Colombia cumplió este viernes el primer mes de un sangriento estallido social contra el gobierno, con multitudes marchando en plena pandemia cuando las protestas ya dejan casi medio centenar de muertos.
El levantamiento popular vivió otra jornada trágica y caótica en Cali, donde comenzó a regir un toque de queda nocturno. El presidente Iván Duque encabeza un consejo de seguridad en esa ciudad de 2,2 millones de habitantes, tras varios tiroteos que involucraron a civiles con pistolas y fusiles.
“Tres personas desafortunadamente han muerto (…) Esta situación ha ocurrido entre quienes bloquean y quienes querían pasar” por uno de los puntos cerrados por manifestantes, dijo Jorge Iván Ospina, alcalde de la tercera ciudad de Colombia.
En videos virales se ve a un hombre caído sobre un charco de sangre y a otro cerca con un arma, acosado por manifestantes. Luego, imágenes muestran al presunto agresor también en el suelo después de haber sido aparentemente linchado.
Una de las víctimas era Fredy Bermudez, un investigador de la fiscalía que disparó contra una concentración “ocasionando la muerte de unos civiles” y luego murió a manos de los manifestantes, según el jefe del organismo, Francisco Barbosa, quien agregó que el funcionario “estaba de descanso”. La emisora W Radio denunció la muerte de otra persona que recibió varios disparos en medio de una concentración.
Mientras tanto, el ministerio de Defensa divulgó imágenes de multitudes atacando edificios públicos con piedras y explosivos artesanales en las vecinas ciudades de Popayán y Pasto.
En un mes de protestas han muerto 49 personas, según el conteo oficial. La fiscalía ha establecido que al menos 17 de los casos tienen nexo directo con las manifestaciones, pero la ONG Human Rights Watch afirma tener “denuncias creíbles” sobre 63 muertes, 28 relacionadas con la crisis.
Diálogo estéril –
Las protestas avanzaron principalmente sobre Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Pereira, Popayán y Pasto, en rechazo a la represión oficial y al manejo oficial de la emergencia económica que desató la pandemia.
Aunque en su mayoría pacíficas, las manifestaciones de este viernes han derivado en choques con la fuerza pública en cercanías de la capital colombiana y otros puntos del país.
El 16 de mayo el gobierno abrió diálogos con el frente más visible de las manifestaciones, pero sin lograr un acuerdo.
Los líderes sindicales y estudiantiles exigen garantías para la protesta, ante los múltiples excesos de la fuerza pública, y al tiempo las autoridades piden el levantamiento de los bloqueos viales que causan desabastecimiento y millonarias pérdidas económicas en puntos como Buenaventura, el principal puerto sobre el Pacífico.
“Los bloqueos son una amenaza a los derechos de todos los colombianos (…) Nadie puede, para reivindicar derechos, afectar los derechos del otro”, señaló el presidente Iván Duque en entrevista con Blu Radio.
La crisis comenzó cuando el gobierno quiso cargar con más impuestos a la clase media, castigada por la pandemia, para llenar el hueco fiscal que deja la emergencia económica.
Duque desistió de la propuesta, pero la represión policial encendió más los ánimos. Hoy las calles están llenas de jóvenes sin empleo ni educación que piden un Estado más solidario ante los estragos del covid-19.
“En este mes se ha visibilizado la fuerza del Estado, cómo actúa” contra los ciudadanos, señaló Gustavo Peña, un universitario de 22 años que marchó en Bogotá.
“Y estoy orgulloso porque mi país por fin está teniendo dignidad, y se levanta no a pedir nada regalado, sino oportunidades, que no haya un reparto tan desigual” de recursos, agregó a la AFP.
– Protesta sostenida –
Las fuerzas policiales, que en Colombia son controladas por el ministerio de Defensa, están bajo el hierro encendido de la crítica por los excesos que las vinculan con las muertes de manifestantes.
La comunidad internacional ha condenado la reacción de los órganos de seguridad, mientras las calles claman por una reforma que “desmilitarice” a un cuerpo policial que lleva décadas combatiendo a guerrilleros y narcotraficantes.
El gobierno asegura que las manifestaciones han sido infiltradas por vándalos y grupos armados que sobreviven a la firma del acuerdo de paz con las extintas FARC, la guerrilla que se transformó en partido político después de medio siglo de fallida lucha por el poder.
Desde su llegada al poder en agosto de 2018, Duque ha enfrentado inéditas protestas. La pandemia apagó un tiempo las movilizaciones, pero estas retomaron con fuerza a pesar de que Colombia enfrenta una agresiva ola de covid-19 que tiene a los hospitales al borde del colapso.
Las manifestaciones son pacíficas de día, pero escalan en la noche noche a violentos enfrentamientos en varios puntos que han llevado a la renuncia del ministro de Hacienda, la canciller y el Alto Comisionado para la Paz.
Mientras tanto, la desaprobación de Duque alcanza máximos históricos (76%), a un año de las elecciones de las que deberá salir su sucesor.
La pandemia ha afectado la economía del país de 50 millones de habitantes. En un año el porcentaje de población pobre pasó del 35,7% al 42,5%, y casi un tercio de los colombianos (27,7%) entre los 14 y 28 años no estudia ni trabaja, según el órgano estatal de estadística.
“Llevamos un mes resistiendo en una lucha contra un Estado que ni siquiera está dispuesto a escuchar. Nos recuerda que debemos seguir movilizándonos”, señaló Juanita Prieto, una estudiante de Artes Plástica de 26 años.
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