“La primera orden que recibimos el 28 de marzo de 1982 fue conformar una compañía de asalto con armas livianas que iba a participar del desembarco en Malvinas junto con la Infantería de Marina”, recuerda, en conversación con DEF, el coronel (R) Daniel Esteban. Así fue como se constituyó la Compañía C de Asalto, de la que fue jefe y que estaba integrada por tres secciones del Regimiento de Infantería 25, con asiento en Sarmiento (Chubut). A 40 años de la guerra de Malvinas, conversamos con Esteban, quien hoy está dedicado al ámbito académico y dirige el Departamento UADE Business School, sobre el rol del Ejército Argentino en el conflicto y los retos que debió enfrentar en un contexto desafiante y de alta exigencia.
¿Cuál fue la participación de la Compañía C de Asalto en la Operación Rosario?
La Compañía tenía tres secciones, sin armas pesadas. Nosotros fuimos agregados a la Operación Rosario, que fue conducida y preparada por la Marina. Nuestra misión era lograr la rendición de los Royal Marines, expatriarlos al continente y designar un gobernador militar en Malvinas. En las islas, iba a quedar una fuerza policial, y nosotros regresaríamos al continente, lo que finalmente no sucedió. El Regimiento 25 participó en dos fases: la de recuperación de la soberanía con la operación de anfibios; y el resto llegó a las islas por vía aérea, en aviones Hércules, una vez recuperado el aeropuerto de Puerto Argentino.
¿Cuándo llegaron a Darwin/Goose Green? ¿Cuál fue la misión que tuvieron ahí?
El 4 de abril, en el buque Isla de los Estados y en dos helicópteros, salimos rumbo a Darwin/Goose Green, unos 100 kilómetros al sur de Puerto Argentino. Rebautizamos los pueblos como “Puerto Santiago”. Cuando llegamos, nos entrevistamos con el señor Brooke Hardcastle, gerente de la Falkland Islands Company, y le explicamos que teníamos la misión de recuperar esos pueblos y montar allí una base con una función de defensa. Necesitábamos un lugar para que nuestros soldados pudieran descansar y estuvieran calefaccionadas. Tomamos posesión de la escuela primaria, que tenía tres alas, donde pudimos ubicar a cada una de nuestras secciones. Con respecto a la alimentación de la tropa, acordamos con Hardcastle la provisión de la carne y el pescado. A la población de la zona le requisamos las armas, las municiones y los equipos de radio, lo que nos permitió contar con 110 radios en operaciones. También, les requisamos todos los vehículos, que eran camionetas 4 x 4 Land Rover.
EMPECINAMIENTO TÁCTICO
¿Cómo se organizó la defensa de las islas luego de su recuperación?
En realidad, el desembarco argentino iba a ser la primera y la última etapa de la operación. Fue un éxito, pero debía durar dos o tres días. Después hubo lo que yo denomino un “empecinamiento táctico”, que no respondía a ninguna lógica estratégica y táctica. Desde un primer momento, la Comandancia de las FF. AA. nos dijo que el desembarco británico iba a ser en Puerto Argentino, algo que no iba con el estilo estratégico ni táctico de los ingleses. Con el plan Corporate, los británicos eligieron un lugar donde presumían que no iba a haber tropas: desembarcaron y atacaron la guarnición más débil, la de Darwin/Goose Green. Posteriormente, con dos “pinzas”, cayeron por la retaguardia de Puerto Argentino. Esa situación obligó a dar vuelta la posición de defensa, cambiar las posiciones de la artillería, las cadenas logísticas y todo lo que significa dar vuelta dos brigadas en posiciones. Así y todo, en San Carlos, los ingleses cometieron un enorme error. Desembarcaron con helicópteros, sin haber hecho una exploración previa con tropas comando que nos habrían eliminado. Nosotros aplicamos un modesto plan de velos y engaños.
¿En qué consistió ese plan de velos y engaños?
Yo debo ser justo con la inteligencia argentina: a mí me mandaron un documento que decía que la segunda posibilidad de desembarco británico era Puerto San Carlos. En ese momento, nuestra arma más peligrosa era el misil Exocet, que no navegaba la superficie e iba directo al blanco. En San Carlos, había alturas de unos 300 metros, y los británicos consideraron que allí sus buques no iban a ser atacados por los Exocet y, además, tenían una excelente defensa aérea. Nuestro modesto plan de velos y engaños estaba complementado con observadores aéreos, que estaban escondidos en las alturas observando lo que pasaba. Así, estuvimos varios días: nosotros llegamos a San Carlos el 15 de mayo y el desembarco británico se produjo el 21 (ver recuadro).
¿Cómo jugaron las condiciones climáticas? ¿De qué manera los afectó?
