San José, 7 dic (EFE).- Los nicaragüenses celebraron este jueves la tradicional ‘Gritería’, una fiesta religiosa popular en honor a la Inmaculada Concepción de María, en medio de roces con el Gobierno que preside Daniel Ortega en Nicaragua.
La fiesta religiosa fue inaugurada por el cardenal nicaragüense y arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes, en el atrio de la Catedral Metropolitana, con el tradicional grito de ‘¿Quién causa tanta alegría?’, a lo que los feligreses respondieron, “La Concepción de María”.
Luego de ese grito, la explosión de cohetes, toques de campanas y cantos a la virgen María dieron un ambiente de alegría por las calles de Managua, según constató EFE.
En tanto, los creyentes católicos colocaron los altares con réplicas de la virgen dentro de sus casas y repartían golosinas u otros regalos a los que cantaban canciones alusivas a la Inmaculada Concepción de María.
La ‘Gritería’ consiste en que los fieles recorren en grupos las calles de los 153 municipios de Nicaragua, y en los lugares donde la diáspora nicaragüense es importante, como Costa Rica y Estados Unidos, se detienen ante cada altar de la virgen que encuentran a su paso para entonar cantos, rezos, y gritar “¿Quién causa tanta alegría?”, y responder “La Concepción de María”.
A cambio de rezar y cantar, los feligreses, que en su mayoría peregrinan en familias, reciben dulces, frutas, trozos de caña de azúcar, el popular nacatamal (una comida típica nicaragüense) y en algunos casos pequeñas bolsas con arroz, fríjoles, azúcar y otros tipo de regalos en medio de la quema de abundante pólvora.
Los protagonistas de las romerías, en algunos casos, van dotados de novenarios para cantar a la virgen, incluso a veces amenizados por bandas filarmónicas, y también llevan bolsas para llenarlas con los obsequios que reciben.
Este año esa popular celebración, que nació el 7 de diciembre de 1857, recién finalizada la Guerra Nacional, cuando fueron expulsados los filibusteros estadounidenses, estuvo marcada por momentos de gran tensión entre la Iglesia católica y el Gobierno de Ortega.
Más temprano, el sacerdote Edwing Román, uno de los religiosos nicaragüenses despojados de su nacionalidad por las autoridades, tildó de “hipócritas” y “cínicos” a Ortega y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, por promover la ‘Purísima’ o ‘Gritería’, y “persiguen a la Iglesia en Nicaragua y mantienen encarcelado a un obispo, monseñor Rolando Álvarez”, han desterrado a 52 sacerdotes y expulsado del país a congregaciones religiosas.
El Gobierno de Nicaragua, que en marzo pasado anunció que suspendía sus relaciones diplomáticas con el Vaticano, instaló 50 altares en honor a la virgen María en la avenida de ‘Bolívar a Chávez’, en Managua, y a través de sus medios promovió la celebración de la ‘Purísima’ en las instituciones del Estado.
Esos altares fueron inaugurados el 28 de noviembre pasado por Camila Ortega Murillo, una de las hijas de la pareja presidencial, quien durante la apertura dijo que la ‘Purísima’ es una “tradición de nuestro pueblo, el pueblo mariano de Nicaragua”.
El martes pasado, el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más denunció en un informe que el Estado de Nicaragua está buscando cómo asumir el control de las actividades religiosas, principalmente las de la Iglesia católica, institución a la que Ortega ha calificado de “mafia” y de ser antidemocrática.
El Gobierno, a través de la Policía Nacional, prohibió a la Iglesia sacar a los santos a las calles desde febrero pasado, cuando no les autorizó celebrar las procesiones de viacrucis durante la Cuaresma ni después en Semana Santa.
La orden policial fue adoptada después de que Ortega tildara de “mafia” a sacerdotes, obispos, cardenales y al papa Francisco.
Las relaciones del Gobierno del presidente Ortega y la Iglesia católica viven momentos de gran tensión, marcados por la expulsión y encarcelamiento de sacerdotes, la prohibición de actividades religiosas y la suspensión de sus relaciones diplomáticas.
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