Joaquín “El Chapo” Guzmán hizo llegar en septiembre del 2021 una declaración jurada, escrita en primera a persona, al fiscal general Merrick Garland, al director del Buró de Prisiones (BOP), Michael Carvajal, y a funcionarios del penal ADX Florence, la prisión federal de máxima seguridad en Colorado donde pasará el resto de sus días.
En la misiva, el narcotraficante mexicano al que se le recordará en el imaginario colectivo por su impacto mediático, sus fugas de prisiones de alta seguridad y su crueldad, señala que a tres años de su encierro en la prisión conocida como La Alcatraz de las Rocosas sufre depresión, hambre, trastornos del sueño, dolores de cabeza, pérdida de la memoria, calambres musculares y estrés.
El Chapo se quejó de que el trato que ahí recibe es “cruel e injusto”, además de que “ha sufrido mucho” porque le sirven poca comida y usualmente se queda con hambre. Guzmán, quien anteriormente escapó a través de un túnel de una prisión de máxima seguridad en México, dijo que ahora está bajo “revisiones constantes dentro de su celda, cámaras de vigilancia hasta en el sitio en donde conversa con sus defensores legales y un análisis minucioso de las cartas que ha escrito, son algunas de las medidas que toma el gobierno para evitar que se fugue”.
Ante ello, la psicóloga Mónica Ramírez Cano, quien pudo realizar un análisis profundo del comportamiento del “Chapo” cuando estuvo preso en la Cárcel de Máxima Seguridad del Altiplano, en el Estado de México, advirtió sobre las posibles consecuencias que tendrá el narcotraficante en su salud mental y física por las “medidas tan severas” de enclaustramiento a las que es sometido: despersonalización, afectación en funciones cognitivas y sensoriales, y aumento de depresión por falta de redes de apoyo.
“Es importante señalar que las personas en confinamiento en prisiones de máxima seguridad como la ADX Florence, tienden a sufrir una despersonalización abrupta, es decir, lo que eran ‘afuera’, ya no existe más, pierden su identidad, lo que les hace más vulnerables de lo que ya se sienten por el hecho de haber perdido su libertad. De manera tal que deben empezar a construir una nueva identidad a partir de sus condiciones actuales y de su esencia (…) Ello genera ansiedad elevada, angustia, enojo, tristeza, depresión y una serie de emociones con las que no están acostumbrados a lidiar “, explicó Ramírez Cano a Infobae México.
Despersonalización, estados depresivos y “emociones negativas”
La criminóloga señaló que, producto del severo encierro al que es sometido el ex líder del Cártel de Sinaloa, es muy probable que sus funciones cognitivas (percepción, concentración, atención, memoria, alerta, proceso de pensamiento) sufran deterioros inevitables. A ello también se sumaría, advirtió la psicóloga, una deprivación sensorial, es decir, que sus sentidos (vista, olfato, gusto, oído, tacto) probablemente sufrirán alteraciones importantes.
“Lo anterior, sin duda, genera estados depresivos que pueden variar de leves a graves, y a pesar de que cuando yo realicé su perfil criminológico, El Chapo no presentaba comportamiento suicida, ni ideaciones, este encierro puede llevarlo a experimentar sentimientos de desesperanza que pueden derivar en emociones negativas”, amplió la especialista.
Las medidas especiales de vigilancia y seguridad impuestas a Guzmán Loera, quien vive bajo un estricto régimen de aislamiento sin ningún tipo de contacto humano más que el acercamiento ocasional con los guardias, quienes tienen prohibido hacerle la plática, eliminan prácticamente toda posibilidad de que el narcotraficante cuente con una red de apoyo.
“Las redes de apoyo (familiares, amigos, grupo de diversas religiones que hay al interior de los centros, etc) cumplen una función esencial en la salud mental y estabilidad emocional ya de por si afectada por el encierro, de las personas privadas de la libertad, quienes tienen diversos estilos y necesidades de adaptación, en algunas el proceso es más rápido que en otras, pero siempre, bajo estas condiciones, se va presentar con dificultad”, concluyó.
El lunes 6 de junio, la Corte Suprema de Estados Unidos rechazó revisar el caso de Joaquín El Chapo Guzmán, pese a que su defensa había solicitado al máximo tribunal que revisara la legalidad de su extradición y las restricciones en la cárcel de Colorado que su defensa consideró “excesivas y punitivas”.
La historia detrás de los barrotes
ADMAX Florence fue creada en 1994 y desde aquel entonces no ha tenido ni una sola fuga, cuenta con 1.400 puertas automáticas , 12 torres con francotiradores, cercas con alambres de púas a 4 metros, rayos láser, cámaras de seguridad inteligentes, perros guardianes y un sistema espacial de seguridad.
Cada una de las celdas que se encuentran en esta prisión de máxima seguridad miden 2.1 metros de largo, por 3.6 metros de ancho, tiene aislamiento acústico para evitar que los prisioneros hablen entre ellos, tiene una regadera, televisor, cama y silla de concreto, cámaras de seguridad para ser vigilado las 24 horas y una puerta automática.
Cada interno pasa 23 horas del día en este lugar, por lo que se les permite una hora para tomar el sol, recrearse o ejercitarse, todo esto en una jaula de metal en un patio especial que está rodeado por muros de seis metros de altura. En caso de que el prisionero deba salir, será acompañado por varios guardias, con esposas, grilletes y cadenas sujetadas al estómago.
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