Bob Dylan, los Beatles y risas en Nueva York: la noche en la que Paul McCartney se enamoró de la marihuana

Brian Epstein
Los Beatles en una habitación de hotel en 1964, el año que todos probaron marihuana (Photo by Harry Benson/Express/Hulton Archive/Getty Images) (Harry Benson/)

Algo cambió en la cabeza de Paul McCartney -y del resto de los Beatles- la noche del 28 de agosto de 1964 en la suite del sexto piso del célebre hotel Delmonico’s de Nueva York. Después del primero de los dos shows que aquel verano boreal dieron en Forest Hills, los muchachitos de Liverpool se volvieron rápido del estadio de tenis a Manhattan, presurosos porque iban a recibir a un visitante ilustre, a conocer a uno de sus ídolos, nada menos que al misterioso cantante (todavía folk) Bob Dylan.

Todos, incluido el músico de Minnesota, tenían entre 21 y 24 años y miraban el mundo desde la cima de una popularidad demencial: para entrar al Delmonico’s, Dylan se camufló entre la multitud e hizo un llamado desde un teléfono público en la vereda, alguien atendió en la suite y le dijeron por dónde entrar para evitar a las más de mil adolescentes que rodeaban la esquina de la calle 59 y la avenida Park.

Los fans estaban contenidas por barricadas y la presencia de apenas 40 policías. Distraídos en los beatlemaníacos los agentes del orden nunca se enteraron lo que Dylan llevaba en uno de los bolsillos de su abrigo. Fue un hecho afortunado. De haberlo sabido, quizás lo hubieran detenido y el curso de la música popular contemporánea no hubiera experimentado el chispazo que cambió todo después de aquella noche: minutos después de entrar Bob sacó una bolsa llena de flores de marihuana y los hizo fumar por primera vez a los chicos británicos.

Una galaxia de nuevos sonidos e ideas nació en ese punto de la historia. McCartney tenía 23 y nunca olvidó aquella experiencia en el Delmonico’s. “Me pasé toda la noche corriendo de un lado para el otro, y más tarde, cuando volví al dormitorio, descubrí el significado de la vida. Quería contarle a la gente de qué se trataba. Yo era el más grande descubridor, en ese mar de marihuana en Nueva York. Navegaba por los mares y lo había descubierto”, contó Paul años después a Barry Miles para el libro “Hace muchos años”.

Los Beatles y Bob Dylan, el hombre que los inició en la experiencia cannábica
Los Beatles y Bob Dylan, el hombre que los inició en la experiencia cannábica

Un ratito antes de que esa especie de iluminación dominara la mente del autor de Yesterday, Dylan, que había llegado junto al periodista del New York Post Al Aronowitz, entró con timidez a la suite de los Beatles y le pidió al manager del grupo, Brian Epstein, vino barato.

Ni John, ni Paul, ni George ni Ringo esperaban que el autor de “Blowin’ in the wind” sacara marihuana de la galera. Hasta 1964 los Beatles sólo habían consumido anfetaminas y eso fue lo que -instantes antes de ver ante sus ojos los cogollos de cannabis- le ofrecieron a Dylan, píldoras Drinamyl, que los mantenía despiertos y activos pero que no les generaba nada especial en la manera del ver el mundo.

Con el cannabis en la mesa ratona de la suite del sexto piso, Epstein les confesó a Bob y a Al que nunca habían experimentado con la planta milenaria. Dylan, que había probado el cannabis un año antes invitado por el poeta beatnik Allen Ginsberg, no les creyó y, mientras armaba el primer porro, le preguntó a Lennon: “¿Pero entonces qué quisiste decir en ‘I want to hold your hand’ cuando cantás ‘and when i touch you i get high’ (y cuando te toco quedó volado)?”.

El músico estadounidense había entendido mal la letra. John le explicó que lo que cantaba era “i cant’ hide” (no puedo esconderme), mientras a su alrededor el asistente de Bob, Victor Maymudes, preguntaba quién de los Fab Four iba a dar la primera pitada.

Ringo Starr, "el catador real", según ordenó Lennon (ART-EXHIBITION/PAUL MCCARTNEY)
Ringo Starr, “el catador real”, según ordenó Lennon (ART-EXHIBITION/PAUL MCCARTNEY) (COPYRIGHT PAUL MCCARTNEY/)

“Ringo es el catador real”, gritó Lennon entre risas. Bob le pasó el cigarro al baterista mientras el resto de los Beatles observaba ansioso, pero no le explicó una regla fundamental: que se comparte como el mate.

