La bebé fue enterrada sin nombre legal, una tumba NN en el cementerio municipal de Boulogne, zona norte del Gran Buenos Aires, a poco más de un mes después de su muerte, luego de las autopsias y análisis ordenados por la Justicia. También, fue enterrada por las autoridades contra la voluntad de su familia, al menos según la familia misma. La escena que ocurrió el 12 de octubre último en la pequeña necrópolis fue ciertamente desagradable.
Marcela, tía abuela de la niña, recibió un llamado poco antes del mediodía de un viejo amigo, empleado en el cementerio. La alarma fue instantánea. “Me dijo que estaban trayendo a la nena para enterrarla. Nosotros no sabíamos nada, nadie nos había avisado antes. Era la Policía Bonaerense la que tenía el cuerpo. La querían poner en la tierra”, asevera Marcela. La familia, un matriarcado encabezado por una abuela, compuesto por tías, hermanas, oriunda del barrio Santa Rita en Boulogne, compuesto de viejos monoblocks unidos por pasillos y una periferia de ranchos, llegó al cementerio en poco tiempo, con el cuerpo de la bebé ya descargado y preparado. La escena rápidamente subió en agitación e intensidad. “Tuvieron que llamar refuerzos de Policía”, asegura.
Lo cierto es que la familia no estaba completa en el cementerio de Boulogne. “No estaba mi hermana, la abuela de la beba. Ella quería que la nena tuviese su sepultura, pero con su velatorio, haciendo las cosas bien, en un nicho y no en la tierra”, dice Marcela. No estaba la madre de la bebé, tampoco. Madre e hija estaban juntas ese 12 de octubre en una comisaría de Vicente López donde “Laila”, la madre de la bebé, había pasado el último mes detenida y continúa hasta hoy: los jueves son los días de visita asignados. La paradoja, para esa tía, para esa abuela, era por lo menos incómoda.
“Laila”, de apenas 18 años, cumplidos un mes antes de dar a luz, está presa por matar a su hija minutos después de dar a luz, lanzándola por la ventana hacia un patio interno en el pequeño monoblock del Santa Rita donde vivía. El cargo es grave: en el sistema judicial bonaerense, la imputación de homicidio agravado por vínculo puede llevar a “Laila” -un nombre de fantasía empleado en esta nota para proteger su identidad- a una condena de prisión perpetua, si es que un jurado la encuentra culpable y un juez así lo decide.
Sin embargo, su familia no le da la espalda: la apoya. Marcela endurece la mirada en diálogo con Infobae, sentada en un café de Boulogne, mientras asevera: “Mi sobrina no tiene perdón por lo que hizo, pero no la vamos a dejar sola.” La bebé, eventualmente, tuvo un nombre que no consta en un registro: Tiara. La familia misma se lo dio. Había sido un chiste histórico en la mesa, que le sacaba muecas gruñonas. “Laila” siempre lo había oído de sus tías y primas: si alguna vez tuviese una bebé, se llamaría Tiara. Todas las mujeres se lo tatuaron: Marcela eligió grabárselo en el plexo solar, entre alas. “Así que te hiciste ese tatuaje”, le dijo “Laila” en su celda de la Comisaría N°5 a una de sus hermanas. “Laila”, asegura su tía, no habla de su hija en las visitas, ni de lo que ocurrió, cómo y por qué.
El 6 de septiembre pasado, personal de la Comisaría N°3 de Boulogne llegó hasta una torre en el Barrio Santa Rita, alertada por el llamado de una vecina en la planta baja: una bebé cubierta en sangre había caído en su patio interno. La bebé fue trasladada de urgencia al Hospital Municipal de Boulogne con pronóstico reservado; fue diagnosticada con una fractura en un fémur, presentaba escoriaciones varias, sufría de hipotermia. Esa misma noche, la bebé falleció. La fiscal a cargo del expediente, Laura Zyseskind, titular de la UFI de San Isidro dedicada a delitos de violencia de género, la misma que logró la condena a cadena perpetua al femicida Fernando Farré, que también logró una pena de 19 años de cárcel para Carlos Colosimo, el tío materno de Wanda Nara acusado de abusar de menores, no tardó en llegar a “Laila.” Alguien en el barrio la señaló, con conocimiento y consentimiento de la familia.
El departamento de “Laila”, justo sobre el patio donde fue encontrada la bebé, fue allanado: la Policía Bonaerense secuestró una bolsa llena de sábanas ensangrentadas. “Laila” fue trasladada al Hospital Materno Infantil de San Isidro. Un médico legista la revisó tras las primeras curaciones, considerándola apta para declarar. Allí, la fiscal la indagó. La joven aseguró que la muerte de la bebé fue un accidente, que Tiara se le cayó.
Lo cierto es que la fiscal Zyseskind no le cree. “Laila” fue peritada por una psiquiatra del Poder Judicial: la psiquiatra evaluó que la joven tenía “plena comprensión” de la criminalidad del hecho, que, si es que mató a su propia hija. No solo eso: hay un testimonio que la contradice, el de J., la pareja de su madre, quizás el único presente en la casa al momento de la muerte de Tiara. La declaración de “Laila” y la de J. no concuerdan.
