Carla Stavraky Sarra
Madrid, 3 dic (EFE).- ¿Cómo se encuentra a una persona que desapareció hace diez años en Londres y de la que la única información que se tiene es la del hotel al que llegó, ahora cerrado? ¿Qué pasa si se la localiza, pero no quiere saber nada de su antigua vida?
A esta pregunta responde, en una entrevista con EFE, Antonio Labrador, vicepresidente y portavoz de la Asociación Profesional de Detectives Privados de España (APDPE), quien ante todo quiere dejar claro lo complicado que resulta el trabajo de los profesionales de este sector.
Porque no es lo mismo cuando una persona desaparece de forma forzosa que voluntariamente. En el primer caso el detective privado debe colaborar con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado o poner en conocimiento de ellos la desaparición, pero todo cambia cuando se trata del segundo caso.
Contratados por los familiares, los detectives empiezan la búsqueda, pero siempre bajo la premisa de que están obligados a respectar la privacidad del desaparecido si no quiere que se sepa su paradero. De lo contrario, este podría denunciarlos por trasladar una información que es reservada.
Labrador pone el ejemplo de un hombre que desapareció en Londres hace diez años. La única información que tenían de su posible paradero era la dirección del hotel en el que se alojó.
“Cuando llegamos, ya no existía el hotel, o mejor dicho, había sido reemplazado con otro negocio de hostelería”, cuenta Labrador.
Lograron contactar con los antiguos propietarios, que les facilitaron más información y, con la colaboración de otros detectives del Reino Unido, en tres o cuatro meses de investigación localizaron a la persona, pero esta ya no quería saber nada de la vida que dejó en España.
A esto es a lo que se enfrenta muchas veces un detective privado, recalca el vicepresidente de la APDPE.
De todos modos, el vicepresidente de la asociación precisa que antes de iniciar una investigación de este tipo ya se le informa al cliente de lo que puede y no puede hacer el detective.
Así, se les recuerda que solo se les va informar si su familiar desaparecido está en España o está fuera de España y cuál es su estado de salud. Si se puede, “intentamos aportarles alguna foto, siempre que esté realizada en lugares públicos”, añade.
Estos profesionales tienen libertad para actuar mientras no haya una actuación judicial de por medio ni interrumpan la labor policial.
“Lo primero que hacemos es preguntar al cliente sobre costumbres, hábitos o amistades de la persona desaparecida”, prosigue Labrador. También indagan sobre cuál es el último sitio en el que se ha visto al desaparecido y con quién estaba, ya que las primeras 24 o 48 horas son “fundamentales”.
En el caso de las desapariciones fuera de España, Labrador explica que cuando se trasladan a un país extranjero se suele pedir la colaboración de un detective local para que sirva de testigo, porque la legislación no les ampara de la misma manera que a un nacional.
Para cada persona desaparecida, la agencia de detectives va a nombrar a dos o tres de su plantilla con los perfiles más adecuados para “rastrear e introducirse en los círculos de amistades, trabajo u otros”.
Los conflictos familiares son una de las principales razones por las que alguien decide romper con su vida y desaparecer voluntariamente. Puede ser por la mala relación entre padres e hijos, dentro del matrimonio o, incluso, entre las familias.
De hecho, Labrador apunta que hay varios casos sin resolver en los cuales un miembro de la pareja decide desaparecer con el hijo de ambos a su país de origen. Concretamente, destacan como destino los países del Magreb o Rumanía, donde es “muy difícil” dar con los desaparecidos.
Otra cuestión son los menores. Según los informes del Centro Nacional de Desaparecidos, dos de cada tres desaparecidos en España no tiene aún 18 años, pero Labrador afirma que la mayoría de los casos son “chiquillerías”, porque muchas veces huyen de casa por un enfado con los padres o por rebelarse.
Canarias es, en opinión del investigador, el destino más típico que escogen las personas que quieren desaparecer voluntariamente. Concretamente, las islas de La Palma y Tenerife.
En las grandes capitales de provincia, como Madrid y Barcelona, también desaparecen muchas personas por su gran población.
Y cuando deciden cruzar la frontera son Reino Unido, Francia y Portugal los países elegidos y donde más casos ha detectado Labrador, que añade además que el territorio luso suele servir de puente para luego marcharse a países de Latinoamérica.
La APDPE ha firmado un convenio de colaboración con SOS Desaparecidos para aquellas familias “menos pudientes” que no pueden llegar a costear un servicio estándar de investigación. Con ello, se podrán resolver muchos casos que de otra manera quedarían “en el olvido”.
En virtud del convenio, en función de la renta económica del cliente las investigaciones pueden tener un descuento del 20, del 40 o del 60 por ciento. Incluso, le puede salir totalmente gratis. EFE
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(Recursos de archivo en www.lafototeca.com cód 9174150 y otros)
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