Brigadas de choque sin tono cubano

No hay purgatorio sin oasis. Hace unos días decidí, ya reconstituidos los tejidos de mi cubanismo y cubaneo tras un recomendable período de reposo y descanso respecto de la realidad de la isla, de sus avatares y los nunca bien ponderados tejes y manejes de sus gerontes propietarios.

Para poder analizar bien, para poder tomar la tarea de opinar sobre una realidad que rebasa disparates, ocurrencias, dislates, improvisaciones de todas las obras surrealistas y su propio manifiesto de André Breton, del absurdo de Ionesco, del abstracto, del cubismo, del dadaísmo de Tzara, de la deconstrucción del tiempo y el espacio de los conceptualistas, de la desesperación de los suicidas, de la temeridad de los acorralados, del abuso de los cobardes, de la cobardía de los abusadores; hay que dejar pasar un tiempo, tomarse unos jugos de otras temáticas, dormir unas siestas a la sombra de complejas reflexiones, audaces análisis incluso, pero dotados de algún sentido, de la mínima lógica, para saltar otra vez con energías renovadas al ora tibio, ora helado, ora ardiente estanque de los debates sobre la realidad del país y la participación de la sociedad civil en Cuba. Y ni bien me tiro al agua, con motivo del anuncio de la reforma de la Constitución, liderada nada menos que por el demócrata y moderno dirigente Raúl Castro Ruz, e inspirada por su eternizado hermano, el semidiós devorador “Guarapo Castro”, me encuentro con una novedad.

Movido por la curiosidad hacia los contorneos y los malabares que deberán realizar para acometer la tarea de cambiar algo de la Constitución para que en el contenido nada cambie, encontré esta rara novedad.

A los nuevos y a los ya clásicos disidentes, esos que se ganaron su derecho a ser reconocidos como tales enfrentando una mole de dimensiones que nadie que no haya conocido un sistema absolutista al cien por ciento puede imaginar, los están combatiendo no ya los típicos cuadros de la UJC o del PCC formados en los principios del marxismo cultural de la Escuela de Frankfurt; aunque todo hay que decirlo, cada año iban mermando en materia de sustento y sustrato técnico e incluso intelectual tras el período especial proporcional a la población en general. Sino que ha tenido lugar en mi más o menos breve ausencia la germinación de unos especímenes de lo más curiosos, y aunque lo exprese sin datos, con toda probabilidad son apadrinados ya en lo económico, en lo institucional o en ambos por los mismos que otrora salían al paso desde sus pódiums de poder verde olivo y de guayabera, barriga cervecera y tres bolígrafos en el bolsillo.

Ninguno de estos nuevos especímenes de la lucha ideológica vive en Cuba, ni come salteado, ni sabe ni supo lo que es “jalar un chivo espeso”, o sea, pedalear una bicicleta china sin piñón de velocidades, cuesta arriba y abajo, con el buche vacío y un sol de justicia para luchar unas papas o unas cebollas, ni discute una guagua batiendo récords en los cien metros planos, ni choca con los apagones, los cortes de agua, los derrumbes de los edificios, ni mata mosquitos a dos manos por la noche que no hay ventilador ruso que los espante ni con su aire ni con su ruido. Todos viven a cuerpo de rey en el exterior, para mi sorpresa, la mayoría en Estados Unidos; algunos, en México; otros, en Europa y todos tienen dinero a punta pala. Las nuevas “brigadas de choque” contra la disidencia cubana ya son “made in Yuma”.

Algunos de estos defensores de la pasta de oca y del picadillo de soya son nacidos y otros criados en el capitalismo y la democracia; también hay recientemente emigrados. Defienden la “involución” sin tener la más remota idea de lo que hablan, ni siquiera una percepción lejana. Muy por el contrario, una vida henchida de opciones políticas, ideológicas, culturales de movimientos y, sobre todo, de fibras de diferentes procedencias para mantener siempre calmados, adormilados, incluso ausentes los rugidos intestinales tan presentes en las barrigas cubanas. Además hay que destacar que son portadores de una incultura supina, de un desprecio por la lectura, por el lenguaje, por la historia; ni siquiera me refiero a su descomunal páramo de conocimientos sobre los temas que se atreven a abordar, sino acerca de todo. Es como la elevación de la brutalidad en su máxima expresión, habida cuenta de que el punto de encuentro para estos debates son las conocidas como “directas” de los diversos o hegemónicos canales audiovisuales disponibles en la red.

Escuché unos que ni hablan con tono cubano, una habla como una estadounidense que aprendió español hace poco, aunque intentando incurrir en cubanías como “veddá” o “po’qué”, y otra hablando como una película mexicana de Cantinflas. Y los hay que atacan o debaten desde sus automóviles del año con tono portorriqueño de “Nueva Yol”, lo colisiona con una característica del cubano. Incluso habiendo nacido en Estados Unidos, hablan con tonalidad cubana, no renuncian jamás a sus raíces identitarias en lo culinario, cultural y lingüístico, como se aprecia en los casos de famosos como Andy García, María Elvira Salazar o Gloria Estefan.

Analizar las tácticas de los dinosaurios de la involución de esperpéntico, pero una vez más la maquinaria de autoconservación del sistema de represores inútiles y vagos de la isla se las ha ingeniado como cualquier parásito u holgazán para encontrar una nueva forma, nada despreciable a juzgar por su éxito, de meter cizaña, de emponzoñar, de crear divergencia y sobre todo de difamar.

Por favor, queridos Eliécer, Rosa María, Yoani, Manuel, Laritza, Antúnez, Damas de Blanco en general y todos los demás, no les proporcionen la satisfacción de sus mal habidos minutos de fama para lo cual deberán descender al nivel del betún con fin de sostener un debate paupérrimo y estéril.



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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