Mi esposo y yo nos enfermamos del coronavirus a fines de marzo. Presentamos los llamados casos leves, lo que solo significa que no fuimos hospitalizados: de hecho, estuvimos más enfermos que nunca. Como podíamos respirar bien, sabíamos que no debíamos ir al hospital. ¿Pero qué se supone que debíamos hacer?
El consejo estándar —descanso, líquidos y antipiréticos— fue y es esencial, pero a veces se sintió inadecuado frente a lo grave de la enfermedad.
Mientras nos recuperamos, hablé con muchos amigos, colegas y extraños de internet que enfrentaban desafíos similares. Aquí recojo un poco del saber colectivo sobre cómo manejar los casos no críticos de la COVID-19.
Cuándo pedir ayuda
Primero, por supuesto, debes tener certeza de que tu enfermedad puede controlarse en casa. Esto sucede con la mayoría de los casos de la COVID-19. Pero si desarrollas cualquiera de los síntomas como dificultad para respirar, dolor persistente o presión en el pecho, confusión, incapacidad para despertar o permanecer despierto y/o labios o cara azulados, busca atención de emergencia.
Algunas personas tendrán síntomas realmente leves al principio y luego se enfermarán más gravemente. Es probable que estos pacientes desarrollen dificultad para respirar cuatro u ocho días después de sus primeros síntomas, y “ahí es donde las personas deberían comenzar a prestar atención”, dijo Pieter Cohen, profesor asociado de la Escuela de Medicina de Harvard e internista de Cambridge Health Alliance quien fue coautor de un artículo sobre la progresión de los síntomas de la COVID-19.
Si la dificultad para respirar empeora día a día, dijo Cohen, esa es una señal para llamar a tu médico. Con menos frecuencia, los pacientes con bajo nivel de oxígeno pueden experimentar mareos o aturdimiento en lugar de dificultad para respirar, así que atención con eso también.
De lo contrario, sigue leyendo.
Lo que necesitarás
Si lees esto mientras estás saludable, compra los suministros básicos ahora; eso incluye un termómetro, acetaminofén e ibuprofeno, y bebidas de rehidratación
Un oxímetro de pulso a veces puede ser útil, tanto para señalar una enfermedad grave como para tranquilizarte de lo contrario; mi colega Dana Goldstein dice: si sientes falta de aliento pero tu nivel de oxígeno es normal, podrías evitar el hospital. (Aún así debes entrar en contacto con tu médico).
Si estás enfermo y no tienes suministros, pregunta si un amigo los puede recoger por tí, o si una tienda de comestibles o bodega lo puede entregar. (¡Da una buena propina!) De cualquier manera, evita el contacto: ya sea un amigo o un repartidor quien entrega las cosas, pide que deje la bolsa afuera de tu puerta, y no la abras hasta que el repartidor se haya ido.
Las recetas pueden ayudar
Los medicamentos de venta libre pueden no ser suficientes. En particular, la tos y las náuseas causadas por la COVID-19 pueden ser lo bastante graves como para justificar medicinas de prescripción.
Para mi esposo y para mí, el benzonatato (para la tos) y la prometazina (para las náuseas) fueron nuestros salvavidas. A algunos colegas les recetaron medicamentos para la tos a base de codeína o Zofran. Si crees que podrías necesitarlos, consulta a tu médico acerca de los medicamentos lo antes posible. No esperes hasta tener el doble de tos o no puedas retener nada en tu estómago.
Si no tienes un médico de cabecera o atención primaria, algunas clínicas de atención urgente tienen disponibles citas virtuales, y algunas farmacias ofrecen entrega de recetas.
Relaja tu respiración
El aire seco puede exacerbar algunos síntomas como la tos y la opresión en el pecho. Si tienes un humidificador, úsalo. Si no, una ducha de agua caliente funciona.
Varios lectores informaron que se sintieron mejor cuando se acostaron boca abajo. Una mujer en Gran Bretaña cuya pareja estuvo enferma durante varias semanas me dijo que un ejercicio en particular lo ayudó:
Respira hondo, aguanta por cinco segundos y suéltalo. Hazlo cinco veces, luego, la sexta vez que sueltes el aire, tose con fuerza. Haz ese ciclo dos veces, luego ponte boca abajo y respira un poco más profundo durante diez minutos. Intenta hacerlo un par de veces al día.
