Por las venas de Brianda Fitz-James Stuart corre la sangre de una de las familias con más abolengo de España, no en vano, su abuela era la fallecida Cayetana Fitz-James, conocida popularmente como la duquesa de Alba. Si bien pertenece a esta familia tan conocida, la hija de Jacobo Fitz-James Stuart, conde de Siruela, ha logrado hacerse un nombre propio en su profesión gracias a su esfuerzo y su talento.
Brianda es una reconocida artista visual y tan solo hay que echar un vistazo a sus redes sociales para darse cuenta de que su obra es única. Si bien está especializada en estampados, de un tiempo a esta parte está probando con otros formatos en los que le está yendo muy bien, pues está logrando una mayor visibilidad gracias a colaboraciones con Zara o Tatanfan, donde se pueden comprar sus agendas, calendarios o libretas.
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Haciendo un hueco en su agenda, Brianda formó parte de la presentación de Ploom, un dispositivo de tabaco calentado que destaca por su estética, algo de lo que él sabe mucho. Infobae España estuvo presente en este evento en el que habló sobre el arte.
Pregunta: Uno de los grandes temores de los artistas puede ser la página en blanco. ¿Te sucede?
Respuesta: Depende tanto del momento en el que esté el proyecto… Obviamente, hay momentos en los que estás como aterrada y te cuesta mucho como empezar, luego hay otros que es como que fluye todo y es súper fácil. Yo soy de esas a quienes le pasa eso de ‘que la inspiración te encuentre trabajando’. En cuanto veo que empiezo como a ponerme nerviosa y a bloquearme me pongo a pintar, me pongo a hacer cosas.
Es importante tener esa chispa, que para mí es la belleza. Ese es el motor de mi trabajo e intento tener eso siempre como muy presente como hilo conductor. Cuando ya me centro en eso y empiezo a pintar, ya empieza todo a fluir. Y todo bien.
P: ¿Qué tiene más peso, la estética o la experiencia?
R: Va bastante unido en realidad porque los colores y todo lo que pinto al final tiene un impacto. No es lo mismo utilizar un rojo que un azul. Creo que va de la mano, pero como normalmente yo hago estampados, la funcionalidad del objeto ya está ahí. Obviamente, lo más importante es la estética, pero siempre tiene que haber algo de experiencia.
P: ¿Es complicado seguir las pautas de un cliente? ¿O es más sencillo cuando se trabaja por libre?
R: Lo ideal para cualquier creador es no pensar en el público. Dar como rienda suelta a tu imaginación. Eso es como un sueño… pero obviamente hay que pensar en el público. Yo creo que tiene que haber un equilibrio, pero sí que creo que ese primer impulso tiene que nacer de algo como, que esté como alineado contigo, que sea honesto. Cuando es algo genuino, conectas con el público.
P: En tu obra hay una variedad de referentes. ¿Cómo trabajas con ellos?
R: Mi mayor referente es la naturaleza. Creo que la naturaleza nos ha regalado la belleza y que ahí está todo. Luego me gusta mucho el arte clásico, la pintura medieval… Tengo como mucha mezcla. Me gusta como reinterpretar, hacerlo mío, buscar el simbolismo de cada cosa que pinto. Es también como un juego. Me lo paso muy bien, disfruto mucho y me siento muy afortunada de poder trabajar de lo que me gusta, que es complicado normalmente.
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P: Los plazos a la hora de entregar una obra pueden ser un arma de doble filo, ¿cómo los gestionas?
R: En la pintura siempre está ese momento que no sabes cuándo parar porque puedes estar eternamente retocando. Puedes incluso volver a empezar. Si te metes en esa historia es bastante complicado. Creo que con práctica consigues llegar a ese momento, yo lo llamo ‘un diálogo con tu obra’, en el que la pieza te lo va pidiendo. En vez de pensar tanto con la cabeza es más como intuitivo y llega un momento que lo ves y pasas a otra cosa. No siempre sucede así y yo suelo tener horror vacui porque me gusta rellenar y rellenar porque vengo del mundo del estampado. Ahora que estoy componiendo obra y es completamente diferente, es otro trabajo diferente y es muy interesante.
P: ¿Cómo se puede poner límites para que una obra no se haga eterna?
R: Suelo preguntar a la gente de mi alrededor, aunque luego no hago ni caso. En realidad, al final preguntas para tu saber qué es lo que a ti te gusta. Ese es el primer proceso. Luego ya al cliente le tiene que gustar y ya lo último es en Instagram. No tengo muchos haters y a los pocos que tengo los largo enseguida. Es interesante saber lo que a la gente le gusta, pero eso no siempre se traduce en ventas. También pasa que hay cosas que tú crees que son muy comerciales y luego no lo son tanto, y viceversa. Es otra manera de saber, de tener información y de estar conectado con la gente.
Claro que hago caso al cliente cuando tengo un proyecto, pero luego me gusta tener yo mi valoración y mi criterio, porque si no ya me pierdo.
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