Inmediatamente después de que una Renault Trafic blanca llena de explosivos detonara en la AMIA el 18 de julio de 1994, el rabino estadounidense Avi Weiss se tomó un vuelo a la Argentina para acompañar a los familiares y amigos de las víctimas del atentado.
Activista por los derechos humanos, Weiss se involucró en la búsqueda de justicia desde el primer momento. A través de un intermediario consiguió una audiencia con el entonces presidente Carlos Menem. Y desde el primer momento en que lo interpeló, sus respuestas y acciones para atrapar a los perpetradores le parecieron insuficientes.
“Le dije directamente que mi instinto me decía que no estaba haciendo lo suficiente, y él hizo algo que todavía no entiendo al día de hoy. Llamó a una reunión de gabinete completo, de la cual participé. Allí me dio algo de información, pero cuando la compartí con personas en puestos jerárquicos de inteligencia que conozco, me dijeron que era falso, y que estaba tratando de engañarme“, indicó.
A 25 años de aquel día fatal, Weiss continúa siguiendo el caso. Critica fuertemente al accionar del gobierno de Cristina Kirchner, con especial énfasis en la firma del Memorándum de Entendimiento con Irán –“es el equivalente de pedirle a Al Qaeda que investigue a los pilotos que volaron las Torres Gemelas”– y asegura que el de Mauricio Macri ha actuado mejor.
Pero si bien destaca acciones como el decreto que permitirá declarar a Hezbollah como organización terrorista, asegura que hay que ir más allá y romper relaciones diplomáticas con Irán, “que es quien maneja sus hilos”. Y de no lograrse justicia en los tribunales argentinos, anticipa que ya ha tenido reuniones con abogados que se encuentran analizando la posibilidad de llevar el reclamo a instancias internacionales. En concreto, la Corte Penal Internacional.
En diálogo con Infobae, Weiss también repasó su experiencia brindando contención a los familiares de las víctimas inmediatamente después del ataque, su relación con ellos desde entonces, y la intersección entre los roles que cumple como rabino y como activista por los derechos humanos.
— ¿Qué lo llevó a venir a la Argentina en 1994, inmediatamente después del ataque?
—Estaba corriendo en la cinta y vi el video del ataque. Me rompió el corazón. Soy un rabino y este fue el ataque más grande contra la comunidad judía en la diáspora (fuera de Israel) desde el Holocausto. Muchas personas no judías murieron también, claro está. Sentí la necesidad de venir. No hablaba castellano y no tenía contactos, pero me subí a un avión y vine con el objetivo de proveer algo de alivio a las afligidas familias. Cuando recuerdo esos momentos me lleno de emociones. Esos momentos permanecen conmigo y lo harán hasta que dé mi último aliento.
—¿Qué recuerdos lo acompañan?
—Muchas familias estaban esperando saber qué había sido de sus seres queridos. Recuerdo estar sentado con un joven, Damián Goldenberg. En ese entonces tenía 18 años y esperaba noticias de su hermana, Cynthia. El ataque había sido el lunes a las 9:53 de la mañana y era sábado a la noche, por lo que le dije que se fuera a su casa a descansar. En ese momento le dijeron que la habían encontrado. Recuerdo cómo gritó “Dios, ¿dónde estás?”. Me abrazó y me dijo “vos sos rabino, dame una respuesta”, y obviamente yo no tenía ninguna. Sólo nos abrazamos. Pero yo volví para el décimo aniversario y le prometí a Damián que si él alguna vez se casaba, yo iba a oficiar su boda. Y lo hice. En la comunidad judía tenemos una tradición que, al final de la ceremonia, en el pico de la alegría, recordamos la destrucción de Jerusalem. En ese caso, yo le dije a Damián: “En este momento recordamos las piezas rotas de AMIA, pero ahora que te estás casando con Jazmín, estás diciendo que vas a arreglar esas piezas rotas”. Fue uno de los momentos más fuertes de todo mi rabinato. Y hay muchas historias como esa que nunca voy a olvidar. AMIA tuvo un impacto enorme en mi vida y llevo conmigo esos recuerdos y el reclamo de justicia en mi actividad rabínica.
—Su activismo lo llevó a reunirse con Carlos Menem, quien era presidente entonces.
—Lo conocí a través de un intermediario. Nos reunimos por más de una hora, sólo los dos. Las primeras palabras que le dije fueron “¿por qué por segunda vez en Argentina?”, en referencia al atentado a la embajada de Israel dos años antes, donde tampoco se encontró a ningún culpable. Y cuando no encontrás a los terorristas, eso manda el mensaje que otros pueden hacer lo mismo con impunidad. Él rechazó lo que le dije y me aseguró que estaban haciendo todo lo posible. Yo le dije que mi instinto me decía que no era así, lo que lo llevó a hacer algo que todavía no entiendo. Esa tarde llamó a una reunión de gabinete completo, a la que asistí. Estaba sentado cerca suyo y me dio algo de información. Pero cuando la compartí con funcionarios de inteligencia que conozco, me dijeron que era falsa, y que me estaban tratando de engañar.
