Después de un día y medio de presiones inéditas de parte del kirchnerismo y del massismo para que se ejecutaran, a partir de la renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Hacienda, cambios profundos en las ideas y las estructuras del área económica nacional, Alberto Fernández decidió mantener prácticamente intacto el Gabinete así como el rumbo político. Con la designación de Silvina Batakis como único movimiento político -forzado por el portazo de su funcionario protegido-, el primer mandatario desoyó los pedidos de “reformulación” del Gobierno y demostró -según aseguraron en su círculo íntimo- que está convencido de que la dirección de su administración es la correcta, y buscará continuar gestionando de manera independiente de La Cámpora, del Instituto Patria y del Frente Renovador, mientras se impone una ola de incertidumbre por la reacción de los mercados.
Desde hace semanas que las críticas del kirchnerismo y el massismo socavan el poder de Guzmán en Economía, pero su intempestiva salida permitió que ambos sectores intensificaran los pedidos al Presidente para reestructurar el Gabinete. Argumentaban que era necesario reformular, primero, las ideas; después, el organigrama del Estado -por ejemplo, reduciendo la cantidad de ministerios, para unificar criterios y liderazgos-; y, por último, a “las personas”. El objetivo, aseguraban, era generar expectativa en los mercados, a través del lanzamiento de un nuevo plan económico que incluyera un programa antiinflacionario y una renegociación con el FMI, con el fin último de mejorar el poder adquisitivo del electorado con la mira en las complicadas elecciones de 2023.
Alberto Fernández hizo caso omiso a esas exigencias. Anoche, pasadas las 22, la portavoz Gabriela Cerruti informó oficialmente que el único cambio en el Gobierno sería el nombramiento, en lugar de Guzmán, de Batakis, ex ministra de Economía de la provincia de Buenos Aires durante la gestión de Daniel Scioli. Así, a la postre de un fin de semana rumores imparables, al mismo tiempo que confirmaban el arribo de Batakis, en Gobierno desmintieron las versiones sobre otros cambios en el Gabinete, ya fuera de funcionarios, o en la distribución de los ministerios. “Sólo reemplazó a Guzmán, porque se fue. Lo de Martín fue sorpresivo, no estaba en los planes de Alberto sacarlo. Producido el cambio, se buscó un perfil más vinculado a las finanzas públicas”, simplificó un altísimo funcionario que dialoga prácticamente todos los días con Alberto Fernández.
Según revelaron fuentes cercanas del círculo presidencial, Alberto Fernández llamó a la secretaria de Provincias anoche, pasadas las 20, mientras ella se encontraba en La Plata, donde vive y desde donde viaja a Buenos Aires los domingos para instalarse, los lunes, en su oficina en una de las sedes externas del Ministerio del Interior que comanda el camporista Eduardo “Wado” de Pedro. Aunque habita un despacho fuera de la Casa Rosada, visita la sede del gobierno nacional seguido. Sin ir más lejos, el jueves pasado estuvo en las oficinas centrales de la cartera para reunirse con el secretario de Interior, José Lepere, uno de los colaboradores más estrechos del ministro, con quien mantiene un vínculo cercano por el aspecto en común de sus respectivos trabajos: la gestión federal.
Su nombramiento fue consensuado en una llamada telefónica con Cristina Kirchner, a la que Alberto Fernández se resistía, irritado con sus críticas públicas cada vez más feroces, y que terminó desarrollándose en malos términos. Además, el cambio fue forzado por las embestidas de la vicepresidenta. Pero el mero “cambio de figuritas” no contentó al sector sector duro, ni al Frente Renovador, donde sostienen el complicado diagnóstico sobre el futuro de la gestión nacional para los próximos meses.
Llamativamente, la decisión tampoco dejó conformes a algunos de los funcionarios que acompañan al Presidente, que también le habían sugerido avanzar con cambios drásticos para generar expectativa sobre el Gobierno. “Hoy está roto el circuito de poder, la gestión necesita más volumen. Hay una sensación de que un cambio de nombre por otro no alcanza. Es buena salida la elección de Batakis por Guzmán, pero está claro que hace falta optimizar más cosas”, analizaron cerca de un importante ministro.
Para la actual secretaria, su nuevo rol es una sorpresa total. El jueves, cuando la semana hábil estaba llegando a su fin y todos los funcionarios en la sede del Gobierno hablaban del nuevo e inminente round de la pelea entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, Silvina Batakis no tenía idea de que se transformaría en Ministra de Economía. Incluso cuando Martín Guzmán renunció, le parecía prácticamente imposible que le dieran ese lugar, especialmente porque circulaban hacía tiempo otros nombres de mayor peso político. De todas formas, su apellido ya había empezado a aparecer como posibilidad ayer en boca de algunos miembros de la coalición oficialista.
