(Desde COP28, Dubai, E.A.U.) – Como cada mañana desde que comenzó la cumbre de cambio climático (COP28) en Dubai la salida del sol permite ver claramente la contaminación atmosférica que produce, en esta urbe de 3,6 millones de habitantes el consumo de combustibles fósiles.
Esta ciudad, el corazón económico de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), sufrió una transformación enorme en los últimos 10 años, con la consecuente explotación poblacional y edilicia al punto de extenderse hacia el mar del Golfo Pérsico.
El metro elevado, el edificio más alto del mundo el Burj Khalifa, polos petroquímicos inmensos, autopistas de ocho carriles y poquísimos espacios peatonales muestran el paisaje de esta ciudad, erigida en medio de un desierto. La circulación de personas es incesante durante todo el día, excepto en los meses de verano cuando la temperatura puede llegar a superar largamente los 50ºC.
Como para darse una idea del crecimiento, la mancha urbana ocupa hoy 561 km2 (la ciudad de Buenos Aires tiene 202 km2). Aquí los cuerpos de agua, ese líquido que obtienen a partir de plantas potabilizadoras, y de vegetación cumplen más una función ornamental que de espacio público de encuentro.
Los habitantes de Dubai, al igual que los del 56% del mundo que viven en ciudades, están amenazados por el cambio climático. Las ciudades son responsables de las tres cuartas partes de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que causan el cambio climático y son los lugares más poblados.
Alrededor de unos 4.400 millones de personas viven en las ciudades y se calcula que, para 2050, la población urbana sea más del doble, es decir, se podría esperar que 7 de cada 10 personas residan en urbes.
“Instamos a los asistentes a la COP28 a comprometerse a desinvertir en combustibles fósiles y canalizar las inversiones hacia las energías renovables para crear un futuro sostenible que beneficie a todas las comunidades. Las ciudades poseen conocimientos locales únicos sobre los más vulnerables de sus comunidades y están en primera línea de batalla para superar la crisis climática. Hacemos un llamamiento a los líderes nacionales para que se comprometan con los líderes climáticos locales. Juntos, podemos reducir las emisiones y cumplir los objetivos del Acuerdo de París”, indicó Mark Watts, director ejecutivo de C40, red de alcaldes de ciudades líderes mundiales.
En ciudades y asentamientos humanos, los impactos del cambio climático se combinan con otros procesos de urbanización con un efecto multiplicador, que a menudo tiene ramificaciones más allá del contexto urbano. Por ejemplo, las temperaturas extremas agravan fenómenos como la contaminación y el efecto isla de calor, con consecuencias inmediatas para la salud pública y la economía.
“Los efectos de la urbanización y el cambio climático convergen en las ciudades de forma peligrosa. Podríamos tener dificultades para cumplir nuestros objetivos de 1,5º C, basados en los compromisos actuales de los gobiernos nacionales. Esto tendrá consecuencias desastrosas para las ciudades. Debemos abordar el cambio climático en las ciudades centrándonos en medidas de mitigación y adaptación”, explicó Maimunah Mohd Sharif, Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva de ONU-Hábitat quien presentó en Dubai un pedido a los líderes por un acuerdo comprometido.
ONU Hábitat presentó el acuerdo firmado por 64 países en el que se celebra la operacionalización del fondo de pérdidas y daños y se pide que se incluyan los intereses de las ciudades en el Balance Global, que es el documento que emitirá cuán lejos estamos de alcanzar el objetivo del Acuerdo de París y recomendará cómo seguir hasta 2025.
América latina es una de las regiones más urbanizadas del mundo.
“La urbanización rápida y desordenada de muchos municipios en los últimos años, así como la expansión de asentamientos informales en áreas propensas a desastres naturales, hacen que sean particularmente vulnerables a los impactos climáticos. Los eventos climáticos extremos, como huracanes, inundaciones y sequías, pueden tener efectos devastadores en la infraestructura, la economía y la salud de las poblaciones urbanas.”, indican en el BID.
El último reporte del IPCC que dedica un capítulo a las ciudades de América del Sur y el Caribe señala que una amenaza del cambio climático es que las profundas desigualdades económicas, étnicas y sociales se vean exacerbadas.
“Los altos niveles de pobreza generalizada, la débil gobernanza del agua, el acceso desigual a los servicios de agua potable y saneamiento, y la falta de infraestructuras y financiación reducen la capacidad de adaptación, aumentando y creando nuevas vulnerabilidades en la población”, indica el reporte.
Pero también las ciudades pueden aportar soluciones: “No existe una única solución para resolver la crisis climática. Necesitamos una actuación integrada a distintos niveles: local, regional y nacional. Así como la implicación del sector público, las empresas y las comunidades. Perseguimos distintos enfoques y estrategias, desde adoptar soluciones basadas en los ecosistemas, movilizar la financiación para el clima, pasar a la energía limpia y centrarnos en una planificación urbana integradora.”, agregó Mohd Sharif.
El reporte elaborado por los científicos de la ONU da recomendaciones en ese sentido que incluye soluciones en materia de regulación, planificación, gestión de aguas urbanas y vivienda.
“Los sistemas de regulación, planificación y control son herramientas fundamentales para reducir el riesgo asociado a la seguridad de los edificios, su ubicación y el suministro adecuado de servicios urbanos básicos y transporte. Y la adopción de soluciones basadas en la naturaleza (por ejemplo, la agricultura urbana y la restauración de ríos) y las infraestructuras híbridas (gris-verde) son todavía incipientes, con débiles conexiones con las estrategias de reducción de la pobreza y la desigualdad”, agrega.
Las urbes también pueden hacer su aporte en lo que se refiere a abandonar el uso y consumo de combustibles fósiles, por ejemplo, con políticas de movilidad: “Las ciudades, que albergan a más de la mitad de la población mundial, están frenando activamente la dependencia de los combustibles fósiles y liderando transiciones equitativas, ya que los alcaldes pretenden reducir a la mitad la demanda de combustibles fósiles en las ciudades e impulsar la creación de 50 millones de empleos buenos y ecológicos para 2030. Pedimos a los líderes mundiales que cambien las subvenciones a la producción de combustibles fósiles por inversiones en un futuro limpio y sostenible que beneficie a las comunidades de todo el mundo”, indicó Watts que, además, celebró la iniciativa de triplicar la inversión en energías renovables que persiguen varios países en esta cumbre.
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