Steven Handoko y Nicole Protonentis
Yakarta/Bangkok, 6 ago. La subida a 250 dólares del precio de la entrada al Parque Nacional de Komodo, hábitat de miles de dragones homónimos, ha desatado una fuerte controversia en Indonesia entre los afectados por la potencial caída en el turismo y los defensores de la medida que busca proteger al mayor lagarto del planeta.
Las autoridades del país insular defienden que el aumento en el precio del billete para acceder a dos de las islas del parque -que saltó esta semana desde las 250.000 rupias (cerca de 16 dólares) a 3,75 millones de rupias (250 dólares)- busca proteger a los dragones de Komodo, el mayor lagarto del mundo, y preservar el ecosistema de este peculiar archipiélago.
“Queremos que los turistas tengan un sentido de pertenencia a la conservación, a la preservación del ecosistema y de los dragones de Komodo. Este animal es único y debemos cuidarlo, los turistas también deben contribuir”, dijo en una reunión el responsable de Turismo en la provincia Nusa Tenggara Oriental, Sony Z Libing.
Pero la medida, que dificulta el acceso a las islas de Komodo y Padar, despertó la ira de los lugareños, quienes dependen del turismo para vivir. Por eso, decenas de trabajadores protagonizaron esta semana protestas contra el incremento de los precios y anunciaron una huelga laboral durante todo el mes de agosto.
“Al darnos cuenta de las consecuencias de la política de aumento de las tarifas de entrada al Parque Nacional de Komodo”, con “plena conciencia y sin coerción acordamos el compromiso de detener todos los servicios”, afirmó una de las trabajadoras en un vídeo difundido en Facebook.
TURISMO MASIVO
Komodo ha visto como en tan solo 20 años el turismo masivo ha repercutido en el hábitat de los dragones y ha cambiado la forma de vivir de los lugareños, quienes pasaron de ser pescadores a convertir sus barcos en pequeños cruceros para los turistas y volverse expertos guías turísticos o en personal para los hoteles.
Pero la preocupación en torno a la conservación del Parque Nacional, un archipiélago que comprende las Islas de Komodo, Rinca y Padar y otras 23 islas de menor tamaño, no es nueva, ya sea entre las autoridades o las comunidades locales.
El aumento masivo de viajeros, que en 2018 sumaron más de 176.000 personas y en 2019 más de 220.000, llevó al Gobierno indonesio incluso a considerar el cierre de la isla de Komodo a partir de 2020 para “recuperar el hábitat del dragón”, aunque el Ministerio de Turismo dio marcha atrás tras el aluvión de críticas que recibió.
Así, además de la subida en los precios de las entradas, el Gobierno de Nusa Tenggara Timur Oriental anunció que igualmente limitará el acceso de visitantes a 200.000 por año a las dos islas principales del archipiélago.
“Los ecologistas acordaron” que todo el turismo “estaba en las isla de Komodo y Padar, así que “arreglaremos las cosas para los turistas y también para los dragones de Komodo”, señaló el presidente de Indonesia, Joko Widodo, en una visita al archipiélago.
“Entonces, si quieres ver a los dragones, ve a la isla de Rinca, donde también tenemos dragones de Komodo” pero “si realmente quieres verlos en la isla de Komodo, hay diferentes tarifas”, completó.
EQUILIBRIO ENTRE TURISMO Y CONSERVACIÓN
Originario de Indonesia, el dragón de Komodo es una especie catalogada como vulnerable en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, ya que tan solo puede ser encontrado en el país insular.
Expertos calculan que el Parque Nacional de Komodo, declarado en 1991 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y, en 2011, proclamado como una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo, actualmente es el hogar de unos 3.300 dragones.
Aunque no suelen ser agresivos, debido al alto grado de peligrosidad de esos inmensos lagartos -un solo mordisco puede llevar a la muerte casi que instantáneamente- los turistas solo pueden explorar el parque acompañados por guías y en zonas limitadas, según pudo comprobar Efe en una visita al parque en 2019, poco antes de que cerrara sus puertas por la pandemia de covid.
Bajo el sol abrasador y rodeados por el mar azul cristalino típico de ese archipiélago, durante el recogido por las rutas de senderismo, los visitantes no tardan en depararse con decenas de dragones apostados a la sombra a escasa distancia.
Pero también se cruzan con un sinfín de animales de la tierra, del aire y del agua, ya que el Parque Nacional de Komodo, que cuenta con una superficie total de 2.321 kilómetros cuadrado y alberga uno de los ecosistemas más ricos y diversos del mundo. EFE
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(foto)(vídeo)
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