En algunos casos, tu médico también puede recetar un inhalador de albuterol para reducir la tos y facilitar la respiración.
Registra tus síntomas
Tan pronto como te enfermes, comienza un registro detallado. Cada vez que te tomes la temperatura —hazlo varias veces al día, en horarios constantes— regístralo. Cada vez que te tomes una píldora, regístralo. Cada vez que comas o bebas, regístralo. Si un síntoma se resuelve o se desarrolla uno nuevo, regístralo.
Como señaló mi colega Eliza Shapiro en un hilo de Twitter en inglés que vale la pena leer en su totalidad, esto crea un registro detallado para presentar si terminas por necesitar ayuda médica. También te ayuda a estar al tanto de tu atención.
¿Ya puedo tomar más remedio para la tos? ¿Hace cuánto tengo esta fiebre? ¿Está un poco más baja que ayer? Tú no podrás recordar estas cosas cuando estás temblando en tu cama, pero una hoja de cálculo sí.
La salud mental importa
Contraer la COVID-19 es tremendamente estresante. No es inusual sentirse deprimido o ansioso, o tener ataques de pánico. Que no te avergüence hablar con tu médico acerca de tu salud mental: es tan importante como tu salud física.
Derek Norman, asistente de noticias en el Times, dijo que en los peores momentos de su enfermedad, cuando sentía falta de aliento y pánico, se sentaba derecho, se concentraba en respirar constantemente y se imaginaba un recuerdo vívido.
Cerraba los ojos e imaginaba los detalles exactos de una escena que había experimentado una vez, y me sumergía por completo en ese recuerdo. Algo así como sentarse en un café al aire libre en Marruecos. Trataba de recordar los sonidos de la vida en la calle y el aire seco del desierto en mi piel, o el olor a especias, narguile y gases de escape que se arremolinaban en el aire. Detalles muy, muy específicos que recuerdo con cariño. Seguía respirando lentamente mientras lo recreaba.
Tim Herrera, nuestro editor de Smarter Living, enfatizó el aire fresco. Puede ser difícil lograrlo de manera segura cuando eres contagioso, pero incluso si vives en un área llena de gente y sin espacio privado al aire libre, puede ayudar abrir una ventana.
También está bien no estar bien. No tienes que manejar esto “bien”, sea lo que sea que esto signifique. Solo tienes que vivir un día a la vez. Así que adelante y llora, mira Netflix durante horas, arma un rompecabezas, relee toda la serie Animorphs, lo que sea que te ayude a pasar el día.
No esperes una recuperación lineal
Algunas personas tienen síntomas leves durante los primeros días y luego, de repente, se enferman. Algunos tienen fiebres que suben y bajan repetidamente. Algunos están enfermos durante dos semanas seguidas, luego tienen algunos días sin síntomas, y luego recaen. Algunos tienen síntomas persistentes durante meses.
Esto es a la vez enloquecedor y muy común. Date el tiempo necesario para descansar como lo permita tu trabajo y tu situación financiera. Para mí y para varios colegas, eso significó casi tres semanas de enfermedad.
Desde que tuiteé sobre mi experiencia, he recibido muchos correos electrónicos de personas que están en la fase “esto nunca se va a acabar”. Comparto la misma captura de pantalla con ellos: un mensaje de texto que envié a un amigo el 5 de abril.
“¿Por qué me molesto en dar buenas noticias cuando solo durarán unas pocas horas?”, escribí. “Estoy tan cansada de esto. No sé cómo seguir lidiando con eso”.
Todos los días, más personas se estrellarán con esa pared, y todos los días, más personas encontrarán su camino para atravesarla. Se sentirán solos, pero no lo estarán.
*Maggie Astor es una reportera política con sede en Nueva York. Anteriormente, fue reportera de temas generales y editora del Times y reportera de The Record en Nueva Jersey. @MaggieAstor
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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