Faltaban 21 minutos para las once de la mañana cuando se abrió la puerta que supo ser la entrada de servicio del edificio en Barrio Norte donde vive la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Un grupo de militantes la esperaba desde temprano formando un corredor para que pudiera subirse al auto sin ningún inconveniente.
Salió sonriente, se acercó y saludó a la militancia, se golpeó el pecho a la altura del corazón y puso los dedos en V para agradecer antes de subirse el auto. Se fue escuchando las canciones que hablan de que están los “pibes para la liberación”. Once minutos más tarde, la Vicepresidenta llegaba al Senado de la Nación donde también la esperaba un nutrido grupo de militantes. Acá no hubo tiempo para saludos y agradecimientos. Lo haría más tarde. Se bajó del auto y se encaminó rápidamente para su despacho en el primer piso del Palacio Legislativo. Se acercaba la hora señalada para salir en cámara y exponer su verdad.
Cuando ella llegó, la estaban esperando con todo listo. En la mesa de reuniones de su despacho tenía preparadas sus anotaciones, impresiones de tapas de diarios, una botella de agua y una copa. Durante la mañana el equipo de comunicación de Cristina Kirchner ya había armado el improvisado estudio de televisión. Todo bajo las órdenes del cineaste y Ministro de Cultura, Tristan Bauer.
“Ella —por la vicepresidenta— siempre pide estar sola cuando hace estas transmisiones”, señalaron desde el entorno de la Vicepresidenta. Y así lo hizo.
La presentación fue planificada. No fue de un día para el otro. Aunque muy pocos conocían —como por ejemplo su abogado Carlos Beraldi— qué iba a decir y cómo les iba a responder a los fiscales Diego Luciani y Santiago Mola, los técnicos televisivos tenían los documentos que se debían transmitir. Contaban con los Word y los Excel que Cristina Kirchner iba a mostrar. Todo se “corrió” a través de una PC, por eso en la imagen de pantalla dividida y la posibilidad de subir y bajar los documentos
Para llevar adelante la televisación, se colocaron tres cámaras. Una delante de la Vicepresidenta y dos laterales. Un switcher para pinchar entre cámaras y la señal externa de una PC para ir publicando los apoyos de gráfica (documentos) que se mostraron en pantalla dividida.
En el ante despacho de la presidencia de la Cámara de Senadores un reducido grupo del círculo más intimo de la Vicepresidenta siguió atentamente la exposición. Sus asesores más cercanos, el senador Oscar Parrilli y el diputado Máximo Kirchner, entre otras personas. Lo hicieron en silencio, con algún comentario en referencia a los dichos y, en algunos casos, adelantándose a lo que se iba a ver en la pantalla de YouTube. En el resto del Palacio, en los despachos de los senadores del Frente de Todos, sólo había pocos legisladores siguiendo la exposición.
Según confiaron fuentes, estaban en el Congreso la senadora bonaerense Juliana Di Tullio, el rionegro Claudio Doñate, el porteño Mariano Recalde y la formoseña María Teresa Margarita González. Estos senadores formaron parte de las casi 60.000 personas que siguieron por YouTube la exposición de Cristina Kirchner.
Una hora y casi treinta minutos más tarde la vicepresidenta dio por terminada su exposición pública. Apagó el micrófono y se levantó bruscamente, lo que hizo que la transmisión se cortara rápidamente. Quizás tuvo que ver con lo que ella había dicho en varios momentos de la transmisión, cuando hizo referencia a su inexperiencia televisiva. Quizás porque se la pudo ver visiblemente enojada respecto de lo que entiende es una investigación judicial que sólo apunta a justificar un fallo que ya está firmado.
Cristina Fernández de Kirchner decidió quedarse en el Senado. Cruzó algunas palabras con sus asesores y se encaminó hacia el balcón de su despacho que da a la calle Hipólito Yrigoyen y ahora sí le dedicó el tiempo que no pudo dar a su llegada y salió a saludar a un centenar de personas que la acompañaron en la calle. Saltó, cantó, pidió la marcha peronista y se despidió de la militancia de la misma manera que lo hizo en la puerta de su casa: se golpeó el pecho y alzó las manos con los dedos en V. Abajo se escuchaba la misma canción… “¡Acá tenes los pibes para la liberación!”.
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