El Parque de la Reconciliación, en la Ciudad de la Alegría instalada en las inmediaciones de la Torre de Belem, se ha convertido en uno de los puntos neurálgicos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa. En este mismo recinto, el Papa ha confesado a tres jóvenes este viernes, uno de ellos, español. Entre 30.000 y 50.000 peregrinos han visitado estos días la Ciudad de la Algegría.
En el Parque de la Reconciliación hay 150 confesonarios portátiles, donde cientos de sacerdotes, en turnos rotatorios, han dedicado a impartir el sacramento de la confesión largas horas, desde las 9 de la mañana a las 4 de la tarde (salvo el miércoles, que cerró a las 8) y desde el día 1 al 4. Es una iniciativa que acompaña las JMJ desde que se puso en marcha en Madrid 2011.
“A mí me gusta mucho que lo pusieron muy fácil. A veces, acercarse a la confesión es difícil. Quizá te da miedo de que el padre te regañe, o te da pena, si llevas mucho sin confesar… Que hagan un parque del perdón donde ves millones de confesonarios y de gente que quiere confesarse es muy padre. A la gente que le da miedo acercarse a la confesión se le abre una puerta para reconciliarse con Dios”, comenta a Europa Press Arantza, una joven mexicana presente en el Parque de la Reconciliación.
Su amiga Regina explica por qué está en la cola: “No tenemos sacerdote en el grupo, y el otro día en Misa, me dio flojera ponerme a confesar porque había mucha gente. Y esta es la ocasión”, expresa. Junto a Arantza, forman parte de un conjunto de 25 personas que han venido con el Opus Dei, en concreto, con un grupo de la Universidad Panamericana de México.
“En lo personal, estar en el Parque de la Reconciliación lo siento bonito, lo siento ‘guau’, porque a veces da la impresión de que nuestra generación está como medio perdida, y ver tanta gente aquí que sigue con ganas de estar cerca de Dios es impresionante. No importa cuántos años tengas, aun es mucha la gente que tiene el deseo de estar cerca de Dios. Como dijo una chavita aquí OK, somos pecadores, pero también somos humildes porque venimos a confesarnos'”, señala Regina.
ESPAÑOL, IDIOMA PREDOMINANTE EN LAS CONFESIONES
Es posible confesarse en diversos idiomas, indicados en una hoja en cada confesionario. “El idioma, con diferencia, más solicitado es el español; aunque también hay mucha gente en portugués, o en inglés”, añade una voluntaria.
Marta Fernández, valenciana que también es voluntaria en este Parque de la Reconciliación, explica que lo “muchísima” gente sale súper contenta y “muchísima” gente está confesándose. “Es el sitio de la alegría. Todos los sacerdotes están horas y horas, y una vez acaban los turnos que han acordado, se quedan más tiempo”, asegura.
La joven recuerda un caso particular: “Había una voluntaria, una chica riojana, cuya madre se estaba confesando aquí. Me contó -añade Marta- que ella misma llevaba sin confesarse desde la Primera Comunión. Le pregunté si se quería confesar y me dijo que no, porque le daba mucha vergüenza, porque no se acordaba de cómo se hacía”. Entonces, Marta le animó, aunque ya estaba cerrado el Parque. “Así que buscamos un cura, volvimos a entrar, se pudo confesar y salió súper contenta –rememora–. Se confesaron su madre -que también llevaba mucho tiempo sin hacerlo, porque estaba apartada de la Iglesia-, la propia chica, que tiene 23 años, y dos amigas más”.
Las colas para confesar han sido largas, aunque avanzaban con cierta agilidad y los penitentes son variados. También hay sacerdotes y religiosos. Uno de ellos, el hermano Israel, franciscano madrileño, que vive en Cartagena, salía del confesionario: “Confesarse es recuperar la alegría que el pecado nos quita. Uno sale recompuesto –afirma–. Es importante ver a tantos jóvenes que también se confiesan, y ver la importancia que tiene el sacramento de la reconciliación”.
La historia personal de este franciscano, de 35 años, tiene relación con la JMJ. “Sentí la llamada hace tiempo, pero había dicho que no, porque el Señor te da libertad, pero es celoso de aquellos a quienes elige. En la otra JMJ en la que participe, Madrid 2011, tuve una experiencia fuerte de Dios y comencé un acompañamiento serio con un sacerdote. Después de dos años, me salió el decir que sí al Señor porque si no, siento que estoy desperdiciando la vida”, señala.
Un joven iberoamericano, Daniel, de la diócesis de San José en Costa Rica, explica a Europa Press que acostumbra a confesarse habitualmente, pero esta vez llevaba mucho sin hacerlo, y quería sentir la experiencia de hacerlo aquí. También sugería dejar en la entrada dejar papelitos de cómo hacer un examen de conciencia; y animar a guardar un poco el silencio, porque si no se llega distraído. En realidad, algunos carteles en el recorrido que llevaba a los confesionarios incluían códigos QR para descargarse oraciones para prepararse.
“Yo aproveché ayer para confesarme, en un encuentro que tuvimos. En realidad, en la JMJ hay muchísimas facilidades”, explica Julio, un joven de las comunidades salesianas de Sevilla. Han venido doscientos a Lisboa. Sus compañeros, como tantos, van a confesar aquí. “Es que yo me confieso en los encuentros, de convivencia en convivencia. Aquí nos mueve más”, sostiene María. Otra compañera, Aida, comenta que llevaba más tiempo sin confesar. “Pero lo necesito. Al ver mas gente, es más fácil”, asegura.
Como señala Marco Correa, seminarista de Michoacán (México), tocado con un amplio sombrero mexicano, “todos los que vienen aquí se acaban confesando, porque a fin de cuentas es una llamada.” Quien viene aquí es porque Jesús nos llama. Y si sale la conclusión ahí, al lado de la feria de la alegría…”, asegura
El parque de la Reconciliación se halla en el recinto denominado Ciudad de la Alegría, en la Praça do Imperio. Incluye además, una capilla, donde diariamente se han celebrado varias Misas. También se situaba la llamada Feria de las Vocaciones, con varias decenas de stands de entidades religiosas, de defensa de la vida o la familia. Ahí se hallaban desde los maristas a Ayuda a la Iglesia Necesitada; desde los cursos Life Teen a Regnum Christi, desde religiosos de clausura a Mary’s Meals, la organización que acaba de ser galardonada con el premio Princesa de Asturias.
Javier, responsable de Comunidades Fe y Vida, explica que les sirve para darse a conocer: “No solo nuestra comunidad, sino el movimiento comunitario no es muy conocido en España. Nuestra experiencia es muy positiva en esta Feria, para darnos a conocer a la gente. También hemos dado talleres de formación, sobre noviazgo, inteligencia emocional, evangelizar a millenials…”.
Los jóvenes se dan una vuelta por las casetas, alineadas en vías, cada una con el nombre de una jornada de la Juventud: Roma 2000, Madrid 2011… Javier, de los salesianos de Sevilla, explica su motivos: “Conocer otras congregaciones, sus misiones, enfocados a los jóvenes o a los mayores”.
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