Nació en Estados Unidos, en Teaneck, Nueva Jersey, pero siendo hijo de madre y padres italianos, siempre defendió a la Azzurra. Surgido de la cantera del Parma, luego fue traspasado al Manchester United. Después recaló en el Newcastle y regresó al Parma. No obstante, la explosión de Giuseppe Rossi se dio en el Villarreal, donde descolló por ubicación, inteligencia y capacidad realizadora. Allí anotó 82 goles y regaló 25 asistencias en 192 partidos. Y coqueteó con grandes potencia del fútbol europeo. Sin embargo, las lesiones hicieron mella en su físico. Y hoy, a poco menos de un mes del cierre del libro de pases en el Viejo Continente, aún no consiguió club.
“Hubo un año en el Villarreal, en la temporada la 10/11, en el que exploté jugando de forma constante y metiendo 32 goles entre la Liga y la Europa League”, subrayó en una entrevista con AM. “En España, después Messi y Ronaldo, yo estaba ahí. Todos los grandes me querían”, añadió.
En ese pico de su rendimiento, incluso, alcanzó las 18 consquistas en La Liga de España, quedando en el quinto puesto de la tabla, a la par del Guaje Villa, Llorente y Roberto Soldado. Pero, dicho quedó, las lesiones lo perjudicaron. Sufrió una rotura de ligamentos cruzados frente al Real Madrid, estuvo casi 600 días parado, y en los dos periodos posteriores a su año top jugó poco y nada. O lo que su cuerpo le permitió.
Se marchó a la Fiorentina, donde tuvo un resurgir en el ciclo 2013/2014, con 17 goles y cinco asistencias en 24 presencias, pero las lesiones volvieron a ponerle un freno. Y se inició su peregrinar. Levante, Celta de Vigo, Genoa fueron los clubes en los que intentó relanzar su trayectoria, pero solo acumuló un puñado de gritos, lejos de los números con los que se animó a darles pelea a las mejores versiones de Messi en el Barcelona y de Cristiano en el Real Madrid.
Rossi pensó que la MLS, de su país de nacimiento, podía ser una buena plataforma para volver a ser. Se probó en el Real Salt Lake, pero sólo apuntó un gol en siete cotejos. En consecuencia, dio otro volantazo y regresó a Italia, al SPAL, de la Serie B. Y sus estadísticas tampoco causaron gran impacto: 14 encuentros y tres conquistas. Al equipo no le fue bien: terminó en el puesto 15, con récord negativo (9 triunfos, 15 empates y 14 derrotas).
Hoy, con 35 años, todavía no acordó con ningún club. Pero quiere demostrar su vigencia, como cuando era una de las figuras del Villarreal, o cuando defendía la casaca de la selección italiana, con la que fue el máximo anotador de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
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