La joven hoy es defendida por un abogado particular. En septiembre, este defensor buscó lograr el arresto domiciliario de “Laila”, todavía presa en una comisaría, con la chance de ser trasladada a una unidad penitenciaria lejos de su familia firme en el horizonte. Marcela misma ofreció su casa para que su sobrina pase sus días anclada a una tobillera electrónica. “Espacio nos sobra en la casa, hasta fantaseamos con dejársela e irnos a otro lado, alquilar”, dice.
La casa de Marcela fue visitada por una trabajadora social del Poder Judicial, que también entrevistó a la tía de “Laila”.
En la entrevista con la trabajadora social, Marcela aseguró que había sospechado que su sobrina estaba embarazada, que la notaba “más gordita”, que le había preguntado a “Laila” si esperaba un bebé, algo que la joven negó. “Tiene problemas de tiroides, por ahí era eso, usaba ropa más holgada”, recuerda. La fiscal Zyseskind se opuso al arresto domiciliario de “Laila” a comienzos de este mes: no podía aceptar que la misma familia que no pudo darse cuenta que “Laila” estaba embarazada y en cuyo seno mató a su hija recién nacida sea la encargada de custodiarla.
Si es que “Laila” mató a su bebé, ¿por qué la mató? Las posibilidades le carcomen la vida a Marcela y a su familia. Dice que, en su mente, los cálculos se vuelven constantes. “No sé, te juro no sé, no entiendo por qué mi sobrina hizo lo que hizo. Quizás para no decepcionar a su mamá, pero no había problema con que tuviese un bebé. Te juro, nosotros la íbamos a apoyar”, asegura. Los embarazos a la edad de “Laila” son comunes en la casa. “Tuvimos un bebé de otra sobrina mía de la misma edad dos días después de que muriera Tiara, hubiésemos festejado todas juntas el baby shower de las dos”, dice Marcela.
“Laila”, con cuatro hermanos de sangre, cuidaba gran parte del día a su media hermana, de apenas cinco años, cursaba las últimas materias del secundario en el horario nocturno de una escuela cercano a su casa. Marcela, por su parte, niega que su sobrina haya tenido un historial de problemas psiquiátricos. Hay una sombra poderosa, sin embargo: la de la muerte del padre biológico de “Laila”, empleado de Telecom, hace doce años atrás. “Se pegó un tiro en la cabeza”, recuerda la: “Se había separado de mi hermana, pero estaban arreglando para volver. Lo encontré en la cama, bañado en sangre.”
Lo cierto es que la fiscal Zyseskind, hasta hoy, no tiene un móvil para la muerte de Tiara. Su tía abuela, tampoco.
Algo similar
Marcela no recuerda el caso de Romina Tejerina. Se sorprende al oírlo, el aliento se le corta al oír las similitudes. De cara a la acusación que enfrenta “Laila”, el eco de Romina Tejerina, la joven jujeña que en 2005 fue condenada a 14 años de cárcel por el asesinato de su bebé recién nacida producto de una violación y liberada en 2012, es inmediato.
Sin embargo hay una diferencia crucial con respecto al caso de la joven jujeña. “Laila” negó en su indagatoria que Tiara haya sido producto de una violación. Por otra parte, se negó a decirle a la fiscal Zyseskind el nombre del padre de la bebé. La fiscal puso la mira en el padrastro de la joven, un sospechoso básicamente de manual. Fue rápidamente descartado: la pareja de la madre de “Laila” no solo se presentó a declarar por propia voluntad sino que también ofreció una muestra de su ADN.
“Laila”, afirma Marcela, no le habló a la fiscal sobre el padre de Tiara, pero sí a su propia madre. “El papá es un chico de su edad de otro barrio de Boulogne. Lo encaramos, dijo que había tenido algo con mi sobrina, que no había sido nada serio, que nunca supo que ella estaba embarazada”, dice. Romina Tejerina, a lo largo de su juicio y encarcelamiento, fue apoyada por múltiples organizaciones de derechos humanos. Ninguna se acercó a la familia de “Laila” o a la UFI de la doctora Zyseskind.
Marcela nunca visitó a su sobrina en la comisaría. No puede hacerlo: solo se permiten familiares directos, madre o hermanos. No sabe si quiere hacerlo, tampoco. “Nunca le escribí una carta, como el resto de la familia. No le tengo rencor, pero estoy dolida. No valoró el sufrimiento de mi hermana, que salió adelante, sola y con cinco pibes”, asevera. Marcela ya se acostumbró a ver a su hermana con la cara roja de llanto después de cada visita.
Otra tía, en cambio, sí le escribió a “Laila”: una de las hermanas mayores de Marcela, presa por robo años atrás en un penal bonaerense. “Mi hermana ya cambió su vida. Le enseñó cómo tiene que manejarse en el encierro, cómo comportarse“, asegura. Los consejos no dejan de ser útiles. “Laila” se vio involucrada en su primera riña semanas atrás. Otras detenidas se enteraron de la acusación que enfrenta y se la echaron en cara.
FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
Sé el primero en comentar en"Cómo vive y cómo piensa la joven de Boulogne acusada de matar a su bebé recién nacida"