Hay dos velocidades en la Economía. Una es la visible y mensurable, que está ligada a los sectores de grandes intereses, energía, combustibles, banca, grandes constructoras, que acompañada de toda la colección de títulos públicos que supimos conseguir, hacen un tándem Estado-grandes intereses privados que en conjunto conforman la economía de los valores nominales sujetos a la volatilidad. Esa es la Economía Nominal de la que se habla constantemente y que tiene pizarra, o sea, siempre tiene asignado un valor, que puede fluctuar de manera espeluznante, generalmente por razones de responsabilidad administrativa nuestra y a veces por razones lejanas a nuestros manejos.
Y la otra es la Economía Real, esta va muy por debajo de la anterior, a otra velocidad. De esta se habla menos, en el cuerpo es la musculatura, pero produce del 45 al 50 por ciento del PBI y el 70 por ciento del empleo nacional. Esta economía, que se mueve y sacude al ritmo de las variables instaladas por la otra, es a su vez distinta, es economía real porque transacciona bienes reales que tienen valores reales de mercado, están ligados por lo general a costos bastante ciertos de insumos materiales, industriales o naturales, y a dosis ciertas de incidencia de mano de obra.
Hoy se están muriendo minuto a minuto el empleo y la producción real y por ende se está desarticulando la economía real en su conjunto
Hoy se están muriendo minuto a minuto el empleo y la producción real y por ende se está desarticulando la economía real en su conjunto. Esta otra economía es un verdadero entramado social, una verdadera red de seguridad que se estira más allá del límite de lo posible. Esta red está conformada por elementos y relaciones reales, dueños y empleados que se conocen hace décadas, relaciones cliente-proveedor con una confianza real cimentada en el tiempo, proyecciones de negocios con raíces en lo más básico, la subsistencia de los que conozco y quiero. Por otro lado, materias primas, procesos fabriles o servicios con más o menos empleo, mercadería con valor final o servicios apreciados por el mercado o los vecinos, red real porque asegura la conservación de la dignidad de los elementos intervinientes, red inclusiva que de crecer absorbe a los sujetos del asistencialismo y los promueve a un estado superior. Por último es una red que por su naturaleza de superviviente tiene un potencial expansivo infinito, tiene una capacidad de compromiso única, y jamás juega en contra del país.
Hoy la dirigencia dice haber entendido la urgencia, pero su parsimonia, 20 o 30 días para concretar las soluciones, la pone muy atrás respecto del daño causado por la pandemia. Para el universo pyme, ese tiempo es una eternidad y muchos no van a llegar a estar en condiciones ni en quince días. Debemos hacer el esfuerzo ya, para que no se nos mueran más iniciativas reales, empleos reales, porque se corre el peligro enorme de desertificar la economía y que cuando llegue el agua, la asistencia prometida, ya no haya plantas para regar. Si bien la economía real es anaeróbica y aguanta todo, con el actual parate, se está muriendo.
Al encontrarnos en una dinámica tan agresiva integralmente para la supervivencia de las pymes (caída de actividad casi a cero, desfinanciamiento, excesiva o total lentitud de los bancos para implementar ayudas, presión fiscal, etc., etc.), se está destruyendo el tejido económico y social.
Por otro lado, cada vez que se propone algún tipo de solución para el mundo pyme que implique algún recurso, la respuesta que se recibe es sistemáticamente negativa y se apoya en la macroeconomía. Pero hay una incongruencia entre las leyes de la macro y la mecánica de la micro. Muy posiblemente se rijan por leyes distintas o las mismas pero desfasadas en el tiempo, unas con respecto a las otras. Esto es como las leyes físicas del Universo, es un solo sistema, pero no se verifican las mismas leyes en los dos extremos. Hay una incongruencia entre el principio de Relatividad y la mecánica cuántica, o sea hay un desacople entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño.
Por ende se esgrimen objeciones basadas en un fundamentalismo monetarista macroeconómico (la política monetaria deja de ser una herramienta y pasa a ser una ideología), arguyendo algo así como que “lo que no es posible para la política monetaria, no es real”, como si toda la verdad, y la única verdad, fuera la establecida por la dinámica de los grandes números. (Creo que este extremismo es infundado, que se verifican agujeros negros, zonas grises o grandes dudas a la hora de llevar esas certezas de la macro a la micro).
Si bien la economía real es anaeróbica y aguanta todo, con el actual parate, se está muriendo
Tal vez la macroeconomía pueda configurar los límites extremos de la economía pero no está ni cerca de explicar la vida interna y celular de la microeconomía y mucho menos de entender y proyectar su potencial. Sino que explique cómo el universo pyme factura 160.000 millones de dólares con un endeudamiento total de tan solo 6.500 millones de dólares y el Estado factura 180.000 millones con un endeudamiento total aproximado de 400.000 millones, siempre en la moneda americana.
La política monetaria basada en la macro puede definir las dimensiones de la economía, pero no generarlas: por suerte eso lo hace la economía real, infinitamente más eficiente y competitiva que el resto de la economía.
Desde hace tiempo que esa mirada subjetiva e ineficiente lo único que ha hecho, con políticas erradas y malas herramientas, es aniquilar el empleo, destrozando sistemáticamente al Universo Pyme para después ver con que impuesto y con qué endeudamiento se pagan los planes sociales. O sea le ha robado y le sigue robando, al ahora ex empleado, la dignidad para devolverle precariedad.
Tal vez la macroeconomía pueda configurar los límites extremos de la economía pero no está ni cerca de explicar la vida interna y celular de la microeconomía y mucho menos de entender y proyectar su potencial
No concibo entonces, que se quiera gestionar la economía desde el tablero virtual y el criterio de la macro. Seamos honestos, mucho antes del inicio de la pandemia ya estábamos sumergidos en un desastre social y económico. A esta altura ya es obvio que el criterio de pensamiento económico que se ha utilizado ha fracasado.
Lamentablemente es así, las políticas económicas se formulan desde esa plataforma, la Macroeconomía monetaria, que es en sí misma una reducción de la realidad, que no llega a ver el todo de la Micro y por ende adolece de las herramientas y la mecánica para comprender y gestionar esa realidad compleja, atomizada, infinita que es la Micro. Y además, las ejecutan funcionarios que no la vivieron y no la entienden. Es hora que se incorporen funcionarios con probada experiencia pyme, sobre todo si estamos hablando de un Consejo Económico. Por primera vez este tipo de órgano debería tener marcada predominancia pyme.
En conclusión, durante la pandemia y más aún cuando esta termine, hay una salida. Es clara, es simple, es directa y es más rápida de lo que creemos. Es trabajando en serio, generando y facilitando el empleo y su consecuente distribución del ingreso, produciendo bienes y servicios a valores reales y por último y sobretodo (ahora que sabemos que somos pobres) requiriendo mucha menos plata, como se ha demostrado, el emprendedor pyme es por lejos el más eficiente.
En definitiva la salida de este pozo, es la otra economía. Más vale que empiecen a entenderla de una vez.
El autor es presidente Alimentos Inca y responsable pyme de Copal
FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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