En un día movido, de una semana movida, de una temporada en la que la palabra crisis asoma en cada boca argentina, Pablo Avelluto, hasta el lunes ministro y desde los anuncios del Gobierno secretario de Cultura, recibe a Infobae en su despacho de la avenida Alvear, el mismo en el que recibía a la prensa antes de que su cartera pasara a integrar el Ministerio de Educación en un destino que comparte con Ciencia y Tecnología, que lidera Lino Barañao. El recorte del Ejecutivo podó su ministerio pero a Avelluto no parece quitarle el sueño y sus palabras no muestran que el organigrama se haya convertido para él en una pesadilla.
Relajado y risueño porque una comparación desafortunada en un programa de cable lo convirtió en humorista involuntario y en tendencia en las redes sociales (dijo que pensar a Macri sin Marcos Peña era como pensar a Tom sin Jerry), el funcionario asegura que no se le ocurrió renunciar y que acompaña el proyecto de Macri más allá de los cargos. También aseguró que están dadas las condiciones para seguir funcionando como hasta ahora, que no habrá despidos ni recortes presupuestarios y que está garantizada la autonomía aunque ahora su jefe sea el ministro Alejandro Finocchiaro (“sería un error ver que ahora hay un comisario político, no trabajamos así”). Por último, Avelluto también habló de las elecciones de 2019, en las que imagina un triunfo del oficialismo (“del otro lado están los ladrones”) y dijo, también, y con énfasis, que no están gobernando para los acreedores sino para mejorar las condiciones de la población y de las instituciones.
-¿El cambio de estatus de Cultura dentro del gobierno implica cambios de estructura?
-No, no implica cambios en la estructura, ni en presupuesto ni en la autonomía para definir los programas. Al contrario, implica una posibilidad buena de compatibilizar cosas en el Estado porque hay claramente zonas de superposición o temas comunes con Educación y con Ciencia y Tecnología. Y además tenemos una excelente relación personal los tres y de hecho venimos haciendo cosas juntos desde que llegamos al cargo.
-Perdón, pero hay algo que no se entiende. Si no va a haber recortes, ajuste, ahorros, ¿por qué se hizo esta reestructuración?
-Yo creo que tiene que ver con el sistema de toma de decisiones del gobierno y la idea de simplificarla con una mesa más pequeña y probablemente más ejecutiva. También es más importante en eso el relevo del rol que tenían (Gustavo) Lopetegui y (Mario) Quintana y el reemplazo de (Andrés) Ibarra. Quiero decirlo: ellos hicieron un aporte enorme, sobre todo a la hora de pensar la gestión pública; incorporaron tableros de control y herramientas novedosas para la política y el Estado, para el seguimiento de los programas, herramientas que venían del mundo corporativo, privado. Fue muy útil y aportaron un montón. Este cambio lo veo más como una reorganización del sistema de toma de decisiones que para el ahorro. Para la discusión sobre los recursos va a estar la ley de Presupuesto, una ley que para nosotros siempre requiere consensos porque estamos en minoría en las Cámaras pero que en este año requiere de un consenso especial con las fuerzas de la oposición. Por la situación particular y por el objetivo de equilibrar las cuentas fiscales.
Una cosa es que estemos cuidando aún más el uso de los recursos y otra muy diferente es que estemos recortando actividades, programas o planes: eso no
-Eso es para el año que viene. Pero para lo que resta de este año, hay versiones de organismos que dependen de Cultura que señalan que se suspendieron proyectos…
-Sin duda tenemos un límite presupuestario, pero no venimos mal con la ejecución. Es cierto que en un momento en donde la restricción es más financiera que económica, estamos siendo más cuidadosos con los viajes, por ahí alguna actividad pensada para fin de año decidimos pasarla para el año que viene. Estamos estudiando algunas invitaciones de directores de orquesta que iban a venir de afuera porque la devaluación nos ha duplicado el costo en los últimos meses. Una cosa es que estemos cuidando aún más el uso de los recursos y otra muy diferente es que estemos recortando actividades, programas o planes: eso no.
-¿Qué va a pasar con el personal?
-No estamos recortando personal. Sí hemos establecido -como viene haciendo todo el gobierno, en distintas velocidades- un control estricto de la asistencia, de horas extras, y por supuesto detectando cuando hay inconsistencias graves, pero no ha habido ninguna desvinculación por encima de lo normal. Lo que sí está congelado ya desde hace unos meses son los ingresos a la planta del Estado.
-¿Piensan desprenderse de edificios?
-No. Sí estamos buscando cómo hacer más eficiente el uso del espacio. Nuestro ministerio tiene a su cargo más de 50 edificios en todo el país, eso lleva a que un porcentaje muy importante del presupuesto son los servicios de seguridad y de limpieza. Lo que sí hicimos fue por primera vez en la historia fue licitar esos servicios y eso nos permitió ahorros muy significativos. También estamos estudiando cómo reducir en los edificios que tenemos alquilados, tratando de reagrupar estructuras y estamos un poco a la espera del análisis de los recursos que puedan llegar a tener Educación o Ciencia, para que nos permitan a todos trabajar en un uso más eficiente del espacio.