Starr sintió el efecto y las consecuencias al toque. “Me reí, y me reí y me reí”, contó Ringo años después en la tele. Desde los ojos de Paul McCartney la escena se vio así: “La primera vez que fumé me pegó realmente mucho. Fue todo un descubrimiento, algo diferente. George Harrison, John y yo estábamos sentados en la sala principal de la suite, bebiendo. Estábamos sentados ahí con nuestros whiscolas y Dylan acababa de hacerle dar una pitada a Ringo. Ringo vino y le preguntamos: ‘¿Cómo es?’. ‘El cielorraso se me está viniendo encima’, nos respondió. Y nosotros exclamamos: ‘¡Oh, Dios! ¡Tenemos que probarla!’, y saltamos y corrimos a la habitación de atrás, primero John, después George y yo, y después Brian. Todos fumamos una pitada y durante unos cinco minutos decíamos: ‘Esto no hace nada. ¿Sentís algo? Y empezábamos a reírnos en forma incontrolable“.

A los pocos minutos, Paul sintió que su mente se iluminaba, que dentro de su psiquis brillaba una nueva luz creativa, un nuevo espacio de sensibilidad antes desconocido, “el significado de la vida”. Y empezó a pedirle intensamente lápiz y papel al asistente Mal Evans, hasta que lo consiguió y escribió simplemente: “Hay siete niveles”, frase a la que un año y medio más tarde haría referencia Lennon en el tema “And your bird can sing” (Tu pájaro puede cantar), cuando le canta a Paul: “Decís que viste las siete maravillas y tu pájaro es verde pero no podés verme”.

bob dylan cumple 80
Bob Dylan, el responsable del viaje cósmico de los Beatles, que cambiaron para siempre su música (Photo by Fiona Adams/Redferns) (Fiona Adams/)

En el libro que hizo con Miles, Paul explicó lo de los niveles: “Fue un comentario bastante suscinto; guarda relación con muchas religiones mayores, aunque yo lo ignoraba en aquel entonces. Lo sabemos ahora porque hemos prestado mucha atención a esas cosas desde aquel tiempo, pero esa fue la primera vez”.

Los Beatles descubrieron un mundo nuevo, y tuvieron como anfitrión a Dylan, lo que los llenaba de orgullo: “Era como ser iniciado en la meditación y haber recibido tu mantra del Maharishi”.

Hubo una especie de iluminación en la obra de los Beatles a partir de aquel momento. “Ampliaron su mente”, dijo alguna vez su jefe de prensa Derek Taylor. Y en el universo narrativo de los chicos de Liverpool, desde ese momento, empezaron a borrarse las referencias cándidas de sus letras y comenzaron lentamente a aparecer otro tipo de imágenes y reflexiones y también nuevas palabras, como -ahora sí- “high” o “grass” (hierba) y canciones que hacían referencia a la marihuana.

Entre marzo y abril de 1966 los Beatles grabaron un tema de Paul que saldría en el disco Revolver, y que es, se sabría muchos años después, no una canción de amor como todos creyeron sino la primera canción de la banda dedicada al cannabis.

Got to get to into my life (Tengo que tenerte en mi vida) es una canción sobre eso, no se trata de una persona, sino de la marihuana. Es una oda a la marihuana como si otro escribiera una oda al chocolate. Me gustaba, no me hizo pasar malos momentos y para mí servía para expandir la mente, literalmente”.

“Estaba solo, salí a dar un viaje / no sabía que iba a encontrar / otro camino donde yo / pudiera ver una manera distinta de pensar”, comienza la canción incluida en un LP que ya los tenía a ellos sumergidos en la experimentación psicodélica.

Después de la noche del Delmónico, los Beatles se abrazaron al efecto embriagador y sensibilizante de la marihuana. Muchas de las escenas de la película Help! las hicieron bajo los efectos de esta plantita. Rubber soul, el disco que sacaron en 1965, fue considerado por el propio Lennon en 1972 como “el disco del porro” y no es casual que sea el disco-quiebre de la estética de la banda: su música empezó a ser más compleja, sus letras más maduras, abandonaron los trajecitos y el blanco y negro y empezaron a tomarse con humor algunas cosas. Por ejemplo, el coro de la canción “Girl” lo hicieron Paul y George completamente fumados y entonando “tit, tit, tit” (teta, teta, teta) sin que el productor George Martin lo notara.

