Mientras algunos disfrutan de contar los segundos entre los relámpagos y los truenos para evaluar cuán cerca se encuentran de las tormentas eléctricas; otros sufren el “asma por tormenta eléctrica”. Según los científicos de Harvard, existe una relación entre estos fenómenos climáticos y las crisis asmáticas. Por qué ocurren estos episodios y quiénes son los más afectados.
“Para una persona con alergias graves o asma, el clima tormentoso puede ser más que una molestia; puede ser una amenaza grave para su salud”, afirmó Robert H. Shmerling, actual miembro de la Facultad de Medicina de Harvard y editor senior de la Harvard Health Publishing. Según explicó el experto, el llamado “asma por tormenta eléctrica” se notificó por primera vez en la década de 1980, en Inglaterra y Australia.
En ese sentido, recordó que durante las fuertes tormentas eléctricas que tuvieron lugar en 2016 en Melbourne, Australia, “más de 9000 personas buscaron atención médica urgente para el asma”. “Las instalaciones médicas se vieron abrumadas y al menos ocho personas murieron. Eso es inusual, pero si tiene asma, o alergias estacionales, comprender este desencadenante puede ayudarlo a mantenerse bien”, advirtió.
El llamado “asma de tormenta” es un ataque de asma que “comienza o empeora después de una tormenta eléctrica” y que puede atacar a cualquier persona con asma, aunque afecta con “mayor frecuencia a personas con rinitis alérgica estacional, a la cual muchos conocen como fiebre del heno o alergias”, cuyos síntomas son: secreción nasal, estornudos y picazón en los ojos. “Las alergias estacionales a menudo empeoran en la primavera, el verano o principios del otoño”, indicó.
“La lluvia tiende a reducir los niveles de polen al limpiar el aire y muchas personas encuentran que el clima lluvioso tiende a reducir los síntomas del asma provocados por las alergias. Pero las tormentas eléctricas pueden empeorar el asma debido a una secuencia única de eventos”, afirmó Shmerling.
En palabras del experto, esta sucesión de eventos se pueden resumir en: corrientes frías descendentes que concentran las partículas de aire, como el polen y el moho; que luego son arrastradas hacia las nubes donde la humedad es alta. “En las nubes, el viento, la humedad y los relámpagos rompen las partículas a un tamaño que puede entrar fácilmente en la nariz, los senos paranasales y los pulmones”, siendo que “las ráfagas de viento concentran estas pequeñas partículas para que se puedan inhalar grandes cantidades”, describió.
Asimismo, Shmerling señaló un nuevo estudio publicado en el Journal of Allergy and Clinical Immunology, en el cual “144 de 228 personas con alergias estacionales informaron haber experimentado asma por tormenta eléctrica, ¡eso es el 65%!”, dijo el experto y aseguró que muchos de estos episodios asmáticos “no fueron leves. Casi la mitad de las personas que sufrieron un ataque buscaron tratamiento hospitalario de emergencia”.
“Asma por tormenta eléctrica”: cuáles son los factores de riesgo en las personas con alergias estacionales
Shmerling afirmó que aquellos que padecen alergias estacionales cuentan, además, con factores de riesgo que los predisponen a padecer esta patología. Los más comunes son:
– Síntomas de asma mal controlados (evaluados mediante un cuestionario de asma estándar)
– Una puntuación baja en una prueba de exhalación rápida (test de respiración común para el asma)
– Niveles más altos de un determinado anticuerpo (IgE específica del polen de raigrás)
– Cantidades más altas de ciertas células sanguíneas (eosinófilos, que tienden a aumentar cuando las personas tienen afecciones alérgicas)
– Niveles más altos de óxido nítrico exhalado (una medida de la inflamación pulmonar entre las personas con asma).
“No todas las personas con estos factores de riesgo desarrollarán asma por tormenta eléctrica. E incluso entre aquellos que lo hacen, los ataques de asma no ocurrirán necesariamente con cada tormenta. Pero puede ser útil saber si se encuentra entre las personas en riesgo, especialmente si vive en un área donde las tormentas eléctricas son comunes”, afirmó el experto.
En tanto, sobre el rol de esta enfermedad en la salud pública, Shmerling afirmó que “el asma por tormenta eléctrica puede parecer más una curiosidad que una amenaza grave, pero cuando afecta a una gran área de población, las salas de emergencia pueden verse abrumadas, como sucedió durante el evento de Melbourne de 2016″. “Una mejor comprensión de cuándo se esperan estos eventos podría conducir a sistemas de alerta avanzados, una mejor preparación de la sala de emergencias e incluso un tratamiento preventivo”, destacó.
En ese tono, el además exjefe clínico de la división de reumatología del Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC), aseguró que, en Estados Unidos, “25 millones de personas tienen asma y más de 20 millones tienen alergias estacionales”, siendo que existe una “buena probabilidades de que millones tengan ambos, lo que pone a un gran número de personas en riesgo de desarrollar asma por tormentas eléctricas”.
“Si se encuentra entre ellos, el pronóstico del tiempo puede ser mucho más que una guía sobre qué ponerse o si llevar paraguas. Saber que se avecinan tormentas eléctricas puede servir como una advertencia anticipada para verificar que esté tomando sus medicamentos para el asma correctamente, tener a mano un suministro de fármacos de rescate o simplemente planear permanecer en el interior hasta que haya pasado” el aguacero, concluyó Shmerling.
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