-¿Lo que pasó en Brasil con el incendio del Museo Nacional les hizo revisar los cuidados de nuestros museos?
-Bueno, antes que nada, lo que sucedió en Brasil es tremendo desde cualquier punto de vista. Queremos encontrar un mecanismo de colaboración, con otros museos de la región, para ponernos a disposición. No es fácil. Por supuesto lo que pasó es un llamado de atención pero nuestros edificios tienen permanentemente evaluaciones en relación con la cuestión de la seguridad de la gente y del patrimonio. Estamos viendo y analizando minimizar los riesgos.
-¿Se reforzaron los cuidados ahora?
-La verdad es que uno de los temas que a mí me preocupa desde el inicio tiene que ver con la infraestructura. El gobierno anterior creó nueva infraestructura (el CCK, la Casa del Bicentenario, el Museo Malvinas) pero había descuidado la situación de alguna infraestructura existente como el Palais de Glace, que ahora está en obra, o el viejo edificio de la Biblioteca Nacional en la calle México, muy deteriorado, y ahí si tenemos aprobado hace unos meses un proyecto de puesta en valor de ese edificio donde con Alberto Manguel queríamos generar el Centro Internacional Jorge Luis Borges. Los viejos edificios, si uno los abandona… Hay que garantizar la seguridad de la arquitectura, de la gente y del patrimonio. Lo que se perdió en Brasil son objetos irrepetibles. Lo que ocurrió es algo muy doloroso y muy angustiante porque lo que se perdió es algo irrecuperable y forma parte de un patrimonio colectivo.
-Vuelvo a preguntarle por el funcionamiento del área. Su jefe ahora es el ministro Finocchiaro. Formalmente, ¿eso significa que cada decisión debe pasar por él?
-No lo veo así. Con Alejandro además soy amigo, y trabajamos juntos en el gabinete de desarrollo humano. Tampoco soy de los que piensan que los temas son más o menos importantes por la altura que ocupan dentro del organigrama. Creo que uno de los problemas del diseño institucional de la administración pública es que las personas no estamos divididas en ministerios en nuestra propia vida. A ver cómo lo explico: cuando pensamos la gestión, cada vez son más los programas transversales. En ese sentido, este cambio lo veo más como oportunidad que como limitación, además se da la continuidad de las personas y los equipos. Si la pregunta es qué va a pasar si quiero hacer una exposición en el MNBA, no me imagino pidiendo permiso. En todo caso, sí me imagino organizando el año y la agenda de actividades entre todos.
-Disculpe la insistencia, sigo sin entender cuál es el sentido de la reestructura si no hay ahorro concreto…
-Es que esto no fue hecho para un ahorro económico, más allá de no duplicar áreas de servicios que se dediquen a lo mismo. Con el objeto de ahorro se hizo la reducción de las estructuras a principios de año, donde nosotros redujimos el 25% del staff político del ministerio tanto en plata como en personas. El ahorro lo hacemos también al mejorar nuestros procesos administrativos para gastar menos, pero esta nueva medida es para mejorar el proceso de decisiones
-¿Hay contratos que no se van a renovar?
-No, no que yo sepa, pero igual, si hubiera algo de eso, serán casos muy puntuales y no se hubieran renovado igual aunque no hubiera habido este cambio. Sería un error interpretar este cambio como que ahora Cultura tiene una suerte de comisario político porque hay un responsable más arriba porque nosotros no trabajamos así ni está en el espíritu del presidente que sea así. Para mi gusto no se ha analizado lo suficiente lo que significó cambiar de un sistema en el cual los ministros eran una especie de señores feudales de sus áreas a un trabajo colaborativo y en equipo, que es el que impone el presidente desde que empezó. No son solo dos maneras de gestionar, son dos maneras de pararse frente al mundo.
-¿Y cómo está presentando el cambio de rango ante sus pares internacionales?
-Hay mucha diversidad en el mundo, no hay un modelo único. Canadá, por ejemplo, tiene un ministerio de Patrimonio, que hoy ocupa un hijo de argentinos exiliados de la dictadura. En España, Cultura está con Educación y Deportes, alguna vez fue independiente. En Francia es independiente. En Chile el ministerio se creó al final del gobierno Bachelet, Estados Unidos no tiene ministerio de Cultura. En el Reino Unido, tienen un enorme peso las agencias estatales como nuestro Fondo Nacional de las Artes. La nuestra es una tradición muy francesa. Cultura nació a principios del siglo XX como una dirección dentro del Ministerio de Educación. En la medida que vos tenés tus recursos, tu equipo y autonomía es más lo que tenemos para ganar que para perder. Entiendo que pueda haber gente que piensa: si baja de rango es menos importante. Yo no. Tampoco vinimos acá para ser ministros…
-¿Cuando les informaron los cambios, les dijeron que era algo definitivo, o transitorio?