“Se estaba investigando la idea de que la música puede realzarse mediante la marihuana, así que uno fumaba un porro y después se sentaba al piano y pensaba: ‘Ah, esta podría ser una muy buena idea’“, relató McCartney, para quien siempre la marihuana fue un símbolo de amor: “En mi opinión, siempre lo he comparado con la pipa de la paz de los indios”.

Desde aquel episodio en el Delmonico’s los Beatles mantuvieron una relación estrecha con el cannabis y eso les trajo algunos problemas. Lennon, por caso, militó por la legalización y se puso al frente de una campaña iniciada por Ginsberg. “Lo único que puede asegurarse respecto de la marihuana es que no es violenta”, dijo John a principios de los ’70, lo que le valió la persecución política de parte del gobierno de Richard Nixon y durante un tiempo tuvo que volver a vivir a Inglaterra.

En 1972, la policía de Escocia entró en la mansión de Paul y le incautó algunas plantas que el músico cultivaba en su inmenso jardín. McCartney se defendió con ironía y evitó ir preso. Aseguró que un fan le había regalado semillas y que no sabía de qué se trataba. En los videos que aparecen en YouTube resulta gracioso comprobar que las plantas apenas tienen hojas, por lo que se presume que el Beatle desconocía las formas de cuidarlas.

La persecusión a los usuarios de cannabis era impiadosa en todo el mundo por aquellos años. El y Linda fueron detenidos por ese tema cuando estaban en Suecia y debieron pagar una fianza para recuperar la libertad. Dos años más tarde, les ocurrió lo mismo en Los Angeles, Estados Unidos.

Pero sin dudas el momento de mayor tensión Paul lo vivió cuando ya los Beatles eran un capítulo de los momentos más felices de la humanidad. Corría 1980, McCartney ya había formado el grupo Wings, y aterrizó en Tokio, Japón para tocar con su nuevo grupo. La Policía local revisó su maleta y se encontró con medio kilo de cannabis encima de la ropa.

Paul McCartney preso marihuana
Paul, arrestado en Japón por tener 200 gramos de marihuana (Getty Images)

“Todavía no sé cómo apareció eso ahí”, dijo McCartney hace poco en el programa Carpool Karaoke. Estuvo nueve días en prisión y luego salió gracias a una fianza que evitó una condena de nada menos que siete años. Después de aquel episodio, nunca más se supo de algún incidente entre Paul y la ley por causa de su consumo de cannabis.

En febrero de 2012, durante una entrevista concedida a la revista Rolling Stone, Paul, que estaba a punto de cumplir 70, anunció que debido a la crianza de su hija Beatrice, en ese momento de 8 años, abandonaba el consumo de marihuana porque había desarrollado un “sentido de responsabilidad”.

“He fumado lo mío. Pero cuando estás criando a un niño, tu sentido de la responsabilidad aprieta y, si tenés suerte, llega un momento en que pensás ‘ya está bien, no parece que aún tengas necesidad de eso'”, comentó y dijo que a esa altura ya prefería “una copa de vino o un buen margarita”.

McCartney siempre tuvo la fama de ser el más diplomático de los cuatro beatles. Nunca hizo alarde de su relación con la marihuana, pero jamás se opuso públicamente a su consumo ni colaboró en los discursos que demonizaban la sustancia.

Su pensamiento, inspirado sin dudas en los efectos introspectivos que ofrece el cannabis cuando es usado con responsabilidad, se lee en aquel libro inevitable que hizo Barry Miles: “Si alguien me pide un consejo de verdad, le diría que se mantuviera limpio. Pero en un mundo estresante todavía diría que la marihuana fue una de las mejores drogas tranquilizantes. La gente tiende a quedarse dormida bajo su efecto en lugar de ir a cometer un asesinato“.

Seguí leyendo:

La fabulosa historia de la nena que tocó con Paul McCartney: “Tengo un segundo sueño: volver a actuar con él”

 

 

 


Sé el primero en comentar en"Bob Dylan, los Beatles y risas en Nueva York: la noche en la que Paul McCartney se enamoró de la marihuana"

Dejá un comentario

Tu dirección de Correo Electrónico no será compartida


*