Hace días tenían la confirmación de sus entradas. Habían conseguido un par de tickets a través de un amigo santiagueño que les facilitó su compra. Ahorraron desde los octavos de final (acudieron al duelo con Libertad de Paraguay), se habían jurado estar presentes en la fase definitoria sin esperar que enfrente estuviera nada menos que River. Y desembolsaron cada pesito con gusto e ilusión.
La distancia con su provincia natal, los compromisos y el dinero son la problemática con la que lidian cada vez que se proponen ver a Boca los fines de semana. Pero Jorge (alias Pocho) y Daniel dieron el presente en la Bombonera para asistir a la primera final de la Copa Libertadores.
El dúo es oriundo de Ingeniero Forres, una localidad situada 40 kilómetros al sur de la capital de Santiago del Estero. A las 20 horas del viernes se subieron al micro con un bolso ligero y emprendieron los 1000 kilómetros que los separan con el templo xeneize.
No nombraron formalmente una peña en su ciudad, pero son miembros de un grupo de aproximadamente 30 fanáticos boquenses que se reúnen para ver los partidos y, cuando las circunstancias son favorables, viajan a ver al equipo. Ellos son dos de los más fieles, aunque a veces suelen venir otros compañeros de ruta e incluso algunos de sus hijos. Allá también se hereda la pasión: Jorge tiene tres hijas y a la menor le puso de nombre Xenei en honor a los Xeneizes.
Pocho es empleado municipal y Daniel es comerciante. Tienen la espina clavada de la final perdida con River en Mendoza y sueñan con quitársela en el inédito compromiso por la Libertadores. La incomodidad del bus y la ansiedad porque rodara la pelota les quitó el sueño en la ruta: pegaron muy poco los ojos durante las casi 16 horas de viaje.
Arribaron a la Bombonera bien temprano y se acomodaron con su bandera en las plateas que les habían tocado, cercanas a las bandejas populares sur. Se calzaron un par de pilotos para atenuar la bruma y la tormenta. Poco les importó empaparse. Mucho les dolió la suspensión.
Pasadas las 15:30, instantes después de que los dirigentes de la Conmebol postergaran la final entre Boca y River, la pareja de santiagueños fue expulsada de las entrañas de la cancha sin mucha información. “Ahora vamos a cancelar nuestro boleto de vuelta por las dudas de que se juegue mañana. No tenemos adonde parar, vamos a llamar a un amigo santiagueño a ver si nos hace lugar”, le cuenta Jorge Pocho Cortés a Infobae.
El pasaje de vuelta tenía horario para las 20:40. Si las condiciones climáticas lo permiten, el Xeneize y el Millonario se enfrentarían mañana en la Bombonera desde las 16. Pero existen muchas chances de que el primer cruce entre ambos se lleve a cabo el sábado 17 de noviembre.
“Nos vamos con una frustración total pero con la alegría de haber venido. Nostros acá siempre juntamos y recolectamos donaciones para llevar al pueblo y apoyar a los maestros, albañiles y pintores. Todo en nombre de Boca y por el gusto de hacerlo”, relata Pocho, que saca pecho porque una bandera de su grupo tiene el mayor tamaño de la zona del Noroeste argentino (compite justo con otra de River).
La de estos santiagueños es solamente una de las decenas de historias que se multiplicaron hoy en la Bombonera. Las lluvias aguaron la fiesta del fútbol y empañaron las ilusiones de muchos. Entre la cancelación de su boleto de vuelta y la activación del regreso para el domingo por la noche, Pocho y Daniel se muerden las uñas y sacan cuentas: “¿cuánto nos saldrá tener que viajar el fin de semana que viene?”.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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