-Nos dijeron que esto era el mejor modelo para que el presidente pueda llevar adelante sus políticas. Y en eso no me corresponde ni siquiera opinar.
-¿Ofreció su renuncia?
-Jamás. Jamás. De todos modos el presidente sabe que las renuncias de sus ministros están a su disposición desde el día 1. Para mí es un honor y una experiencia única en mi vida formar parte de este equipo equipo…
Y si mañana no trabajara más en la función ejecutiva trataría de seguir colaborando porque creo profundamente en lo que estamos haciendo y creo en lo que significa este cambio para el país
-Y no se le ocurre renunciar por el cambio de rango…
-Pero no, jamás, al contrario. Y si mañana no trabajara más en la función ejecutiva trataría de seguir colaborando porque creo profundamente en lo que estamos haciendo y creo en lo que significa este cambio para el país, aún con sus problemas, errores y dificultades. Tiene que ver con terminar con una visión de la Argentina que nos trajo hasta acá.
-Se lo escucha seguro. Se imagina también que el proyecto del presidente Macri va a ganar las elecciones en 2019, entonces.
-Sí.
-La situación económica no diría eso. ¿Por qué lo cree?
-Mirá, por varias razones. La primera tiene que ver con que este cambio es más grande que las personas que lo estamos haciendo. No somos solamente un presidente y un equipo de funcionarios. Es un cambio que tiene que ver con el hartazgo con nuestro propio relato decadentista, con esa idea de que lo mejor de la Argentina ya pasó, algo que es una idea profundamente reaccionaria porque no podés volver atrás y entonces te convertís en un melancólico de lo que fuiste y de lo que tuviste. Ese pasado glorioso que tal vez existe no puede ser un destino, puede ser una referencia pero no un lugar a donde volver. El segundo elemento tiene que ver con lo que hay del otro lado. Y del otro lado están los ladrones. Yo no puedo dejar de pensar que mucho de lo que hoy nos falta, del dinero que pedimos prestado al FMI y la crisis… A ver, yo antes no pensaba que nuestros problemas sociales y financieros estaban encadenados a la corrupción. Pensaba que aún con la vasta historia de corrupción en la Argentina no alcanzaba para mover el volumen de nuestro desarrollo económico. Pero los números que aparecieron a partir de las denuncias de los cuadernos del chofer Centeno me llevaron a pensar que sí. Y ahora ya no puedo dejar de ver que los dólares que hoy no están, no están porque estaban en los bolsos. Por supuesto que confío en que el proceso recesivo y el tiempo duro que vamos a vivir no va a ser para siempre. Y eso va a contribuir a renovar la confianza de la sociedad. Este proceso, desde mi visión, es un proceso cultural y no tiene vuelta atrás aun si viniera otro gobierno porque el piso se ha levantado muchísimo. Y entonces no me imagino a De Vido o a ninguno de los que tuvieron que ver con el proceso de decadencia de décadas volviendo a gobernar la Argentina.
Ahora ya no puedo dejar de ver que los dólares que hoy no están, no están porque estaban en los bolsos
-Hay quien dice que el ajuste que el Gobierno emprende ahora debió hacerse más temprano.
-No había condiciones materiales para hacerlo a mayor velocidad. Nosotros no estamos gobernando para nuestros acreedores o para el Fondo Monetario o para los mercados de Wall Street. Estamos gobernando para que el 30% de pobres se reduzca, para que los sectores medios tengan expectativas de poder estar mejor y para que nuestras instituciones se fortalezcan. Si no, no nos hubieran elegido. Y creo que ése es el compromiso, el equilibrio fiscal no es un fin en si mismo
-¿Cuál sería el mayor error que cometió el gobierno entonces?
-Tal vez fue querer hacer todo a la vez. La situación en la que encontramos el país era muy seria y quisimos atacar todos los frentes al mismo tiempo: ajustar las tarifas, acompañar a los más vulnerables, resolver el problema de la deuda previsional, mejorar las prestaciones sociales y mejorar nuestra institucionalidad. Los errores tal vez fueron producto de nuestra voluntad de resolver todos los problemas.
No estamos gobernando para nuestros acreedores o para los mercados de Wall Street. Estamos gobernando para que el 30% de pobres se reduzca, para que los sectores medios tengan expectativas de poder estar mejor y para que nuestras instituciones se fortalezcan
-¿Y no de la arrogancia? Decir que el error fue querer resolver todo suena mucho a aquello de “mi mayor defecto es la sinceridad”…
-Quisimos hacer todo, pero no pudimos hacer todo bien al mismo tiempo. Pero tampoco podíamos equilibrar el país de un día para el otro cuando teníamos un 6% de déficit que nos habían dejado, porque eso habría implicado un costo social que la Argentina no hubiera tolerado. Creo que el hoy tan vilipendiado gradualismo fue una actitud prudente, sensata, que permitió que durante los dos primeros años tuviéramos crecimiento. Tampoco podíamos prever que el mundo iba a dejar de ser el que era.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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