—¿Llamó a la reunión de gabinete sólo por usted?
—Me dijo que se iba a reunir con algunas personas esa tarde, pero que la expandiría por mí. Luego de eso yo emergí como un gran crítico de Menem. Lo acusé de encubrir el atentado y él me respondió a través de los diarios, diciéndome que estaba delirando. Eso llevó a que el juez Juan José Galeano me llamara a testificar.
—¿En el marco de la investigación del atentado?
—Sí, por mis acusaciones. No soy un investigador profesional. Pero tengo instintos decentes y cualquier persona con instinto entiende que había mucho humo alrededor de Menem. Y donde hay humo, hay fuego. Y cuando me senté con Galeano, simplemente no me interrogó. Creo que él mismo estaba siendo intimidado, pasando un mensaje que la había impuesto Menem. Sentí que no había separación entre los poderes Ejecutivo y Judicial. Y su mensaje fue que mejor me quedara callado. Esto, en mi opinión, fue un intento de silenciarme. Y yo me rehúso a ser silenciado. Y cuando volví a los Estados Unidos, a través del entonces congresista Ben Gilman, a quien conocía, el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes convocó a una serie de audiencias sobre el atentado. Y yo testifiqué. A mi lado estaba el entonces titular de la DAIA (Rubén Beraja), quien en ese momento defendió el accionar de Menem. No fue una situación cómoda.
En última instancia, creo que todos saben que Menem estaba cubriendo el atentado. Aquellos encargados de atrapar terroristas dicen que si uno no lo hace durante los primeros días, el rastro se enfría. Desde mi punto de vista, el fue uno de los principales culpables. Estaba en una posición desde la cual podía ordenar una investigación muy seria y no lo hizo. Creo que una investigación exhaustiva hubiera revelado que gente relacionada al gobierno de Menem fueron parte del complot. Esto no fue sólo obra de Irán y Hezbollah. También estuvo Siria. Los terroristas vinieron del sur de Siria que, en ese momento, tenía el control del sur del Líbano. Y no hay manera de que este horror se pueda haber perpetrado sin ayuda interna. Mi instinto me dice que el ataque fue planeado en la embajada Iraní en Buenos Aires y tienen que haber recibido ayuda local. Y creo que la investigación no se expandió lo suficiente para incluir estas posibilidades. Es correcto que Irán y Hezbollah fueron claves a la hora de planear y ejecutar este horror de horrores. Pero creo que es mucho más amplio. Creo que Siria debe ser investigada, los carapintadas, los neofacistas y funcionarios que tuvieron puestos importantes en el gobierno de Menem. Ellos tienen que ser investigados.
—¿Cuál es su opinión respecto del accionar del gobierno de Cristina Kirchner, en especial con respecto a la firma del Memorándum de Entendimiento con Irán?
—Si Menem cometió el error de encubrir el atentado a la AMIA, Cristina Kirchner trató de enterrarlo. Ella trató de enterrar la AMIA cuando firmó el Memorándum de Entendimiento con Irán. En mi opinión, como alguien que viene de Nueva York, donde esos pilotos tomaron dos aviones y los estrellaron en las Torres Gemelas y asesinaron a 3.000 personas, firmar el Memorándum es como pedirle a Al Qaeda que investigue a esos pilotos que explotaron las torres.
—¿Recuerda que sintió cuando se enteró?
—Recuerdo el momento exacto. Estaba en medio de una ceremonia cuando alguien me lo susurró al oído. Quedé asombrado, no tenía sentido para mí. No sé mucho de la política argentina y sé que se está postulando para vicepresidente, pero con respecto a la causa AMIA en particular, ella fue un completo desastre. Me parece inaceptable que tanto ella como Menem sean senadores, y por tanto tengan inmunidad jurídica. Deberían ser llevados ante una corte y, si eso no sucede, ante una corte internacional. Porque lo que sucede aquí afecta a la gente alrededor del mundo. Si los terroristas no son atrapados, manda un mensaje al resto.
—¿Se refiere a la Corte Penal Internacional?
—He estado hablando con abogados en Estados Unidos que están analizando la posibilidad. De igual manera, esto implica una serie de cuestiones legales de las que necesitamos respuesta. A pesar de que pasaron 25 años y es mucho más difícil capturar a los perpetradores. Pero también hubo muchos nazis que vinieron a Argentina y encontraron refugio, pero fueron atrapados mucho tiempo después. Y con el mayor de los respetos, como alguien que ha tenido mucho contacto con los argentinos, a quienes considero maravillosos, diría que los ojos del mundo están posados en el país y la causa AMIA no es un tema menor. Va más allá de Argentina y es responsabilidad del Gobierno aprehender a los culpables.
—¿Que opinión le merece el accionar del gobierno actual?