Ella aceptó “de inmediato”, informaron en Gobierno, y a continuación el jefe de Estado le adelantó las medidas que tiene planeado aplicar a corto plazo. Los detalles de esos movimientos se encuentran guardados bajo siete llaves, sobre todo en un contexto de fuerte incertidumbre por la reacción de los mercados este lunes, a sólo siete días desde el comienzo de la más reciente corrida bancaria que podría agravarse después del cambio en Economía. Las fuentes se limitaron a adelantar que esas acciones estarán destinadas, principalmente, a “calmar las aguas”. El diálogo entre el Presidente y su recién designada ministra fue breve, y quedaron en reunirse nuevamente mañana, pero no pusieron fecha para la toma de mando.
Batakis trabaja desde 2019 en el ministerio de “Wado” de Pedro, uno de los hombres de mayor confianza de Cristina Kirchner, su espada en la Casa Rosada, y miembro de central importancia en La Cámpora. Fueron ellos quienes, en palabras de un alto funcionario K, la “abrazaron” tras el derrumbe de su jefe político, Daniel Scioli, en 2015. Aseguran que ya no tiene relación con el actual ministro de Producción, y que fueron ellos quienes la impulsaron para Economía.
En Balcarce 50, sin embargo, lo niegan tajantemente, y aseguran que Batakis fue propuesta al Presidente, ayer a la tarde, por el titular del Banco Central, Miguel Pesce, principalmente porque es una “figura de consenso” que también tiene experiencia en la gestión federal; porque conoce a fondo las cuentas de la provincia más poblada del país; y porque está especializada en finanzas públicas.
A lo ancho de la coalición del Frente de Todos, sin embargo, muchos leían su desembarco como un triunfo del Instituto Patria. Primero, porque fue ese espacio el causante de la salida de Guzmán, al imposibilitarle la toma de decisiones en las áreas más sensibles, sobre todo Energía, que está en manos del kirchnerismo. Pero también por la cercanía con De Pedro, y la sintonía con la propia Cristina Kirchner.
Según pudo saber este medio, hace dos meses cuando Batakis logró el avance más importante en la pelea por la coparticipación con la Ciudad, tras meses de encontronazos con el líder opositor y jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, la vicepresidenta llamó para felicitarla. “La tiene en alta estima, y confía en ella. Se conoce el sistema de coparticipación argentino de pé a pá. Tiene el apoyo de los gobernadores y una visión federalista. Fue la que derrotó a Larreta con el famoso informe Batakis. Y conoce la provincia de Buenos Aires como nadie. Tiene todo para enfrentar este temporal”, aseguró un funcionario que la conoce bien.
Con la designación de Batakis, quedaron descartadas las versiones de un desembarco de Massa en el Ejecutivo. El tigrense le pedía a Alberto Fernández que le diera la Jefatura de Gabinete, pero también, que le permitiera controlar la AFIP, hoy en manos de Mercedes Marcó del Pont; y el Banco Central que comanda Pesce, como única opción para “sacar adelante” la economía. Ante la negativa del Presidente, el tercer miembro fundador del Frente de Todos, hoy aliado a Cristina y Máximo Kirchner, pero de buena relación con el Jefe de Estado, se hizo a un costado.
En su entorno aseguraron que no dejará la Presidencia de la Cámara de Diputados, como le pidieron las bases, según dejaron trascender hace dos semanas. Pero sigue en pie la realización del famoso Congreso del Frente Renovador, donde varios dirigentes, aseguran en esas filas, le piden que se aparte de su rol actual, donde lo ven “desdibujado” para dedicarse de lleno a la campaña por el sillón de Rivadavia. Un salto que quería dar, si Alberto Fernández y Cristina Kirchner lo avalaban, desde la cartera más caliente. Esa ambición quedó frustrada.
Por lo pronto, Alberto Fernández suspendió anoche, a último momento y entre fuertes críticas de la prensa y la oposición, la conferencia de prensa que había planeado brindar para echar algo de luz sobre el sombrío panorama económico. Presionado por doquier, en sintonía con la firmeza que exhibió el viernes en la sede de la CGT, está decidido a seguir plantándose frente a Cristina Kirchner, a pesar de que las embestidas de la vicepresidenta acabaron con la continuidad de otro de sus ministros predilectos, y de que Guzmán decidió correrse por motus proprio, atosigado por los accionistas mayoritarios del Frente de Todos que, en realidad, apuntan principalmente contra el Presidente.
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