El pasado mes de junio, la vicepresidente colombiana, Marta Lucía Ramírez, aseguró que en lo que va del 2022, más de ocho mil connacionales han sido deportados tras ser descubiertos tratando de entrar como ilegales a los Estados Unidos. La cifra, destacó la funcionaria, no es lo único que preocupa, sino también los riesgos a los que se someten algunos ciudadanos al intentar salir del país de manera irregular. Esta semana se conoció el caso de Alejandro Díaz, un colombiano que habló de los momentos complejos que vivió tratando de migrar a territorio norteamericano de manera ilegal.
Alejandro, como se hizo llamar ante los medios de comunicación nacionales para proteger su identidad, fue uno de los ciudadanos que, buscando nuevas oportunidades para su vida y la de su familia, de dejó convencer para intentar entrar a territorio norteamericano de manera ilegal. Eran las deudas y la escases de recursos económicos lo que termino de confirmarle que esa era la mejor opción para su futuro. Intentó volar a los Estados Unidos bajo la legalidad, sin embargo, su visa le fue negada en dos ocasiones.
“Por noticias la posibilidad de entrar por la frontera, una ley que dio Biden para los colombianos y tomé la decisión de venirme así por ese lado, por México”, comentó a la prensa nacional el hombre que, en la actualidad, reside en ese país. Decido, salió del país para enfrentarse a un viaje de 13 días. Salió desde Bogotá hasta Medellín, en una travesía que tenía como destino a México, lugar desde el que, finalmente, intentaría cruzar la frontera. Pasó por Cancún, México DF, Cabos y Mexicali.
Para llegar a los Estados Unidos, Alejandro buscó ayuda de los coyotes, nombre que llevan consigo quienes, ilegalmente, transportan ciudadanos, de manera ilegal, hasta los Estados Unidos. Según le comentaron, atravesar la frontera era algo ‘facilito’.
“El transporte de lo que fue de Cabos a Mexicali, me tocó costear un dinero y la pasada la frontera, pero esa es una odisea muy dura (…) Allí es donde se dimensiona el error en el cual uno no piensa, claro habemos muchos, muchísimos colombianos, pero también se ve gente de Cuba, de Ecuador (…) 20 horas por carretera, nos dijeron que por carretera iban a ver unos retenes de policía mexicana y fue así, por el camino fueron cuatro retenes, se creyó que nos iban a pedir dinero y no fue así, nos dejaron pasar bien, yo iba con el chofer, mi esposa, mi hijo un sobrino y yo”, declaró.
Alejandro llegó hasta el último de los filtros que le prometieron los coyotes, incluso, terminó en un hotel con su familia, en donde pudo bañarse y alimentarse. Huyendo de las autoridades, fueron trasladados en diferentes vehículos hasta lo más cercano que pueden estar de la frontera. Él, y otras 80 personas, según sus cálculos, terminaron en una quebrada cuya agua alcanzaba a tocarles el pecho. “Pasamos eso ahí una parte del desierto, unos pedazos de chamizo y nos hicieron agachar a todos, ahí nos decían que hiciéramos formas como de bolas, nos tuvieron ahí como unos veinte minutos”, relató.
El arduo recorrido, sin embargo, fue en vano, pues él y las demás personas fueron interceptadas por autoridades norteamericanas. Allí, en manos de los oficiales, las familias fueron separadas para, posteriormente, ser llevadas ante la justicia de ese país. Fueron despojados de sus pertenencias y trasladados, inicialmente, a los albergues que se encuentran ubicados en Arizona. “Él (el policía) nos dijo que nosotros habíamos cometido un delito, haber invadido los Estados Unidos”, recordó Alejandro.
“De ahí nosotros creímos que iba a haber un respiro, que ya no nos pasaba nada más, que ya íbamos a estar tranquilos (…) nos llevaron en un bus a una iglesia y luego nos llevaron a una celda en Tucson, el trato de esos policías es malo, yo intenté preguntar la hora y la respuesta era que allí no había hora para nadie, que no había tiempo para estar tranquilo, uno allá metido no se sabe si es día o es noche”, destacó el colombiano en su charla con la prensa nacional.
Para el momento, de acuerdo con lo que informó RCN Radio y la F.M., Alejandro se encuentra en libertad condicional, pero enfrenta un proceso judicial con las autoridades de los Estados Unidos. “El sueño americano es duro, debe pasar mucho tiempo para poder volver a organizarse, porque queda uno psicológicamente afectado, no volverse a parar del susto que se vivió en la pasada y en el albergue, es muy duro la una situación”, concluyó.
De acuerdo con lo que reveló Marta Lucía Ramírez, el pasado mes de junio, hasta el mes de mayo de este año se registraron un total de 135 vuelos de deportaciones, lo que significó un aumento del 18% respecto a abril del 2022, y del 131% respecto a mayo del año pasado. “Si bien, los nacionales de Haití, Nicaragua, México, Honduras, Guatemala, Venezuela y Cuba (beneficiados por la eliminación de visas de Nicaragua) lideran la cantidad de personas que intentan ingresar ilegalmente al suelo norteamericano, la falsa percepción de facilidad que se está difundiendo ha dado pie a que cada vez más colombianos intenten la hazaña”, señaló Ramírez.
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