—Sé que hay elecciones y no quiero entrar en política. Con respecto a este tema, se considera que Macri lo está manejando mucho mejor. Pero hay una expresión que dice que las acciones cuentan más que las palabras. Aparentemente el Gobierno está listo para anunciar que considera a Hezbollah como organización terrorista…
—Si, el miércoles 17 de julio se publicó un decreto que provee el marco legal para hacerlo.
—Pero Hezbollah no puede operar por sí misma. Es imposible, porque es una organización títere que solo puede hacer lo que hace por Irán. Si la declaran organización terrorista -lo cual es positivo, claramente- Argentina debería romper relaciones diplomáticas con Irán. Estados Unidos no va a tener relaciones con los responsables del ataque a las Torres Gemelas. Este es el 11 de septiembre de Argentina. El mundo sabe lo que ocurrió y los iraníes jugaron un rol central.
—¿Cómo lidió con las consecuencias del ataque desde su rol como líder espiritual?
—Mucha gente, al escuchar sobre el caso, se pregunta que puede hacer 25 años después del ataque. Yo estudié del gran Martin Luther King. Y él una vez dijo que no se puede combatir odio con odio, sino que hay que hacerlo con amor. Entonces, mi lado activista demanda justicia, y el otro dice que además podemos hacer una diferencia respondiendo con amor a aquellos humanos que cometieron las atrocidades más terribles.
Estuve en San Diego hace poco, luego de un ataque a una sinagoga. Le pregunté al rabino qué pensó cuando miró a los ojos al atacante. Él me dijo: “Lo miré a los ojos para buscar su alma, pero no la encontré. Sin embargo, depende de nosotros continuar buscando las almas de otras personas, de llevar luz a la oscuridad”. Y cuando volvió a dirigirse a su congregación, él levantó sus manos -porque había perdido varios dedos en el ataque- y dijo: “Perdí varios de mis dedos, pero con aquellos que conservo voy a hacer todo lo que pueda para traer bondad, amabilidad y belleza a este mundo”.
—¿La vio en Argentina después del ataque?
—El jueves posterior al atentado hubo una marcha masiva en Buenos Aires. Diría que el 95% de la gente que asistió no era judía, y creo que había más de 100.000 personas. Había una enorme sensación de solidaridad. Eso es lo que se ve acá. En el ataque se vio el peor de los odios, pero hay otra emoción que es mayor, y es la del amor. Un poco de luz va a ahuyentar a la oscuridad. Y de ninguna manera esas enseñanzas disminuyen el reclamo de justicia, que se hace en otro marco. Tenemos la responsabilidad de alzar la voz por aquellos que no pueden hablar por si mismos.
—¿Cómo ha sido para usted el mantenerse en contacto con los familiares de las víctimas? ¿Cómo piensa que será la ceremonia?
—Estaré con mis hermanos y hermanas. Como sucede cada año, luego de que se lea cada nombre, se dará el grito de “presente”. Luego, se tocará el cuerno. Será un momento muy emocional. En el 10° aniversario, Jonathan Averbuch estaba leyendo los nombres. Lo conocí cuando tenía 12 años y estuve con el cuando le dijeron que su hermana Yanina había sido asesinada. Nunca voy a olvidar cuando la familia se abrazó. Y 10 años después estaba leyendo los nombres. 15 años después, hay una cierta belleza en la esperanza de que la segunda generación no olvide lo que pasó.
—Usted cuenta que poco después del atentado, Menem viajó a Estados Unidos y participó en un evento con líderes judíos, quienes le entregaron un premio. Usted se opuso vehementemente. ¿Cómo cree que cambió, con el paso de los años, la manera en que la comunidad judía estadounidense, y la sociedad norteamericana en general, entiende el ataque?
—Dos meses después del 18 de julio, una organización judía bastante grande le entregó a Menem el premio al estadista del año. Todos los líderes de la colectividad judía estaban allí. Yo entré allí con un colega para protestar y hacer preguntas bastante duras basadas en haberlo conocido y en mis investigaciones. Me ordenaron que me fuera de la habitación, pero yo dije que no podía, por lo que se le ordenó a la policía que me sacara de allí. En ese punto me tiré al suelo. Sin violencia, claramente, porque no creo que ella como método de acción social.
Fue uno de los momentos más dolorosos de mi vida. La gente me gritaba y me decía que estaba trayendo vergüenza a las víctimas y a las familias. En retrospectiva, aquellas personas que cometieron esos errores no tenían la información y la experiencia que yo tenía. Pero fue hace 25 años y desde ese momento la comunidad judía ha reconocido quien fue Menem y lo que hizo Kirchner para enterrar la investigación.
Es muy importante mantener la presión sobre el gobierno de Macri, que ha actuado mucho mejor con respecto al tema AMIA. La Torá dice “justicia, justicia perseguirás”. ¿Por qué dos veces? La causa me ha dado una nueva interpretación. A veces uno tiene que seguir adelante y ser implacable. No nos podemos dar por vencidos.
FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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