Hay un dicho que reza: “No hay malos climas; hay malas vestimentas”. Nosotros sabíamos que el clima en las islas iba a ser muy duro. El tema es cómo está preparado uno. Los británicos, por ejemplo, habían traído algunas tropas que se habían entrenado en Noruega. En nuestro caso, el Regimiento 25 venía de la Patagonia y tenía ropa adecuada. Quienes no tenían la vestimenta adecuada eran las tropas que vinieron desde la Mesopotamia. Y el otro punto son los víveres: en nuestro caso, no tuvimos problemas de abastecimiento, y los soldados estuvieron bien alimentados por la negociación que habíamos tenido con Hardcastle.
¿Influyó el período del año, con días cortos y noches largas?
En realidad, los ingleses fueron muy escolásticos, muy convencionales, para manejar sus ataques. Siempre lo hicieron con las primeras luces, tal como se estudia en la Escuela de Guerra. Nosotros pensábamos que podía haber una alta proporción de combate nocturno y no estábamos tan bien preparados para eso. Ellos tenían visores nocturnos y fusiles con mira infrarroja. Mi compañía solo tenía dos fusiles con mira infrarroja, que habían sido tomados de un cuartel enemigo. Sabíamos que íbamos a estar en desventaja con todo el equipamiento que se necesitaba para un combate nocturno ordenado, prolijo y profesional. Lo que hicimos fue entrenarnos de día y de noche, implementando una rotación entre nuestras tres secciones. Así, pudimos ir elevando el nivel de instrucción de nuestros hombres.
DESENFOQUE ESTRATÉGICO
¿Cuáles considera que fueron los mayores errores que se dieron en la guerra?
Si un país monta una guerra, tiene que tener un margen grande de posibilidades de éxito. Si va a combatir en una isla y no está para nada seguro de poder mantener el dominio marítimo y aéreo, es imposible ganar una guerra. No ha pasado nunca en el mundo que un comandante pueda defender con éxito una isla cuando el dominio marítimo es del enemigo. Y el dominio marítimo con portaaviones asegura, también, el dominio aéreo. Yo debo reconocer que estoy con vida gracias a la valentía y el arrojo de los pilotos de nuestra Fuerza Aérea, pero la superioridad aérea que ellos lograban era momentánea. Los que dominaban los cielos eran los Sea Harriers británicos.
Argentina mantuvo, a su vez, la hipótesis de conflicto con Chile. ¿Qué implicancia tuvo en Malvinas?
Se creía que Chile podía utilizar una debilidad estratégica argentina para avanzar en sus pretensiones territoriales en la Patagonia. Se optó por proteger ese flanco, y las tropas más lógicas para hacerlo eran las de montaña, que eran, a su vez, las que contaban con el mejor equipamiento para el clima de las islas. Esa decisión tuvo su lógica, pero nos privó de recursos. Desde mi modesto punto de vista, había que haberse jugado y considerar que, en esa situación y con Perú dándonos apoyo y prestándonos aviones, Chile no iba a quedar frente al mundo como un agresor que nos traicionaba aprovechando nuestra situación de debilidad.
¿Cómo impactó la posición de EE. UU. en el conflicto?
Otro de los errores fue creer que EE. UU. iba a mantener una neutralidad complaciente, cuando sabíamos que el Reino Unido era su principal aliado. No solo no se dio esa neutralidad, sino que se les dio a los británicos el uso la isla Ascensión, lo que reducía la distancia operativa con las islas prácticamente un 50%, al pasar de 13.000 a 8.000 millas náuticas. EE. UU. también les dio a los británicos los misiles Sidewinder y les proveyó información satelital. Esos elementos ya colocaban a la Argentina en una posición muy deficitaria. Hubo una falta de apreciación estratégica sobre la situación internacional. La Unión Soviética, la otra potencia en un mundo bipolar, no se iba a meter en el patio trasero de EE. UU. Hay un apotegma que dice que la táctica no puede solucionar los errores estratégicos. Por más esfuerzo y empeño que se ponga, la táctica no puede superar el desenfoque estratégico. Fue una quimera creer que íbamos a poder recuperar la soberanía de las islas con escasas fuerzas y con el dominio marítimo y aéreo en manos del enemigo.
SAN CARLOS: UNA BATALLA HEROICA
El 21 de mayo de 1982, en Puerto San Carlos, Daniel Esteban y otros 66 soldados argentinos hicieron frente al desembarco masivo de 6000 soldados británicos. Lograron neutralizar cuatro helicópteros enemigos y no registraron bajas. Luego de un arduo repliegue a Puerto Argentino que duró tres días y tres noches marchando por la gélida turba malvinera, solicitó regresar al frente. “Mis soldados y yo hicimos lo que pudimos. Cuando llegamos a Darwin/Goose Green el 28 de mayo, la guarnición caía y murieron doce soldados”, recuerda Esteban y destaca el arrojo del teniente Roberto Estévez, caído en combate en Goose Green. Daniel Esteban fue distinguido con la medalla “La Nación Argentina al Valor en Combate” y acaba de recibir, junto a otros nueve veteranos de Malvinas, un Diploma de Honor del Senado de la Nación.
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