La vida trae consigo infinidad de situaciones que nos ponen a prueba. La felicidad y el bienestar no vienen dados, sino que hay que salir a buscarlos, hay que trabajar y comprometerse mucho con uno mismo para poder alcanzarlos. De no ser así, uno se convierte en un espectador del bienestar ajeno, creyendo que el logro de las metas y de los objetivos está reservado para unos pocos afortunados.
Pero según la psicóloga y escritora Celia Antonini, esto no es así: “La diferencia entre unos y otros está dada por la manera en la que interpretamos lo que nos pasa y cómo actuamos en consecuencia. No hay excepciones: los caminos que nos llevan a destino están plagados de obstáculos, sinsabores y reveses, sólo que algunos no se detienen hasta encontrar la forma de sortearlos y otros, en cambio, se quejan o lamentan por los impedimentos que encuentran a su paso”.
“Los seres humanos contamos con una gran ventaja que no sabemos aprovechar. Somos las únicas criaturas del planeta Tierra que tenemos una mente que nos posibilita pensar, crear y soñar. Somos los únicos capaces de otorgarle a cada acto de nuestra vida el sentido que queremos, y, como si esto fuera poco, podemos cambiarlo las veces que lo consideremos oportuno”, reveló.
Nuestra civilización lleva siglos en este planeta pero aún no ha conseguido poner la mente a su servicio y utilizarla para vivir una vida plena y placentera. Podemos viajar por el espacio, tener computadoras, teléfonos inteligentes, curar enfermedades, construir edificios y todo lo que se nos ocurra, pero nos sigue costando aprender a ser felices, según apuntó la experta.
“Estamos llenos de requisitos y de exigencias con nosotros mismos. Nada es suficiente ni nos conforma y lo que aún hoy nos sigue costando, es aprender a vivir bien”, afirmó, y agregó que “nos enredamos en nosotros mismos y terminamos creando un mundo interno hostil colmado de condicionamientos para ser felices y sin ninguna restricción para el malestar. Vivimos la mayor parte del tiempo equivocados, confundiendo el lugar donde depositamos los requisitos y exigencias para con nosotros y con los demás”.
La cantidad de condicionamientos que nos creamos nos imposibilitan llegar a los objetivos que nos proponemos, advirtió Antonini. “Voy a estar bien cuando mi padre me trate mejor, mi madre me entienda, mi hermano sea mi amigo, mi novio sea más cariñoso y mi jefe más comprensivo. Nos quedamos esperando que el mundo se acomode a nuestras necesidades. Insistimos en que las cosas tienen que ser de la manera que queremos y no como son y no estamos acostumbrados a plantear cambios que comiencen en nosotros”.
“Muchas personas quieren sentirse mejor, pero no están dispuestas a abandonar su posición y la manera que tienen de pensar. Y no funciona de ese modo. No podemos mantenernos en la postura de tener la razón cuando los resultados que obtenemos nos llevan en la dirección contraria del bienestar que pretendemos alcanzar”.
¿Qué hacer entonces? Para la experta, la respuesta es más fácil de lo que parece: “La vida puede tornarse simple si tomamos los caminos correctos y muy complicada si insistimos en tener razón, aún cuando los resultados que obtengamos no sean los apropiados. Abandonar nuestra posición testaruda puede llevarnos muchos años y en ocasiones, toda una vida, de esa forma, la parcialidad y la injusticia con la que nos tratamos se convierten en el alimento diario que nos proporcionamos. El primer obstáculo, casi siempre somos nosotros mismos”.
Es que los cambios que operamos a nivel mental modifican la estructura del cerebro. “Tenemos la suerte de haber nacido en esta época y de tener a nuestro alcance la información necesaria para modificar, en el campo de la conciencia, todo aquello que nos interfiera en nuestro camino hacia el bienestar”, afirmó, y recalcó: “Hoy estamos en condiciones de sostener que cada uno de nosotros cuenta con las mismas posibilidades para mejorar y hacer de su vida lo que realmente desee”.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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