocijo del foso, que ha empezado a corear a las soprano “Tú sí que vales”.

Y es que Ainhoa ya había acaparado unas tablas antes una de las anécdotas de la mañana, cuando se le ha caído una de las bolas de premio de 1.000 euros.

No iba a ser la única, ya que después a otros niños han pasado por el mismo percance.

Igual se ha volcado el público con Kiara, que ha empezado su tabla santiguándose; la pequeña de San Ildefonso ha paralizado el patio de butacas al dar un amago de sacar el Gordo bien temprano, pero que ella misma ha terminado negándolo con un resoplido resignado.

Un personaje en principio secundario se ha hecho con los focos en el último acto, aunque a lo largo del espectáculo ya había dado avisos de que quería su parte de atención: una villana manivela del bombo grande de los premios que ha llegado incluso a interrumpir por unos momentos la representación.

Los operarios de Loterías han tenido que empeñarse más que otras veces y tratar de resolver un problema que entre el público ha despertado los primeras sospechas de “tongo”.

Pero la flamante irrupción del segundo premio ha acallado las suspicacias para dar paso a la efervescencia: todos comprobaban extasiados si tenían alguno de los décimos agraciados. No hubo éxito, pero sí sirvió de antesala del clímax que, ya sí, estaba por llegar.

‘¡Queremos el Gordo! ¡Queremos el Gordo!’ Un público con el estómago vacío y anhelante de que pusieran al menos “algún bocadillo” empezaba a pensar que este año no habían metido la bola del Gordo.

Los espectadores ansiaban ver al divo por el que habían pagado -en algunos casos, varios cientos de euros- y a las 13.16, Francisco, dejando escapar un pequeño gallo, lo anunció: 88.088.

Y es así como el Gordo se ha marcado su particular ‘La donna é mobile’, broche de oro del “Rigoletto” de Giuseppe Verdi que estos días se puede disfrutar en el Teatro Real, enloqueciendo al público asistente y repartiendo en un segundo, ‘qual piuma al vento’, millones de euros por toda España.

Mientras todo eso pasaba, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se reunían en el Congreso. Pero eso ya es otra función. EFE

ada/jlg


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